jueves, 29 de agosto de 2019

La gente dice

Me dijeron que olvidar a alguien era como dejar de fumar, que la abstinencia desaparece con el paso del tiempo.
Me dijeron, también, que sería difícil los primeros días, pero que luego me sentiría bien por atravesar ese obstáculo. Que tal vez aumentaría mi autoestima, que quizá me daría cuenta que la vida no se resume a personas. Todos dicen, todos, pero todo en realidad ha sido tropezones.
La nostalgia es adictiva y el sentimiento una puñalada en los lugares donde antes no dolía.
Es difícil entender lo que enciende el fuego en las zonas oscuras y ese pensamiento recurrente me quita el sueño.
Todo ha terminado en humo y la nostalgia mi cáncer, como el tabaco barato que me monto sin filtro.
Algunos dicen que es cuestión de acostumbrarse.
No sé si es posible bloquear la voluntad que habita en la mente, si es posible cerrar algunas puertas inexistentes del pecho. Un eje me arrastra con fuerza por los recuerdos, la puta ansiedad nicotina.
Al final los vicios son los mismos y todos nos matan poco a poco. Un día después del otro. Olvidar va más allá de la indiferencia y no existen ventanas en esa habitación. Odiaba la idea de estar tratando de probar que era capaz de olvidar mientras inhalaba la molestia de no haber sido diferente.
Tal vez sea cuestión de hábitos saludables, no lo sé. Buscamos razones en medio de cientos de motivos que nos intoxican diariamente.
Me dijeron que olvidar era como dejar de fumar, a veces dejo de fumar, pero el daño ya está hecho y el tiempo sólo viene a recordarme eso.

lunes, 26 de agosto de 2019

Mes 4 antes de la paternidad.

Ella está radiante y su barriga crece como una planta en el balcón. Parece una cuerda con un pequeño nudo en el centro, tan tierna, no ha perdido su postura ni ese andar que provoca que se me rompa la mandíbula siempre que la veo pasar por encima de mí para adueñarse de su lado en la cama.
Se le ha dado por comer sandía, melón, granadilla... dice que le gusta sentir el fresquito de la fruta, también muchas ensaladas, y todo, todo, con bastante limón. Ningún síntoma.
Hemos ido para la ecografía del mes, para saber el sexo con el que nacerá (si es hombre o mujer ya se verá con el tiempo). El doctor, después de hacer las preguntas correspondientes, ha pasado el aparatillo por encima de su barriga - ¡Ya sé lo que es! ¿Quieren saberlo?- Dijo. Nos miramos, ella sonreía y yo le acariciaba tiernamente el antebrazo. -Yo también lo sé- respondí -Es varon-. El doctor afirmó con la cabeza.
Parecía tan feliz que lo sepamos (el bebé quiero decir, no el doctor) moviendo esos pequeños bracitos, tan lleno de vitalidad, tan auténtico. Un hijo pensé y se me ocurrían mil y un formas de abrazarlo, de agarrarle la mano para enfrentarnos al mundo, de aceptar que en algún momento se irá y que tengo poco tiempo para llenarlo de besos y de amor.
Lucca es el nombre que hemos decidido, estoy seguro que también le gustará.

Hijo, te espero, tengo mucho que aprender de ti.

viernes, 2 de agosto de 2019

Yo, el elegido

¿Sabes qué es lo que más me llama la atención de ti?
Tu corazón lleno de pasado que no resultó, tu locura tan parecida a la mía, tus sueños a largo plazo que tuviste que poner en el cajón de las cosas de después, el caos que habita en tu cuerpo, la fe que impregna tu alma, tus vicios, tus manías que siempre rozan lo perverso, tu sonrisa como un marco que decora tus palabras, tu contradicción de placer en las pupilas, el ir y venir de tus curvas, tu pulso, tu caída, tus brazos sujetándome, tus ojos que me siguen, tu contraste coloreando la vida, tu azul tan parecido a mi cielo, tu mirada triste que me parte el corazón, tu calidez, tu paz, tu maleficio, tus humores, la nostalgia cuando te alejas, todo lo que curas en un abrazo.
Joder, lo que más me gusta en definitiva es escuchar mi nombre en tus labios, abrazando mi mundo.

