domingo, 25 de agosto de 2013

¿A qué huelen los recuerdos?

Voy a masturbarme mirando tu
lado vacío de la cama.

Voy a acuchillar el onanismo absurdo de la memoria intentando juntar los trozos de un recuerdo sin futuro,
porque las heridas se curan abriendo una zanja más grande,
donde enterrar tus fotos,
tus mamadas de resaca,
tu aire de aventurera que hoy vaga en esta casa como un fantasma.
Y me jode sobremanera tener que recurrir a un sitio vacío donde sólo queda tu silueta dibujada en mi cabeza.
La de abajo.

Que disgusto.

Ayer hacía recuento de las cosas que has dejado olvidadas al irte,
pasaba lista a los cajones vacíos (sí, aún no los he llenado, no tengo cosas tan grandes que cubran tu ausencia).
Y son cinco,
cinco cajones perdidos en esta habitación que aún sigue buscándote,
cinco cajones de mierda que no puedo dejar de ver por las noches.
Están ahí,
callados y alertas,
confundiendo tus gemidos con mi llanto.
Te echan de menos.
Los cajones.
Y yo.

Las paredes tienen las marcas de tus uñas,
como las marcas que deja un preso contando en lágrimas su tan esperada libertad.
Y eso me siento yo,
un preso en estás cuatro paredes mustias,
condenado a mirar de pie los sitios donde follamos.
Mi delito fue hacértelo con ganas,
disfrutar de tu espalda arqueada
y tus gritos con eco,
cogerte con furia de los cabellos y drogarme con tu olor.
Mi delito fue sentir tu cuerpo sudado,
mirarte a los ojos en cada orgasmo,
sentir que éramos uno.
Sentir que éramos algo.
Y ahora estoy aquí,
encerrado en una jaula de adioses,
con las alas rotas,
sin posibilidad de volar.

La cocina es una pila entera de platos sucios,
comida pudriéndose en el frigo,
una copa con la marca de tus labios que se burla de mí a la distancia,
un recuerdo de los dos sentados,
yo en la silla y tú en mis piernas, preside la imagen central:
tú acaricias mis mejillas con los dedos y yo te meto mano por debajo del vestido blanco,
ese vestido blanco que tanto me gustaba verte puesto,
ese vestido blanco que tardaba tan poco en quitártelo,
ese vestido blanco que ahora es el protagonista de mis pesadillas,
de la única conversación que mantengo conmigo mismo los días que voy borracho.
Y ahora será otro el que estará con la mano debajo,
recorriendo el camino imaginario que dibuje de tus muslos a tu coño,
será otro el que te quite el vestido blanco,
tiñendo con su olor a tabaco nuestros momentos.
Que asco Joder...
Ahora sólo me paso el día mirando al suelo,
asfixiándome en la idea de que no seré más tu cimiento,
tu punto de apoyo para mover el mundo,
tu recuerdo bonito de un día malo.

Voy a apagar la luz,
voy a abrir la ventana
y me voy a masturbar.

Me voy a masturbar pensando en por fin decirte adiós.

jueves, 22 de agosto de 2013

Lo que sé del amor.

Lo que sé del amor es que tiene el pelo rojizo y los ojos claros,
pinta cuadros a carboncillo y sueña con vivir en Nueva York.
Disfruta de los bailes, de los cigarros por la ventana y si sonríe porque el tiempo lo exige,
puede bloquear hasta al más bravucón de los piratas.

Lo que sé del amor es que el 69 formó un 96 con inocencia,
que es tímida por instinto natural y que huele a flores recién cortadas,
que sus labios son dos manzanas y dan ganas de morderla,
que entre idas y vueltas ha clavado su bandera en el portal de mi casa.

Lo que sé del amor es que forma un huracán por donde pasa,
que si la miras mucho tiempo los ojos se te hacen chiribita,
que si te cuenta sus angustias es inevitable pensar en abrazarla,
porque tiene esa ternura,
esa magia de musa que cuentan los que aman.

