martes, 27 de diciembre de 2016
Querida bailarina:
domingo, 25 de diciembre de 2016
Pronóstico para el 2017
domingo, 18 de diciembre de 2016
viernes, 9 de diciembre de 2016
Re-toque
miércoles, 23 de noviembre de 2016
Casi 32
viernes, 14 de octubre de 2016
Nostalgia encontrada en el bloc de notas
miércoles, 12 de octubre de 2016
Razones para no dormir
martes, 4 de octubre de 2016
Quédate
lunes, 12 de septiembre de 2016
AUTOSINPASIÓN
Miro tu fotografía del whatsapp como pidiendo auxilio
y me receto tres segundos de ti.
-Soy patetico- pienso.
Entonces te conectas
y por un momento
vuelvo a odiar
Barcelona.
-T e e c h o d e m e n o s-
escribo disfrazado en un "Hola".
Entonces los malditos check me declaran la guerra.
El tiempo es eterno,
la espera violenta,
mi amor infinito.
"Estoy angustiado.
Necesito que te vuelvas nudo otra vez entre mis brazos,
que me mires para saber que existo.
Que prefiero mi nombre en tus labios que en el sonido de todos.
Que el tiempo sin ti me da náuseas,
dolor de cabeza,
resaca el bendito alcohol.
Que necesito ver tus bragas pidiendo tregua,
tus pies pequeños pisoteándome la espalda,
tus manos sosteniendo mi vida.
Que ya no existe mundo si es sin ti.
Que me siento más hombre si me miras con cara de niña traviesa,
más valiente si te sientes frágil,
más frágil si quieres cuidarme.
Que he aprendido a llorar y a reír a la vez.
Que lo vamos a pasar bien,
también vamos a discutir,
por supuesto,
pero ya sabes dónde se hacen las paces.
Sólo dime -v e n-, camuflado en otro -h o l a-".
Todo eso pienso
mientras sigues conectada.
Desapareces del en línea.
Obviamente,
tú
no
dices
nada.
jueves, 8 de septiembre de 2016
Final abierto
"¿Puedo ser el fumigador que esperas esta noche?"
Escribo en la servilleta del bar donde tomo el café.
Fantaseo con la idea de ponerte, sin que te des cuenta, la nota en el bolsillo derecho de tu chaqueta pequeña.
Y que cuando la descubras se te suban los tacones al rostro, que tiembles como si la primavera te furse a morder, que saques el teléfono y contestes que sí, que me llevas esperando desde el sábado y que llego tarde.
Que me metas prisa.
Que te humedezcas los labios deseando jugar.
Se me pone cara de pelotudo y sonrío como si el mejor de mis abriles se asomara entre tu minifalda.
Estoy sentado al lado de la ventana, la ciudad está fría y llueve como si el cielo pensara lo mismo que yo.
El viento es terrible...
Entra cada vez que abren la puerta y sin permiso alborota todo. Tú ya has echado raíz, así que me siento valiente incluso para soportar un huracán.
El que vuela en realidad soy yo.
Hace unos cuantos días que sigo pensando en la camisa del viernes y se me ponen los ojos de sábado.
Tu piel flotaba en la tela como una pluma perdida en el viento y mis ganas bailaban en cada paso de tu ombligo desnudo. Nunca amé tanto una prenda en los dos significados de la palabra.
Dibujo huellas en la servilleta, al lado de la palabra "puedo ser", como marcado un camino hacia el norte, como si caminado hacia el norte encontrara mi centro, como si el centro llevara tu nombre.
Salgo del bar y disfruto mojarme con la lluvia pensando que tus piernas abiertas están en el cielo.
No corro,
camino.
Suelto la servilleta dejando mi destino en manos del viento. Ojalá estés caminado por ahí y lleves puesta la chaqueta pequeña, que por esas cosas del destino tu bolsillo derecho esté descubierto, que mis letras te toquen el hombro y te entre un escalofrío y tú ya lo sepas.
Que tú ya me sepas.
Ojalá que estés abriendo grande la boca (joder... No sé porqué dije eso), que leas la nota y aprietes fuerte los puños, que no lo entiendas pero que sí lo sientas. Que pienses en el hoy cuando fuimos ayeres.
Que saques tu teléfono y escribas:
"Fumígame la casa y sobre la mesa.
Date prisa".
domingo, 28 de agosto de 2016
No es otra nota de amor
A veces me quitas la vida.