Yo, el elegido.

lunes, 29 de julio de 2019

Mes 3 antes de la paternidad

Tiene las hormonas hechas un puto infierno. Peleamos, nos reconciliamos, nos reímos, lloramos, comemos, salimos de compras, a dormir todo el día, volvemos a comer... vamos, una montaña rusa. Yo la acompaño en todo cambio, hasta el de ropa, por eso se me empieza a notar también la barriga. He descubierto que habían cientos de cosas mías que no le gustan, y otras (muchas) que ama con locura. Es linda también esta parte, sólo hay que respirar unas cuantas veces más y apoyarse, si se puede, en cualquier mantra.

Sacamos la ecografía del mes, el feto crece a una velocidad brutal, ya tiene forma y se mueve como si estuviera tocando las maracas con esos pequeñitos brazos que empiezan a hacerse notar. En unas semanas toca la ecografía genética para ver si todo marcha bien con eso, da un poco de vértigo, pero sabemos que pisará este mundo con pies de plomo o de plumas a la hora de jugar en  los jardines que lo verán crecer.
Ella se pone cada vez más hermosa, más fuerte, más auténtica. No se deja vencer por la gripe que no he conseguido contagiarle a pesar de las tontas recaídas. Encima tiene el atrevimiento de verme y sonreír, así, como si no se pudiera enamorar uno más de una vez en un solo día.

En fin.

No tiene síntomas pero sí algunos antojos, no tiene náuseas pero sí sueño. Todo marcha de maravilla.

Pd: algo dentro de mí dice que será machito, si es hombre o mujer ya lo decidirá con los años.

martes, 23 de julio de 2019

No tienes que venir con un manual de instrucciones, te acepto de todos los modos y de todas las formas. Confundida, con el pelo alborotado y llena de incertidumbre. Acepto tus días malos y los puñeteros momentos difíciles. Quiero poder compartir contigo todos los segundos que la vida nos presta, cada metro cuadrado de bosque donde jugamos a buscarnos las cosquillas. No importa cuántas tristezas tendremos que enfrentar, la felicidad sólo existe cuando nos elegimos entre toda esta multitud.

martes, 9 de julio de 2019

Celebración

Una copa de limonada para ella (por obvias razones) y una botella de juicio para mí por favor.
Hoy celebramos los abismos que aparecen cuando me asomo entre tu escote y por todas las veces que llegas a casa y me robas el poco juicio que me queda. Sin contar las veces que me arrancas esta seriedad estúpida que me cubre las gracias, o cuando interrumpes mi sueño, me arrancas la ropa, me llenas de promesas, o incluso, cuando haces las maletas y me arrastras a tus locuras. Sin planes, sin prisa, aceptando cualquier destino de tu mano, demostrando lo fácil que parece ser feliz.
Caminas desafiando al viento gritando que vas en busca de las cosas buenas que me falta por conocer. Mientras tanto, yo sigo sediento tus pasos, olfateando como un perro los destellos de tu sonrisa. No sé cómo explicar que tú eres todos los motivos, que estamos muy lejos de casa, que estamos perdidos y que amar es un camino sin vuelta a no ser que el regreso sea contigo.

jueves, 4 de julio de 2019

Metamorfosis

Se te hace cada vez más difícil volver a tu estado natural porque ya no tienes la misma escencia de antes. Tu inocencia se fue de putas, te mutilaron la confianza y te pisotearon el corazón. Y ni siquiera esa sonrisa en tu rostro es capaz de ocultar las marcas de todo lo que has tenido que pasar, de todo lo sufrido. No hay espacio en tu pecho para pequeñas chispas de esperanza, sólo queda una montaña de sentimientos incinerados que acumulaste con el pasar de los años.
Dejaste de preocuparte por ser entendido, de buscar respuestas, de ser aceptado. Te cansaste de interpretar la ausencia como libertad y descubriste lo liberador que es vivir sin falsas promesas, sin grandes expectativas. Te cansaste de usar excusas, de encontrar pretextos, de volver a los mismos errores, a las mismas personas. Has descubierto lo cambiante que puede ser el mundo y lo fantástico que es vivir sin temor a lo imprevisto. Tomaste por fin las riendas de tu vida, pillaste al toro por las astas. Te has vuelto auténtico, dueño de tu propia existencia.

