miércoles, 19 de diciembre de 2018

Ya me perdí
en ojos
azules,
verdes,
negros...

Pero en esos
tus ojos castaños,
es donde yo
me encontré.

martes, 11 de diciembre de 2018

Lluvia

La primera vez que sentí una lluvia fuerte fue cuando vivía en Buenos Aires. Todavía recuerdo el sonido de los truenos y las gotas que caían con rabia del cielo porteño, haciendo que te empapes en menos de cinco segundos. No creo que pueda olvidar esa lluvia, era un adolescente que recién salía de casa. Pero no tuve miedo.
Luego, en Colombia, en Medellín, cuando me quedé en casa de una amiga junto a otro grupo de amigos con los que recorrí parte del país cafetero. La casa quedaba en una montaña, tenía una piscina cubierta para ese entonces de lodo. La lluvia rebotaba en el césped, el agua me cubría los pies. Pero no tuve miedo.
En el país vasco, tenías que esconderte en los portales a esperar que pase porque golpeaban con fuerza en la cabeza las regordetas gotas de lluvia, los rayos a veces parecía que te iban directo a los ojos, un espectáculo. Pero no tuve miedo.
He visto llover en varios sitios: el txirimiri de Lima, con neblina en Ecuador, la lluvia en el mar de Barcelona, en la montaña verde de Rumanía, sobre el Sena de París, en el lago Balaton de Hungría… de verdad, he visto llover en varios sitios. He visto paraguas rotos, tejados inundados, aceras agrietadas y en ninguna tuve miedo.
Hoy vi llover en tus ojos,
sentí el diluvio en tu pecho,
unas lágrimas con vocación de meteoritos.
Llovía en tus ojos y no de alegría. Yo era un ser patético que no supo acompañar tus pasos, no supo apaciguar el dolor. Llovía en tus ojos, y mis palabras arruinaban cada gesto de tus labios torcidos, quizá tú sólo necesitabas un abrazo, o un pedazo de amor en medio de la acera. Peatones que te miraban como se mira el amanecer y a mí con odio. Llovía en tus ojos y a me temblaba hasta el hipotálamo, el suelo de gelatina, el cielo de cualquier color menos del que te gusta. Llovía en tus ojos y yo estaba muerto de miedo.
Luego,
subiste al bus
y no volteaste a mirarme.
Encima de todo,
por encima de ti,
me salvas del temor.

miércoles, 5 de diciembre de 2018

Olvidaron avisarme que buscar razones para vivir es una batalla eterna, y que en esa guerra no existen vencedores. Podían haberme dicho que el mundo no es justo y que en ocasiones la verdad no tiene un lado bueno. Olvidaron decirme, también, que no puedo jugar en las manos de alguien, porque tarde o temprano las personas se van y luego no sé qué hacer conmigo. Con los pedazos quiero decir. No me avisaron que la vida se hace más corta cuando no sabes disfrutar intensamente cada minuto que nos han dado. Joder, es que me podían haber dicho que no es fácil eso de existir, que encontrar la salida toma su tiempo, que sólo nos queda la esperanza de un nuevo día y que cada nuevo día trae cosas nuevas.
Que sí, que ya lo sé, que vivo perdido...
Pero todavía no renuncio a encontrarme.

martes, 4 de diciembre de 2018

Quería decirte

Quería decirte todas esas cosas bonitas
que las canciones románticas hablan,
mientras este lunes sigue silencioso,
esperando, tal vez,
que mi teléfono suene y seas tú invitándome al cine el martes.
Quería decirte todas esas cosas bonitas
que las canciones románticas hablan,
todas las que termino disimulando al enviarte un emoji
en formato de girasol o berenjena,
cuando, de hecho,
me gustaría que fuese un corazón rojo.
Rojo,
como tus mejillas al volver de paseo,
cuando montas bicicleta,
o cuando terminas de follar.
Rojo,
como las rosas,
como los labiales,
como los besos que te robaría
si te distraes por un segundo.
Quería decirte todas esas cosas bonitas
que las canciones románticas hablan,
y decirte que fácilmente,
y sin dudarlo,
te llevaría conmigo
si te apetece bailar sobre los hielos de este pecho moribundo.