Así,
como quien bosteza sin estirarse por la mañana
y no se preocupa si queda café en la despensa.
Como la brisa que te despeina al salir del metro
y hace que te sujetes la falda,
o como las veces que no usas tacones,
o los días que decides no pintarte los labios
y fumas ese cigarro tan fuerte que te hace toser.
A veces me quitas la vida.
Cuando me mandas un beso a la distancia
y eliges no leer los mensajes que te mando.
Cuando tus manos ya no taladran mi nostalgia,
ni palabreas mis frases de grande jugando a ser niño.
Así,
tan fría como el hielo que muere de a pocos en esta copa de whisky
que ni sé porqué bebo.
Como el cigarrillo que fumo,
apurado,
quemándome los dedos de la mano que se acuerda de ti.
A veces me quitas la vida.
Y me ignoras con esos aires de purpurina que te dan las ciudades grandes,
y me repites fehaciente que tienes claro lo que quieres sin mí.
Degradándome en la pirámide de las prioridades a elemento secundario.
Tan tuya siempre,
con ese miedo arraigado de no querer fallar
y decides guardar silencio antes de pisotear los cristales de mi infierno interior.
A veces me quitas la vida.
Cuando el amor se te escapa en paisajes que no llevan mi piel,
y te vistes moderna deseando que alguien más te quite la ropa.
-Ya no me queda memoria para tanta cicatriz-.
Señalo al azar cualquier rincón y en todos aparece tu nombre
mirando con pena mi culpabilidad.
No eres tú,
siempre fui yo.
Lo tenemos claro y en claro delirio te digo que tienes razón,
siempre fui dramático, nostálgico, soñador...
"El hombre que no tiene nada sólo le queda soñar".
A veces me quitas la vida.
Qué ironía.
Tú que siempre me la diste
hoy me dejas morir.
miércoles, 17 de agosto de 2016
La ciudad de la furia
Está sentada al borde de la silla, no le llegan los pies al suelo. Mira en la pantalla las fotos de una chica joven mientras se limpia, disimuladamente, las pequeñas gotas que resbalan por sus mejillas. “mi niña” se repite en voz baja.
Está triste, lo sé.
Yo también lo estoy.
Ellos se cocinan arroz para cenar y dicen que todos somos seres del bosque. De la tierra. Duende, chamán, hada y vampiros charlan en una cocina de cómo un policía mata a otro policía por el control del barrio. O del arte como metáfora de un sueño a distancia. “Chamo, ¿tú crees que nosotros estaremos bien en Barcelona?”
Quieren seguir escapando.
Yo también.
“El celular me lo tenía que meter entre las tetas, no sabes lo feliz que me hace caminar con el teléfono en las manos”. Sueñan con mudarse, estar en una casa donde no tengan que pedir permiso para prepararse el desayuno, bajar desnudas por las escaleras si les apetece. Practicar el amor después de revolcarse sin tener que taparse la boca.
Echan de menos ser ellas.
Yo a veces no recuerdo quién soy.
Se pone camisas y siempre huele bien. Trabaja en un call center vendiendo seguros “Ya sabes cómo se está poniendo el país, pero en realidad no tienen idea de lo que es la violencia. Aprovecho esa ventaja, porque yo sí sé lo que es, yo he visto como le disparaban a uno en la cabeza, te juro marico, casi me meo de miedo”. Me habla de su familia, de su gente, de la memoria y la lucha constante con el olvido.
Tiene miedo de volver.
Lo entiendo tan bien...
Desde el fondo un Iraní grita “ESOOOO” y se va haciendo ruido con sus suecos de madera.
martes, 9 de agosto de 2016
Buenos Aires siempre me recordó a Barcelona, pero más sucia.
A mí la verdad me importa poco o nada, no pierdo el tiempo mirando la mierda del suelo, el cielo es mucho mejor.
Tristan me habla de Suiza, pero le gusta más Brasil. Es bailarín de break dance y mientras me cuenta de su vida en Zurich y la compara vilmente con lo que vivió el poco tiempo que estuvo en Sãu Paulo mueve los brazos como retando al viento a duelo al puro estilo EMINEM. El viernes se regresa a Europa y está triste como un hámster enjaulado (no sé si los hámster se ponen tristes, pero estar en una jaulita llenándose el buche de frutos secos y corriendo en círculos... Me pone triste a mí, me veo reflejado años atrás).