Lo que sé del amor es que me manda mensajes sin motivo alguno
y a mí me encanta que juegue a enredarme el destino,
que me escucha atenta y me hace creer que le importo
y eso es lo más honrado que se le puede hacer a uno que habla aunque lo que diga no tenga sentido.

Lo que sé del amor es que sueño con vivir debajo de su falda,
hacerme una cabaña en sus lunares, beberme su tristeza y darle la mano las veces que haga falta,
saber que por donde mire estará ella mostrándome sus cicatrices y yo lo aceptaré sin juzgarla,
porque este camino es a medias,
sin desvíos,
sin desgracias.

Lo que sé del amor es que es la cosa más bonita que conozco
y puede que quizá ella también lo sepa mañana.

miércoles, 21 de agosto de 2013

Parte del problema... de ser tú.

Sé que todavía no soy lo que realmente quiero ser cuando estoy contigo.
Quiero decir,
ser yo sin máscaras que oculten mis días malos, buenos o mis ojeras en las peores resacas.
Porque las veces que hablamos jugamos a ser dos completos desconocidos que muestran con miedo sus defectos,
y sueltan alguna broma tonta para quitarle importancia a lo que realmente les mueve por dentro: los errores o experiencia (son sinónimos) de los años.
Eso sí, con la alegría de saber que cada paso es un signo de seguridad antes los ojos del otro que te mira
y no te juzga.

Una vez te dije: "cuando hablo contigo sólo tengo ganas de escribir"
y es que a veces sólo se expresarme con letras en una hoja de papel,
te mando señales incapaz de enredar palabra y en ese momento el corazón me cabe en una mano
y es tocarte, tocarme o escribir.
Y ya ves,
voy por el quinto poema

de ti.

Sudar por cada poro las veces que hablamos,
sonreír cuando entro al facebook y hay un número en la carpeta de mensajes,
abrirlo como un niño desenvolviendo un regalo el día de reyes
y leer con impaciencia, una y otra vez, la parte que dice que te acordaste de mí.

Conjuegas el pasado en un presente perfecto.

Cada día estoy más convencido que quiero conocerte a ti y todo lo que conllevas,
las veces que te peinas,
como le sonríes a los desconocidos,
si juegas a no pisar las líneas del asfalto,
como bebes las cervezas y cuantas veces te obliga ir al baño,
si prefieres una infusión o un café después de cenar,
como te da el sol cuando entra por cualquier ventana,
si cambian tus ojos de color con la luz de la mañana, la tarde o la noche,
las veces que hay que decirte 'te quiero' para que realmente lo creas,
si cantas en la ducha o en los bares,
a que saben tus lágrimas después de una pelea,
si te dan miedo las tormentas,
la intensidad de tus abrazos,
que tan fuerte aprietas con las piernas...

Vamos,
dejarle sin versos a Joaquín.
Eso quiero.

¿Me dejas?

lunes, 19 de agosto de 2013

Psicología inversa.

Me estoy haciendo un lío en la cabeza.
Como un lazo.
Agarro un pensamiento y lo ato a otro y así creo entenderte a ti,
pero no a mí.
Y eso, como dice mi madre, ya es un problema.

A veces miro por la ventana y me entretengo escuchando el sonido que hace el viento contra los contenedores de basura.
Y luego te imagino a ti adentro pidiendo auxilio,
nadando entre cáscaras de plátano y trocitos de papel con retazos de poemas,
intentando mantenerte a flote aferrada a un recuerdo bonito,
pero te crece el daño que me hiciste como piedras en la piel y te hundes,
alejándote en la basura como metáfora de mi memoria.
(Es mi escrito, déjame tener sentimientos ya te dejo a ti la razón).

Cambio de postura.

No me hace bien mirar por la ventana.
Cojo un libro, me tumbo en el sofá y sin venir a cuento empieza a llover.
Vaso de agua fría.