lunes, 5 de noviembre de 2018

Quédate conmigo

Quédate conmigo
no sólo hoy,
no sólo por un día,
no sólo hasta mañana.
Quédate conmigo
hasta el miércoles,
o jueves y viernes.
Quédate conmigo
hasta que olvidemos el reloj,
hasta quemar los calendarios.
Quédate conmigo
en los días aburridos,
en los sábados de cerveza,
en los domingos de sofá.
Quédate conmigo
mientras me quede
mientras quieras quedarte.
Quédate conmigo
cuando quieras escapar también.
Quédate conmigo,
así, recostados por inercia,
saltando al vacío por un sueño,
intentando buscar esa vida mejor.
Quédate conmigo,
porque cuando sonríes
todo al rededor florece,
Quédate conmigo,
porque en tus ojos entendí
el significado de la palabra hogar.

domingo, 28 de octubre de 2018

Hace dos copas que no hablo de ti
y parece que el viento me haya arrancado la lengua.
La gente me mira extrañada,
como si me faltase una parte del cuerpo en donde iba tu nombre.
La sombra de tu ausencia es lo único que queda de mí.
Y tu recuerdo,
claro,
que cada puto segundo aparece para recordarme
por qué estoy bebiendo ahora.

No ocurre nada interesante en esta fiesta,
salvo la chica de pechos grandes que me sonríe
cuando se da cuenta que la miro como un viejo mira el diazepam,
pero no haré nada.
No quiero enfrentarme a la tristeza de buscar tus ojos en el rostro de otra persona.
La luna y yo estamos peleados,
ya no me cuenta nada de ti,
te oculta en la parte que no se deja ver.
Yo la he llamado puta unas cuantas veces.

Voy por más cervezas.

Miro desde la terraza la calle,
gente paseando,
el tren que pasa cada hora,
algún que otro perro callejero…
No sé a quién quiero engañar: te busco.
Fantaseo con la idea que aparezcas debajo
y me sonrías con esa mirada que me follaba cualquier intento de aferrarme a ti.

Tan tuya,
tan de primavera.

Mi niño interno quiere el tobogán de tus cabellos negros que planchabas cada mañana,
los ojos cafés que decoraban tu rostro moreno.

La chica de pechos grandes me ha preguntado mi nombre,
dice que ha leído cosas mías.
Tiene una camiseta blanca que trasluce un sujetador de flores.
La he visto muy poco a los ojos.
Yo asiento con la cabeza cada frase que sale de su boca,
no la escucho tampoco.
Me siento una mierda de persona.
Me presenta a sus dos amigas que insisten en ir a bailar.

-No bailo- les digo con cara de pocos amigos,
pero me arrepiento y lo suavizo con un: –necesito beber más-.
Sonríen como si les hubiese contado un chiste
y yo me siento forzado queriendo encajar.
Ella, la chica de pechos grandes,
me ha susurrado al oído que en su departamento tiene una botella de vino,
que podemos ir después de todo.
No sé qué carajo es “después de todo”
desde que no estás todo es después de ti.

Miro la hora y son las tres de la mañana,
no las once y once.
Ya no creo en la magia ni en los milagros,
la vida se ha encargado de eso.

Enciendo un cigarrillo,
no sé cuánto tiempo más puedo aguantar en este lugar
lleno de gente que compite por el verso más elocuente,
por quién tiene la polla más grande
o la billetera más ancha.
Cantan canciones de amor abrazados,
despliegan sus pasos de baile por el intento inútil de aparearse.

Salgo muy despacio del lugar, tomo un taxi
-¿A dónde lo llevo señor?
-A casa.

Bona nit,
o lo que mierda sea.

lunes, 22 de octubre de 2018

Búscame

Por favor,
sólo búscame.

En los versos de las canciones que guardas en tu teléfono,
En las gotas del agua de la ducha fría de tu baño, 
en la cocina donde preparas la comida con prisas porque se te hace tarde,
o debajo de la manta cuando te quedas dormida en el sofá.
Búscame en los pasillos de tu universidad,
en los apuntes de tu cuaderno o en los dibujos esos raros que haces.
Búscame en la banca del centro donde nos conocimos,
o desde Sachaca hasta Cerro colorado.

Por favor,
Búscame.

Cuando tengas insomnio,
junto a los demonios que han llegado para no dejarte dormir.
Búscame en las películas románticas que miras con tu hermano,
en las gotitas del té que te preparas,
o en las hojas de esta primavera que florecen
y has olvidado regar.

