martes, 28 de junio de 2016

Querida:

Echo de menos nuestra intimidad, nuestros momentos de rescatar al mundo, cuando hablamos de nuestros miedos, nuestros sueños, nuestras ganas.
A veces pienso que la vida es todo lo que nosotros construimos y no como la gente quiere que sea.
Y eso de construir y destrozar se nos da muy bien.
¿Sabes? Me gusta desde tu pelo hasta los dedos de tus pies, haciendo un recorrido entero por las perfecciones de tu cuerpo.
Sentir que encajas me hace una mejor persona, un buen ser humano, pero no sólo físicamente sino también intelectualmente.
Tengo ganas de estar contigo tomando una cerveza y escucharte, verte reír siendo ser tú, jugando a seducirme (siempre lo consigues) y ser completos y libres. Hablando de libros, películas y de cómo nos empotraríamos contra toda pared.
Me gusta que tengas esa vida, me gusta sentir que estoy en ella, me gusta que estés en mi vida. Me gustan tantas cosas de ti que no terminaría nunca de escribir, podría hablar desde el brillo de tus ojos o de tu pelo en una brisa otoñal. Eres una película constante que me mantiene en ascuas. Que me engancha, que me enamora. Una de esas que nunca sabes el final pero aguras cosas buenas.
Ojalá podamos acompañarnos con respeto y comprensión, con amor y ternura y con fuerza y obscenidad en los momentos tan nuestros.
Soy un toro muchas veces y treparía montañas por ti.
Una vez te lo escribí en el cuerpo: "mi vida ha sido trepar una montaña hasta llegar a ti" ahora es cuando me detengo y contemplo con calma y serenidad el paisaje.
Ahora, con mucho esfuerzo estoy construyendo mi casa sobre tu cuerpo.
Nuestra casa. Cualquier sitio donde estés tú lo llamo casa.

Te espero, te sueño, te ansío.

Con amor,
tu tuyo.

Victor.