miércoles, 26 de junio de 2019

Mes 2 antes de la paternidad

No tiene síntomas y eso a ella le preocupa. A mí me parece maravilloso que no los tenga, pero igual me ha metido el bichillo de la duda. Vamos a ir al  médico, no por eso, sino porque es parte del control natural de toda embarazada. Tengo que admitir que todo esto me da algo de miedo, mil preguntas me vienen a la cabeza "¿Estará bien? ¿Nacerá sano? ¿Habrá algún problema en el embarazo?" Intento no pensar mucho y disfrutar también de esta etapa.
Bueno, nos han dicho que tendríamos que verlo/a ya en la ecografía o por lo menos ver algo dentro de Diana, ya que recién empieza la quinta semana. Acá hago un inciso, últimamente todos se han vuelto expertos en embarazos: nos dicen qué hay que comer, cómo dormir o que tenemos que aprovechar en dormir, las cosas que no tenemos que hacer, a qué médico ir... etc. Lo hacen con buena fe, lo sé, pero nuestra cabeza termina hecha un lío y con más preguntas que respuestas. Al final hacemos un poco lo que nos sale del...
A lo que iba, vamos al médico y hacen la ecografía. Le introducen un tubo por la vagina con un preservativo y mucho lubricante. No dejo de admirarla, a pesar que se ve violento y se nota a lo lejos que no debe de ser cómodo, ella me mira y sonríe. Soy afortunado.
En la pantalla se ve una bola negra, como un agujero. La enfermera me mira y susurra: -ese es tu bebé-. Se me ha dibujado una sonrisa tonta en el rostro y los ojos se me inundan, miro sin entender muy bien la imagen mientras escucho al doctor decir palabras que no entiendo, en realidad  no lo escucho. Electricidad recorre mi cuerpo, como un toque de atención de la vida, como un abrazo en la parada del bus o como un primer beso en la puerta de la infancia.
-Voy a ser papá...- pienso y esa idea no deja de dar vértigo.
Luego de esa primera emoción las preguntas: Tengo un gato, ¿todo bien con eso?, ¿podemos seguir teniendo relaciones? ¿hay que comer más?
El gato se queda a pesar de las mil personas que nos han dicho con voz de señora que escucha misa por radio "¡Regalen al gato ya! LE VA A CONTAGIAR LA TOXOPLASMOSIS, MOSIS, MOSIS, MOSIS..." Amelia está más sana que muchos humanos y en palabras del doctor "qué culpa tiene el gatito de la poca información de la gente". A las otras preguntas creo que poco caso le hacemos a las respuestas.
Lleva siete semanas y vamos por el tercer doctor y este último ya es el definitivo, el que queremos para todo el embarazo. Por cierto, hemos escuchados sus latidos por primera vez y no voy a volver a contarles mi alegría y el repetido llanto que esto puede volverse un culebrón sacado de la misma Rosa de Guadalupe.
Sólo puedo decir que tengo mucha suerte de tener a una mujer tan fuerte a mi lado, tan valiente para asumir todo lo que se le viene, y, hay que joderse, no deja de estar hermosa.

PD: Ya aparecieron los primeros síntomas, no puede ver los lácteos, ni la avena ni los cereales. En cualquier momento me vomita completo.

miércoles, 19 de junio de 2019

Mes 1 antes de la paternidad

Todo está desordenado y con las prisas que llevo porque me esperan abajo de casa para partir a Ilo a un festival de teatro,  no me da tiempo de ordenar, así que dejo la casa hecha un caos.
Acabo de dejarla en el trabajo, me ha dado un beso tierno en los labios y está algo llorosa porque anda algo sensible. Yo, por mí parte, la abrazo fuerte y digo que regreso en unos días, pero que estaré pendiente por si necesita algo de mí. No sé, una palabra de amor, un grito de guerra o una caricia en la palabra para antes de dormir.