...la lluvia de verano es síntoma de que el fuego también se apaga...

Veo las gotitas de agua caer y te imagino abrazada a mis lágrimas,
ahogándote en el deseo inválido de hacerte mía,
como el mejor reencuentro después de una pelea absurda,
escondidos bajo mi cama juego a darte respiración boca a boca.
En mis lágrimas estás preciosa.

No, no...
No vayas por ahí.

Esto de ser un canalla se me agota a la primera sonrisa,
así que es mejor llegar a una conclusión.

Los dos, hemos decidido una distancia tácita como en común acuerdo.
Así es.

Que poca credibilidad,
estoy seguro que esto llegará algún día a ser psicología inversa,
quiero decir:
tú en mi pecho
y yo en tus piernas.

domingo, 18 de agosto de 2013

Las cosas que no sabes.

Llego al bar, dolor de cabeza, monto el equipo, bebo una cerveza, voy al baño, me miro en el espejo 'vaya cara chaval...', me pido otra cerveza, me siento en la barra, la gente empieza a llegar, me levanto, salgo a fumar a la calle, saludo, dos besos, un ¿cómo estás?, entro al bar, miro al suelo, levanto la cabeza...
y ahí estás tú.

Mirándome con una sonrisa dibujada y yo me vuelvo gigante,
te acercas y me das dos besos en las mejillas mientras pienso:
¿no te habrás equivocado de lugar donde besarme?
se me va el dolor de cabeza,
se me va la tristeza,
las ganas de no estar en el bar se convierte en un deseo de vivienda,
donde yo recite sólo para ti.
Y eso hago,
recitar y descifrarte en cada verso,
incluirte en una hoja de papel
inventando una vida que no nos ocurrió pero sí que soñe.
Y tú,
sigues mirándome,
atenta, pura, cristalina.
Sentada en primera fila me facilitas el besarte a la distancia sin que tú te des cuenta,
porque voy a robarte todos los besos,
voy a apropiarme de tus caricias,
voy a darte la mano debajo de la mesa para que nunca borres esa sonrisa,
esa que me estás echando ahora y hacen sudar mis manos.
Y me miras, y te miro...
todos dejan de existir
y el recinto cerrado son unos ojos claros con una flecha señalandote,
allí quiero estar,
abajo,
contigo,
y desgastar todas estas palabras en tu oído,
tomarme una cerveza mientras disfruto de tu olor,
de tus pequeños dedos medio pintados,
que me asfixies con tus abrazos,
que sabes de sobra que el espectáculo eres tú
y no lo que yo hago.

Termino el recital, bajo del escenario, copas de más, recojo los cables, el micro, la guitarra, voy al baño, saludo a más gente, ¿te gustó?, me siento en la barra, suspiro, pido otra cerveza, te busco, no estás, salgo a fumar, entro al bar, agacho la cabeza, levanto la mirada...
y ahí estás tú.

- Me gustó mucho el recital, me tengo que ir.
- Ah... bu... e... me gustó verte.
- El próximo viernes vuelvo. Hasta la próxima
- (Hasta mis sueños) Adiós.

jueves, 15 de agosto de 2013

De caderas y otras drogas.

                        Déjame presumir de ti un poquito.
                                              Toni Zenet