Búscame cuando despiertes,
en el lado vacío que nos carcome el pecho y la cama,
en cada rincón de tu entrepierna donde ya no te buscan mis dedos,
o en la foto que decora la nostalgia de un adiós que no vimos llegar.
Búscame cuando estés en tus peores días,
y en los mejores también ¡qué coño!,
Búscame cuando te rías, cuando llores, cuando bosteces,
búscame incluso cuando te hayas cansado de buscar.

Sólo
y simplemente:
búscame.
Que yo estaré aquí,
esperando.

viernes, 12 de octubre de 2018

Me siento desplazado intentado, con la estupidez que me caracteriza, sabotear mis propios planes. El dolor no es ajeno, sino mío. Me escondo bajo las sábanas y me repito una y otra vez que todo está bien, incluso sabiendo que el cielo está oscuro allá afuera y que mis lágrimas ya han inundado la mierda que escondo en el suelo.
Mastico la esperanza, pero me muerdo la lengua.
No soy un tipo que va muy lejos, nunca lo fui. Pero a pesar de las pocas fuerzas en las piernas, sigo arrastrándome en medio del abismo. De todos mis descuidos.
La vida sigue escupiéndome en los ojos
y yo no hago nada.

viernes, 14 de septiembre de 2018

Tengo ganas de quedarme.
Permanecer en tus brazos, abrazarnos, uno al pecho del otro. Tener tu olor en la punta de la nariz como el café de las mañanas, con el sabor de tu boca en mis pupilas. Quedarme con las marcas de tus dientes en el cielo de la memoria, y en el cuerpo una señal que pasaste por mí, sobre mí. Quedarme, pegado a ti como un perro callejero, sin un reloj que nos diga lo contrario.

Estar contigo.
Existir junto a ti.

miércoles, 12 de septiembre de 2018

Tengo miedo sí.
Aunque siempre te diga con claridad todo lo que siento por ti, existirá ese maldito miedo en medio de tanta certeza. Tengo miedo de perderte, miedo a que un día estés tomando un café con una amiga y dudes. No hay nada más humano y peor que la duda. No sirven de mucho las palabras de aliento que intentan mostrarme lo contrario, no puedo pensar de otra manera que no sea esta. Has sido mi mejor solución, mi punto de apoyo para enfrentar al mundo que invento entre letras, pero, joder... Tengo miedo.

Bona nit.

jueves, 30 de agosto de 2018

Supongo que has llegado
para llenar de color mis silencios,
tan grises y opacos en su devenir de culpas
y cabezazos contra la pared.
Para darme equilibrio
en esta constante cuerda floja
por donde camino
cuando creo tener una buena idea.

Supongo que has llegado para irte después.

No tienes que quedarte arrastrando mis cadenas,
yo también sé cargar con la amargura de las derrotas.
Me hago cargo.
Supongo que has llegado porque te dio tristeza mi sonrisa,
porque te dio pena mi arrastrado corazón.

domingo, 22 de julio de 2018

Joder,
es que eres bonita de todas las formas
y de todos los ángulos,
se mire por donde se mire.
Con todas tus cicatrices,
tu pelo desordenado,
tus marcas de nacimiento,
tus manchas por el sol (tan envidioso él),
tus estrías (y lo sexy que son),
tus ojeras de tanto trabajo...
en fin.
Si alguien ha visto algo malo en ti,
seguro vio reflejado (en tus hermosos ojos negros) sus propios y tristes defectos.

Chico puente.

Hay un agujero en mi lista de contactos
desde que decidí eliminar tu número del teléfono
para no caer en la tentación.
Como siempre.
No te borre por no querer saber más de ti,
sino por todo lo contrario:
para no llenarte de mensajes repitiendo una y otra vez
las ansias que tengo de verte.
Y leer,
como un niño abriendo una bolsa de regalos,
que tú quieres lo mismo.
Suena ilógico ¿verdad?
Pero la angustia en el pecho de saber que tú estás con otro
mientras hablamos de nuestros planes a corto plazo,
me carcome la idea de caer en todos tus abismos
si hace falta.
Me he pasado el día entero subiendo y bajando esa lista,
por si en algún arranque de locura o borrachera
te puse otro nombre (o un suspiro)
y aparezcas otra vez para devolverme aquella sonrisa tonta
que se fue junto contigo del teléfono.
O quizá,
esperaba (no hablaré de la inconciencia)
un mensaje tuyo.
No he tenido suerte.
Cada vibración sin importancia
me recordaba que por primera vez en mi vida
quiero hacer las cosas bien
después de tantas malas decisiones.
Estoy cansado de ser el segundo,
el suplente de turno cuando las cosas no van bien,
el chico puente de mujeres con problemas conyugales.
Me entristece porque siento que me fallo a mí.
Supongo, que eso es lo que Arequipa me puede ofrecer.
Luego pasa lo de siempre:
la cama vacía,
la ducha helada,
el frío entrando por los pies,
los putos domigos...
Bueno,
como decía,
miraba aquella lista tan falta de ti,
de tu nombre como una gotita de “valeriana” en el café,
de tus ocurrencias que me hacían sentir adolescente.
De tu -ya sabes mi respuesta-
De mi -quiero escucharlo de tu voz-
Tan deprimente
como un niño sin un balón en la calle,
tan patético
como escuchar el discurso de un político,
tan confuso
como un verano sin sol.
He mirado la foto de perfil de todos mis contactos,
se ven tan felices...
En la mía salgo frunciendo el ceño.
En fin,
La decisión está dentro de ti
y en el silencio también hallaré la respuesta.
Tal vez tengas razón y sí,
debería cambiar mi nombre por ansiedad.
Y tú por amor.