El viaje sin mucha novedad, entre amigos se hace más llevadero aunque no deja de ser pesado. Llegamos, nos espera el organizador del festival que nos lleva a comer y menos mal, estábamos hambrientos. Charlamos, nos cuenta un poco cómo van las cosas por ahí y nos habla de las fiestas de la ciudad. Había dejado el teléfono en la mochila y no le presté mucha atención, hasta que lo fui a buscar para avisar que había llegado bien.
-Cariño, ya estoy en Ilo ¿todo bien por allá?- escribo.
-Sí- responde con la imagen de un pollito saliendo de un huevo. No entendía muy bien qué pasaba, hasta que me envió una imagen: POSITIVO.

Me quedé en silencio, sonriendo, esperando volver a mí. Sólo sabía que quería estar allá, con ella, abrazarla como si el mar nos tocara los talones antes de la ola, besarle la frente y las manos, volver a abrazarla. Quería realmente estar con ella, hasta correr por cualquier campo, como en una película cursi, como una obra de teatro amateur.

Lo buscábamos sin querer
y lo encontramos queriendo.

Terminó el viaje. Dimos la función y regresamos a la ciudad.
Al llegar fui a buscarla, obviamente, sudado y casi sin dormir.

Estaba jodidamente hermosa...

-¿Tienes síntomas?- pregunté, ella me abrazó. Agarré con ternura su barriga, seguía algo sensible así que con la delicadeza que tiene me acarició las manos.

Joder...

Al final,
después de tanto tirar dardos,
esta vez di en Diana.

martes, 18 de junio de 2019

La noticia

De un momento a otro, y casi sin verlo venir, la poesía tomó forma y voló del papel a mi casa, se recostó a mi lado y dijo, con voz de autoridad, que no pensaba moverse de ahí.
Así pues, la abrigué con sinceridad y cariño, aceptando con la sonrisa más grande que pocas veces he visto estampada en mi rostro, que el invierno me había dado una tregua entre tanta noche helada.
Fueron pasando los días y algunas madrugadas, entre vinos nos confesamos heridas del pasado, cicatrices que nos recuerdan el porqué del paso firme en nuevas decisiones. En mucho tiempo, os juro, no había estado tan feliz.

Mi habitación era una leonera: en el escritorio bailaban entre mi desorden y los cuadernos de escritos viejos, sus cremas de manos, labiales, camisetas, pelos de Amelia que miraba, vamos a ser claros, con un poco de recelo al nuevo latido que se apoderaba de mi pecho. En mis brazos cabían las dos, el amor bonito hecho humano y el abrigo felino de mi incondicional compañera. Luego, algunas noches, las encontraba durmiendo a las dos. Recostadas como dos amigas que se juntan para ver películas y hablar de esas cosas que no confiesan a uno ni en discotecas a las cinco de la mañana. Qué maravilla de paisaje, yo pensando que era un día de mierda, pero ella, o ambas, me demostraban lo contrario.

Quererme nunca me resultó tan fácil.
Y no por mí,
sino para ella.

-Quiero vivir contigo- me dijo una tarde al oído, y antes que termine la frase yo ya le estaba haciendo un espacio en mi vida, un lugar para que coloque su cepillo de dientes en el baño, un rinconcito en mis cajones para su ropa, el lado derecho de mi cama y la promesa fiel de la libertad en plena compañía. Nos llenamos de lunas, paseos a lugares donde estallaron fuegos artificiales por vernos venir. De verdad, dejé la poesía de lado porque caminaba conmigo de todas las formas incluso en los peores escenarios.

Admiro cada detalle de ella, la capacidad que tiene de ver la vida y hacerla tan fácil, de dar la mano para ayudar a otros a volar.  Pasaron meses como años, discusiones como en todo, sin ninguna complicación para resolverlo. Pasaron sueños, cumplimos metas, disfrutamos aplausos entre el público, viajes, cafés..  etc.
-De esto se trata vivir- decía, pensando que no se podía llegar a más. Pero como siempre, estaba equivocado.
Yo estando actuando en una ciudad de mar, me llega una noticia que, de verdad, no sé cómo borrarme hasta ahora esa sonrisa tonta que tengo en la boca, no sé cómo parar de llorar pero de tanta felicidad. Soy un mejor hombre, soy otra persona, amo a una mujer, Diana, esa mujer que me convertirá en papá.