Ella baila sola,
y no es que le joda bailar conmigo,
pero es que cuando lo hace yo me quedo mirando las pecas de sus mejillas y me pierdo en el ir y venir de su cintura,
es como si una galaxia entera de sucedáneos mareara los versos que aún no he escrito,
desordenado las palabras y mis manos que sólo tienden a taparme la boca.
Abierta,
como el par en par de tus piernas en las peores noches.
Las mejores, vaya.
Y es que cuando ella baila las motas de polvo hacen una orgía tras las cortinas
y el suelo de madera escupe cenizas en cada uno de sus pasos,
se convierte en delito en cuanto a corazones se refiere
y crea agujeros con los talones donde chorrea encanto como gotas de semen
y ella las mira de lejos creando huracanes como pronóstico de lo que ambos sabemos,
se viene.
Y yo,
trasnochado y aún con resaca,
te miro bailar hipnotizado
y justificas en creces las razones para quererte,
para saber que entre mi torpeza existe un punto de equilibrio que se llama tú.
Si fueras pesadilla serías la asesina y yo el niño asustado que se esconde bajo la cama,
temblando,
esperando impaciente la hora de su muerte
o el tren que perdiste la noche que llamaste y me dijiste "Esta noche no seremos música" y yo me quedé contando kilómetros como angustia y minutos como meses.
Pero hoy,
ella baila sola.
A mi lado,
aunque yo no mueva las caderas sé que de alguna manera estamos conectados,
me lo dice su sonrisa,
su forma de mirarme.
Un, dos, tres,
te abrazo.
un, dos, tres,
un, dos,
un, dos, tres...

domingo, 11 de agosto de 2013

El después del después de tus ojos.

                 ...y en lugar del amor nos hicimos daño...
                                               Nacho Vegas.

No te vayas... espera un poco,
¿quieres tomarte una cerveza?
No te quitaré mucho tiempo, enserio.
Sé que tengo más defectos que virtudes
y que no me gusta la sinceridad en la puerta de los bares,
pero la ocasión lo necesita.

Necesita de nosotros.

Pon tu mano sobre mi pecho,
¿lo sientes? 
Esto es lo que me impedía acercarme a ti.
Se llenaba de sangre y bombeaba sentimientos que descontrolaban mi estabilidad,
me hacían temblar,
sudar frío
y la fuerza de la flaqueza se hacía gorda y entonces me apartaba con la mirada gacha
lamentando la sonrisa que otro extraerá de tu boca.

No quiero asustarte con todo esto que te digo, sino todo lo contrario.
Quiero darte motivos para despertar por la mañana
y de quitarte la ropa por la noche,
de salir a la calle sin saber exactamente por qué,
mientras cantas una canción cursi y miras fijamente a los árboles.
Quizá todo esto te esté cayendo de golpe y no sepas cómo reaccionar, pero por favor no digas nada ahora,
déjame hablar a mí y colorearte una vida donde siempre será primavera,
y pasaremos los domingos en la cama donde sólo nos levantaremos para ir a la cocina a por más cervezas,
cuando después de un beso de buenos días te entregues a la maravilla que es despertar juntos

...volar juntos...

Tendría que haberte dicho esto hace mucho tiempo y dejar los silencios para más tarde,
pero no pude.
Ya sabes, el corazón.
Pero tienes que saber que nunca será tarde,
que he paralizado el agosto con tus caderas,
que le he hablado al cielo de todos mis intentos de alcanzar tus cabellos de una vez por todas,
que las cervezas están cansadas de escuchar mis lamentos,
que hay veces que me resulto repetitivo en las paredes, en las servilletas de los bares, en todos los escritos del ordenador.
Que las farolas estarán encendidas el tiempo que necesites
y si es necesario bajaré las estrellas para que te alumbren,
que no voy a parar hasta que me quieras como yo te quiero,

que es para mí
y para siempre.

Concédeme un baile y no digas nada,
que quizá el corazón no me aguante.

Corazón.

jueves, 8 de agosto de 2013

Videopoema 1.



Sólo hay que tener ganas y dar con las personas indicadas.
Y yo para eso siempre he tenido suerte, creo.

Este es el primer (y espero no el último) vídeo poema que hacemos. Digo hacemos, porque yo sólo puse un grano para formar esta playa. Y si no fuera por Fidel Echeverría o Mireia Díaz yo estaría nadando en dirección equivocada.
Muchísimas gracias, por todo, joder.

Disfrutarlo y difundirlo, que vamos a montar una revolución.
Juntos.