Matías le pone agua al mate y se queja de su laburo -¡qué bien que te fuiste pelotudo!- me dice -Argentina ha cambiado mucho desde que la dejaste ¿eh? Pasando por los gobiernos de mierda que hemos tenido. Si yo te contara café...- y chupa el mate como si se fuera a solucionar la situación con ese sorbo. -Sí, me fue bien- le respondo con nostalgia. Matías es uno de los mejores actores que he conocido, siempre vivaz, cómico, melodramático como él solo, comprometido... No había más brillo en sus ojos. Era otro.
Lo vuelve a hacer, les dije que es buen actor ¿no?
Vivi y Andrea se han escapado de Venezuela. Son novias desde hace dos años y sin dudarlo (y obviamente por la situación) mandaron a la mierda al sodomita, viejo roto, de Nicolás Maduro para ellas poder florecer. Sobreviven vendiendo seguros en un call center. Siempre están sonriendo. Son almas puras.
Riquiño me enseña a preparar una buena feijoada mientras Luma me habla del vegetarianismo y que los huevos es como la menstruación de las gallinas (curioso y cierto). Ambos son brasileños y me llaman "viquiño" yo les digo que en Galicia biquiño es beso, ellos ríen y hacen bromas en portugués que no entiendo, pero sonrío cortésmente mientras leo la receta que me ha escrito con buena fe Riquiño.
Lucas sueña con ser periodista político. Él nació en Entre Ríos y por muchos años se dedicó a ayudar a su padre en un call center de cobranzas. -A mí me gustaba investigar a la gente che, saber dónde se esconden y llamarles para cobrar, y, alguien tiene que hacer el trabajo sucio- Mide 1.95, en sus ratos libres juega baloncesto y bebe tónica tras tónica... -La hija de puta de Kirchner mandó a matar al hijo de puta que la iba a denunciar un día antes ¡Un día antes! A todos los de arriba se les cae la pija con esa sicaria- Yo pongo cara de interés -cuéntame más- le digo y a él le suena la barriga.
Hoy empecé el taller de máscara balinesa, estoy como un niño en un jardín de amapolas.
Salí a correr.
Shakespeare hacia que el tiempo mate a sus protagonistas.
Beckett hacías que sus protagonistas mataran el tiempo.
¿Qué vas a hacer vos?
Buenos Aires.
Día 3.
lunes, 11 de julio de 2016
o sembraba flores.
Supongo,
que fue por eso que decidí colocarle un marco
y colgarla en la pared sobre la cama.
Para tener la sensación de estar durmiendo en un jardín.
Le gustaba escuchar música en francés,
el pan caliente por la mañana
y me acostumbró a tomar leche de soja;
decía que tenía que empezar a comer bien
y sano.
Me preparaba ensaladas que luego comía conmigo.
Eso era lo que más me gustaba de las ensaladas.
Amaba andar en bicicleta
y yo me moría de celos cuando lo hacía.
-nunca quedaré tan bien- pensaba,
luego me cogía la mano y me hacía andar junto a ella.
Yo he tenido que irme lejos por un tiempo.
Duermo en una habitación donde no se descansa por los vecinos,
pero pongo música en francés,
tomo un café con leche de soja
y me preparo una ensalada para cenar.
Me he comprado una bufanda nueva
que me pienso poner para andar en bicicleta.
No creo que quede tan bien de todas formas.
Ha pasado un tiempo ya,
pero no me preocupo,
después de vivir tantos inviernos
no todas las ciudades me dan frío.
martes, 28 de junio de 2016
Querida:
Echo de menos nuestra intimidad, nuestros momentos de rescatar al mundo, cuando hablamos de nuestros miedos, nuestros sueños, nuestras ganas.
A veces pienso que la vida es todo lo que nosotros construimos y no como la gente quiere que sea.
Y eso de construir y destrozar se nos da muy bien.
¿Sabes? Me gusta desde tu pelo hasta los dedos de tus pies, haciendo un recorrido entero por las perfecciones de tu cuerpo.
Sentir que encajas me hace una mejor persona, un buen ser humano, pero no sólo físicamente sino también intelectualmente.
Tengo ganas de estar contigo tomando una cerveza y escucharte, verte reír siendo ser tú, jugando a seducirme (siempre lo consigues) y ser completos y libres. Hablando de libros, películas y de cómo nos empotraríamos contra toda pared.