Y así,
supongo,
comienza mi vida.
Otra vez.

PD: Tranquila Amelia, ahora seremos tres humanos para ti.

miércoles, 8 de mayo de 2019

Siempre perderemos algo en el camino, y nos quedará apenas lo suficiente para reinventar, empezar de cero, como el movimiento previo de cualquier suceso. Después de un final, antes de luchar por cualquier cosa, primero debemos empezar por la supervivencia de la mente, su seguridad. Seguir adelante tal vez sea eso, no desistir a los sueños a pesar de los tropezones, no desacreditar lo que nos queda. Aunque a pedazos, caminar rumbo a una distancia irreversible del propio pasado, y quedar lejos de lo que pasó por el derecho a ser mejores personas ahora. O por la voluntad de dejar morir algo que ya no puede vivir más con nosotros.

jueves, 2 de mayo de 2019

Todo

Para mí una persona que se ríe sola mirando una película
o leyendo un libro en el sofá,
la que se va a dormir sin necesitar una compañía
y se estira ocupando ambos lados de la cama,
la que no espera una llamada o un mensaje de texto
y se arregla frente al espejo para sí misma,
entendió todo.

Bona nit.

domingo, 14 de abril de 2019

Piensa, piensa, piensa...

Un día despiertas pensativo y esta cosa a la que llamamos existir ya no te gusta tanto. Te sientas al borde de la cama y piensas en el cuerpo y en la mente, en el equilibrio de la cuerda floja por donde caminas, piensas incluso en las personas que mordieron tus sueños como nubes de algodón. Te sientes insatisfecho contigo, vas al espejo y dardos de preguntas absurdas te rodean: perder o ganar peso, los hombros, el cabello, azul o negro... Los ojos te arden, el día se muestra terrible, repetitivo, terriblemente repetitivo.
Un día despiertas y piensas en cosas que normalmente no sueles pensar. En el sol, en el aire, en el agua contaminada que gotea por los grifos, en los cigarrillos, en el alcohol, en las drogas, en la muerte ¿hasta qué año vamos a durar? ¿A qué dirección nos empuja la inercia? Piensas en la basura, en el ruido contaminado de los que hablan de moral sujetando el ratón con la mano izquierda, en las razones de la derecha, en los autos, en el tráfico, en las personas que van dentro de los autos y ocasionan el tráfico. Creas anagramas confusos que vas dejando por la mitad, proyectos, amores, Dios y Satán, el bien y el mal.
Te sientes cansado y cada día sabes menos de lo que pasa. O cómo pensar, o cómo parar de pensar. Cuánta tontería... eso jamás tiene un fin porque siempre estaremos equivocados y cansados de repetir los mismos errores, pensando en las cosas que suceden de la puerta para afuera, creando expectativas que nos dejan frustrados o felices, hasta el día que no haya más en qué pensar. O hasta que dejemos de existir.

jueves, 4 de abril de 2019

Poco a poco

Conocerla fue como encontrarse un billete de cien en la calle,
como saltar el muro que te separa del castigo de tus padres
o como ver sobrevivir a un perro esquivando un coche.

Ya sabes,
quedarse con esa sonrisita tonta todo el día
pensando en la próxima vez que tropezarás con su boca.

Tiene nombre de princesa
y eso que a mí siempre los finales felices me han parecido un coñazo,
como la estúpida idea de vivir una comedia romántica
que te distrae de las buenas porno.

Pero esto no va de finales,
sino de comienzos.

Tiene los ojos cafés y su cuerpo el sabor del vino,
y os juro que he podido paladear el mar en su cuello
cuando el sudor le recorre la nuca.
Ha bailado mis berrinches culpando al azar por mis tantos enfados.
Qué ironía tú,
Tanto escupir al cielo
y él regalándome el terciopelo del puto milagro de sentirme vivo.
Y cuando digo milagro me refiero a tus caderas pidiendo permiso a mis desastres,
a las mil maneras que tienes de hacerte un nudo en el pelo,
a tu pelo rebelde rompiendo el himen del “mañana tengo que levantarme temprano”.