jueves, 19 de julio de 2018

Semana 1 después de ti.

En la soledad del invierno que me carcome como un perro rabioso, la primavera ya no se deja ver, la llevas escondida en el pecho con los besos que me faltaron por darte. Eso me tiene de mal humor últimamente, no por la primavera, sino por la sequedad de mis labios en esta lejanía sin ti. Y sin mí, claramente.
Cuando abro los ojos por la mañana lo primero que hago es estirar el brazo hacia el teléfono para darme cuenta que tampoco estás escondida ahí, la soledad se llevaba mejor con un mensaje de buenos días o un “espérame cariño que llevo café y ganas de quitarme la ropa”. Me miro en el espejo como buscando el rastro del hombre que solía ser, y ahora sólo encuentro los escombros del recuerdo, de la falta de memoria, de mi poco interés por las cosas cotidianas. Vestirme parece un viaje al centro del infierno, la ducha una tortura china, el desayuno un vacío existencial donde ya no habita esa ventana con vistas a tu boca.
A veces tengo miedo de la terquedad de la esperanza, de ese crepitar en mis oídos recordándome tu nombre, de este sin sabor que le queda a la literatura desde que ya no sé ni qué escribir. Espero que donde estés, te cueste decir mi nombre, no por el capricho del odio, sino por el miedo a la voz alta y que yo, sin que lo quieras, vuelva a aparecer.

Día 6 después de ti.

Anoche soñé contigo, yo te perseguía por un bosque y tú corrías juguetona como si conocieras perfectamente ese lugar. Llevabas un vestido blanco que de vez en cuando se te levantaba por el viento y me dejabas ver la primavera. No podía alcanzarte. De repente, aparecimos en una rueda gigante del parque de atracciones, la gran noria giraba y giraba, y yo buscándote en los otros vagones. Cuando llegaba a la parte más alta se veía la ciudad entera, por abajo algunos parecían hormigas, otros parecían luciérnagas que corrían encendidos, como con prisas. Todos hacían los mismos movimientos, una y otra vez, como pequeños robots. Sentía que la gran rueda me llevaba al mismo lugar de siempre, ahí, donde no conseguía encontrarte. Te vi saltar y me asusté, pero seguiste corriendo. Yo, sin dudarlo, salté detrás de ti, es la primera vez que no sentí miedo al hacerlo. No dejabas de correr y reías, con esa risa que tienes, esa risa que regaba el jardín con mis enanos que se deslizaban entre tus piernas las noches que decidías esconderte conmigo en esta habitación tan falta de ti (siempre repetías que nos equivocábamos tanto, en realidad nos equivocamos muy poco). De pronto, corrías por el parque del avión, y yo no podía entrar porque las rejas estaban cerradas con candados gigantes. Trepabas el avión gritando -¡alcánzame tontito!- y saliste volando. Te perdía de vista entre las nubes hasta que de un momento a otro saltaste en paracaídas. Corrí, corrí muy rápido para alcanzarte, esquivé coches, esquive edificios, salté algunos arbustos, giré la esquina y ahí estabas tú… besándote con otro.

Al despertar me di de golpe con la realidad, me serví una taza de café y toqué la guitarra hasta que me dolieron los dedos. Coño, cuando una persona te quiere en su vida, ella misma te coloca allí. No tienes que competir con nadie para tener ese espacio.