Me gusta que tengas esa vida, me gusta sentir que estoy en ella, me gusta que estés en mi vida. Me gustan tantas cosas de ti que no terminaría nunca de escribir, podría hablar desde el brillo de tus ojos o de tu pelo en una brisa otoñal. Eres una película constante que me mantiene en ascuas. Que me engancha, que me enamora. Una de esas que nunca sabes el final pero aguras cosas buenas.
Ojalá podamos acompañarnos con respeto y comprensión, con amor y ternura y con fuerza y obscenidad en los momentos tan nuestros.
Soy un toro muchas veces y treparía montañas por ti.
Una vez te lo escribí en el cuerpo: "mi vida ha sido trepar una montaña hasta llegar a ti" ahora es cuando me detengo y contemplo con calma y serenidad el paisaje.
Ahora, con mucho esfuerzo estoy construyendo mi casa sobre tu cuerpo.
Nuestra casa. Cualquier sitio donde estés tú lo llamo casa.
Te espero, te sueño, te ansío.
Con amor,
tu tuyo.
Victor.
jueves, 18 de febrero de 2016
Fuimos pura serendipia.
Y a veces creo que eres como un recuerdo que siempre está por venir.
Como esa palabra que se te queda en la punta de la lengua.
Como imaginar la cara oculta de la luna y dibujarla a mano alzada sobre una hoja de papel.
Joder,
siempre intento encontrar en mis entrañas las palabras justas para atravesarte el alma como lo hacen los pendientes con tus orejas.
No sé si lo puedes ver, pero hay un agujero pequeño en la manilla de la puerta.
Dicen que es para meter la llave.
No lo hagas, no sirve de mucho.
Siempre encontraremos la manera: para, como, por, y si...
No existen las barreras.
lunes, 25 de enero de 2016
sábado, 2 de enero de 2016
2016 Rapid eye movement.
No dejabas de sonreír.
Y es que en mi fase rem eras feliz con otro.
Me he despertado temblando, con 29 grados entrando por la ventana.
-No pertenezco a ningún lugar ni a ningún cuerpo- repetía en voz baja mientras iba al baño caminando descalzo. (Las cosas que quiero recordar las digo siempre en susurro, como pidiéndole perdón a la vida).
En el espejo he dibujado una sonrisa con el baho del agua caliente y he intentado encajar mi rostro en ella -me quedó muy grande- pienso, mientras sigo queriendo encajar a la fuerza.
Empieza la batalla y la.absurda.manía.de.ponerte.un.calzado.para.cada.tema.
Salgo a correr.
Odio correr cuando me despierto filosófico.
O imbécil.
Así que dejo que el viento haga el trabajo de destapar las mierdas que guardo dentro, que es parte del paquete de ser humano.
Aceptar que no soy dueño de nada ni de nadie me fastidia, será mi educación religiosa-capitalista que a veces aparece para darme por culo. Luego escupo al suelo. Como intentando desprenderme de todo eso. De todo mal.
Amén.
Pienso en mi familia, en mis amigos, en mi tierra, en la que está lejos, en los países que me faltan por conocer. Me imagino en una hamaca en Bali. Luego sentado en una plaza de Japón. No sé pienso en muchos lugares.
Lo único que tengo claro de momento es que todavía no encuentro ese maldito lugar donde respirar no me cueste tanto.
Llego al gimnasio sudando y metiendo barriga.
Miro a mí alrededor cuerpos. No personas. Sólo cuerpos. Porque nadie habla con nadie, todos están concentrados en el espejo y en sus bíceps.
Así que hago lo mismo.
Mi parte imbécil vuelve a recordar el sueño, y como un yonki con el mono me pongo a levantar pesas.
Trato de hacerme el fuerte y vencer a mis fantasmas, los hijos de puta se han levantado en armas y se están haciéndo notar. Me recorren el estómago a pellizcos y mi cabeza analítica y castigadora los apoya.
-Esto no me gusta- digo mientras me acerco, otra vez, a un espejo.
-Pero ¿qué es lo que no me gusta?- Pienso fríamente.
No llego a una conclusión.
Vuelvo a casa con el cuerpo pesado, sudado y cargado.
Agua caliente y otra ducha.
No, esta vez no voy a dibujar una sonrisa en el espejo.
Sino en mi rostro.
Te lo tengo jurado 2016.