Hay amaneceres donde la luna se equivoca de estrella,
y este poeta miserable no hace más que recoger los versos
que los lobos lanzan por tu ventana de pestañas bien al rímel,
de tu piel con cremas de aloe vera
de tus labios rojos deseando manchar los míos.

Conocerte,
supongo,
es como ir al supermercado y ser el primero en la fila…
No se me ocurre analogía mejor para explicarte,
para hacerte saber,
para contarte, digo,
que desde que llegaste a mi vida he dejado de ser el último.
Porque ya no compito con nadie.

domingo, 3 de febrero de 2019

Feliz adiós

Cuando vivo un momento feliz, no sé qué hacer con las manos.
Vuelvo a ser ese niño de tercero de primaria que sonríe y olvida taparse la boca para no mostrar los dientes torcidos.
Pienso en la tranquilidad cuando tomaba café en la terraza de mi departamento en Barcelona y me pasaba la mañana soñado con pájaros.
En estos momentos pienso en mi abuelo escuchando música con su radio a pilas encima del pecho.
Pienso en la carta que dejó por debajo de mi puerta aquella chica que ya no recuerdo su nombre.
Pienso en el último día de clase,
pienso en cavar agujeros en la arena de la playa,
pienso en la satisfacción de tomar una cerveza helada después del trabajo.
Pienso en el tiempo en el que no llamaría al tiempo.

Lo que duele de la felicidad es eso, no poder quedarnos, la vida no nos deja permanecer ahí.

Aunque me gustaría, lo juro.
Me gustaría deshacerme de todas esas cicatrices de adentro.
Me gustaría seguir disfrutando de mis dientes torcidos al reír cuando era un niño.
Me gustaría reencontrar la pureza y la habilidad necesaria de enamorarme de nuevo.
Me gustaría cavar agujeros y esconderme del tiempo.
Ver a mi abuelo todas las mañanas antes de las mañanas.
Me gustaría seguir tomando café en mi terraza de Barcelona...
Pero la vida me llama y debo irme.
Debo abandonar esos momentos felices para que sigan felices donde están.
Tengo que seguir adelante...
Hoy al menos sé qué hacer con las manos, y seguramente sea un gesto de adiós.

sábado, 2 de febrero de 2019

La boca me sabe a ron y las manos a otoño. Quién diría que estamos en pleno verano. He girado la esquina como pidiendo perdón al paso lento del viento donde me miran desconfiados los transeúntes, alguno ya ni siquiera sonríen. Me rompo la mandíbula intentado darle forma al vacío que me acompaña en cada paso, una ausencia que pesa más que cualquier compañía. Tu boca, esa boca... El corazón me late fuerte. Escribo para no desconcentrarme, para quererme un poquito menos, para manchar de lagrimas la pantalla del teclado. Muchas letras, pocas cosas bonitas. Pido ayuda a gritos, abro grande los ojos, cierro un poco las piernas. Tengo tabaco en los bolsillos, las cervezas ya no son buenas consejeras.

sábado, 19 de enero de 2019

Sábado con sabor a domingo

Sábado con sabor a domingo.
No tengo nada que hacer, estoy tirado en mi cama mirando el techo mientras Amelia caza una mosca que se ha metido por la ventana hace un rato. No quiero ver el teléfono, se me hace un vacío en el estómago cada vez que abro el whatsapp o Facebook, tengo miedo de seguir encontrándome con nada. Nada tuyo quiero decir. Menos mal que hoy no tengo laburo, no tengo que pegar tanto viaje para dictar clase, me refugio en la soledad de mi habitación, sumergido en el ruido de mi cabeza.
Es de tarde y a esta ciudad se le da por llover, supongo que desde que no estás la primavera no siembra esperanzas en la puerta, ni siquiera toca el timbre, sólo se desquita conmigo en las fotos que guardo en la memoria del móvil. Amelia está inquieta, dentro de poco le vendrá el celo, eso creo, no le pierde el rastro a la mosca. La pobre vuela intentando encontrar la salida, se estrella repetidas veces contra el cristal de la ventana, yo la observo y la observo...
Llegados a esta altura sólo me quedan dos opciones: abrir la ventana y dejar que sobreviva, o mandarte un mensaje y matarme con todos.

No lo sé.