Ya te vale…

Día 5 después de ti.

Echo de menos el sonido de tu voz, la dulce melodía de tu cántico al hablar, tus palabras extrañas de sillar, tan propia, tan personal. Podría reconocer el sonido de tu voz en medio de una multitud de voces, estoy totalmente seguro de eso. Tu voz no sólo la sentía en mis oídos, sino también en la piel como si fuese una forma diferente de tocar: "Voy a tu casa cariño, tengo ganas de incendiar contigo la rutina". Tu voz tocaba mi alma de una forma completamente física, misteriosa... joder, no sé cómo explicarlo. Tu voz hacía conmigo lo que el otoño hace con las hojas, bastaba escuchar un simple hola de tus labios para sentir que me sobraba la ropa.
Cada vez que me llamabas por mi nombre,
o por cualquier otro nombre que tu amor me dio,
yo existía un poco más.

Día 1 después de ti.

Te voy a contar un cuento:
Un maestro muy sabio caminaba por el bosque con su discípulo cuando se encontraron con una vieja casa de madera. Era una casa de aspecto muy miserable, decadente donde vivía una familia muy pobre, andaban descalzos, vestían con ropa sucia y gastada. El maestro le preguntó al padre de familia cómo hacían para sobrevivir en aquellas condiciones, y el hombre le dijo: "Nosotros tenemos una vaquita. Una vaca que nos da leche y con el poco dinero que ganamos, con esta leche, sobrevivimos".  Cuando el maestro y el alumno se fueron, el maestro le ordenó a su discípulo: “Busca la vaca, llévala al precipicio y empújala por el barranco". El alumno sin saber si hacía bien, algo confundido ya que la vaquita era el único medio de subsistencia de aquella humilde familia, fue a buscar a la vaca y la lanza por el precipicio. Unos años después, aquel joven discípulo regresó a la casa para pedirle perdón a la familia culpabilizado por lo que había hecho, y vio que aquella casa ya no era una choza. Estaba hecha de ladrillos, la familia vestía ropa de buena calidad, y el jardín estaba cuidado con muchas plantas y flores. El padre de familia le explicó al joven: "Nosotros teníamos una vaca que se cayó a un precipicio. Como vivíamos de ella nos vimos con la necesidad de hacer otras cosas, y poco a poco fuimos despertando, y fuimos descubriendo habilidades que no sabíamos que teníamos. Gracias a eso, ahora vivimos más cómodamente que antes".

Todos tenemos una vaquita que nos da la falsa sensación de seguridad, nos hace creer que necesitamos de esa vaquita para vivir. Nos hace dependientes de la rutina. Y la rutina, como sabrás cariño, es otra forma de morir. Todo nuestro mundo se reduce a lo que la vaquita nos proporciona…

Tú no necesitas de esa vaca,
tú eres feliz corriendo libre con los toros.

Día 4 después de ti.

Normalmente si salgo a beber es para no recordar tu rostro. La putada es que mi cuerpo se acostumbra fácilmente al alcohol y no pensar en ti es imposible e inevitable. ¿Sabes qué es lo que más me jode? Que esta vez te recordé porque quería compartir la felicidad del momento contigo. No recordar lo malo, el dolor y toda esa mierda, sino que me detuve a pensar en todos los buenos momentos que tuvimos juntos. Y sabes, oye, está bien pensar en ti, porque eso es lo que pasa cuando una persona marca tu vida ¿no? Está bien echar de menos esos momentos porque es sinónimo que algo bueno nos pasó, aunque muchas veces no lo queramos aceptar. Puta melancolía caribeña...
No sé a quién quiero engañar.
La verdad es que bebo para olvidarte,
pero cada sorbo que doy tiene sabor a ti.

martes, 17 de julio de 2018

Deseo

Sinceramente te deseo un buen amor.
Que te dure, que te sane, que te alegre.
También te deseo una boda bonita.
Que te compense, que valga, que te marque.
Te deseo, por lo que sigue, una familia estable.
Que crezca, que sume, que esté.
Y por último,
te deseo una buena memoria,
y que ella te recuerde todos los días
que conmigo podría haber sido mejor.

domingo, 15 de julio de 2018

También hay poesía en el dolor.

Mensaje recibido 17/12/1X 18:25

Recuerdo que antes me quejaba de que eres antisocial... de no querer salir tanto como yo, de preferir quedarte en casa para no tener que mantener contacto con las personas. Tú, poeta, te tomabas tan en serio ese papel... 
Pero sabes, hoy te agradezco el hecho que seas así, porque no estoy en peligro de toparme contigo en esta pequeña ciudad. No estoy en peligro de encontrarte en el mercado, en la farmacia, en las tiendas del centro, en los restaurantes, en la plaza o en los bares (y mira que te gustan los bares. O las camareras, no sé). No corro peligro ni cuando paso por delante de tu casa y nunca estás en el balcón o en la ventana del salón tocando guitarra. Aprecio que nunca te encuentre, porque sólo Dios sabe lo que pasaría dentro de mí si mis ojos se encuentran con los tuyos en medio de la multitud. Si mi olfato encontrara tu olor en medio de la calle... 

Y esto no es una tregua querido, 
es una declaración de guerra.

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Limpieza

Arreglando mi habitación encontré pedazos tuyos por todas partes. Pedazos que mezclé con mis cosas para sentirte más cerca cuando te daba por ver la luna desde otra ventana. Encontré pedazos de los sábados tranquilos en los que tú dibujabas flores en los bordes de mis cuadernos que yo regaba por toda la casa. Encontré las notas que le dejabas a mi compañero de piso para que nos deje solos un rato. Encontré escritos que hacíamos juntos.
Arreglando las cosas de mi habitación encontré un vacío en la pared donde colgaba nuestra foto del viaje que hicimos al sur. Encontré un vacío en el escritorio donde pegabas tus pósits que te hacían recordar las cosas que tenias que hacer al día siguiente. Esas notitas que me quedaba mirando día y noche, preguntándome si de verdad lo necesitabas.
Arreglando los libros encontré un vacío en la estantería. El libro que me diste el día de Sant Jordi ya no estaba. El libro en el que escribiste una dedicatoria en la portada e hiciste un dibujo nuestro lleno de corazones. El libro que te preocupó tanto y te hizo preguntar a todos mis amigos si realmente me gustaría.
Arreglando mi corazón encontré un vacío. Ese espacio en blanco que no puedo entender porqué está allí después de tanto tiempo que te fuiste...

sábado, 14 de julio de 2018

Día 3 después de ti.

Cuántas veces no sentí ganas de salir de mi cuerpo y encarnar un objeto sin vida. Un lápiz, una pluma tal vez, o cualquier otra cosa inanimada, silenciosa, inmóvil... Así me he sentido yo, una nada rodeada de todo. Y con lágrimas en los ojos, los puños cerrados apretando el orgullo, descubres la inutilidad de llorar por cosas que no valen la pena.
El dolor es igual a un barco que observas estando en la playa, parece que está parado, te distraes con otra cosa y cuando vuelves a ver el barco está lejos. Cada vez más lejos.
Es difícil aceptar que estás jodidamente mal, todo se vuelve duda, paranoia, rabia, impotencia. Sentimientos que ya conozco por el caos que siempre ha sido mi vida, y te lo digo con franqueza: todo pasa.
Mi cama me parece el mejor lugar del mundo ahora mismo. Paso horas recostado mirando el cielo de la habitación, pensando en las líneas que forman paisajes soñados. Pongo música en los auriculares, sobre todo para no escuchar a la vecina gritar llamando a su gato. No duermo, pero por ratos cierro los ojos. Ignoro un poco esa voluntad de salir por ahí y gritar a los siete vientos la mitad de las cosas que me taladran el pecho.
No está mal no saber todo, sólo trato de mantener presente lo esencial: “Lo bueno de los malos momentos es que pasan”.
Lo malo, es que los buenos también.

viernes, 13 de julio de 2018

Día 2 después de ti.

Llevo un par de horas mirando fijamente este folio en blanco sin saber muy bien qué escribir. Al parecer mis dedos no se acostumbran a tu ausencia, y tampoco quieren. La costumbre es la resignación de quien no sabe qué decir a tiempo, supongo.
Dormir ha sido un jodido logro, he dado más vueltas que una peonza intentando encontrar respuestas a las miles de preguntas que llegaron a declararme la guerra y no dejarme dormir, o para incendiarme los sueños como en una caza de brujas. De verdad, sigo sin entender nada. Todo en esta cama ardía, sobre todo el vacío que has dejado del lado izquierdo, ahí, donde te gustaba retorcer el gesto diciendo que algún día vivirías conmigo, señalando cada esquina donde cocinaríamos el amor.
Arequipa no tiene ni puta idea de lo que es un centro histórico si no te ha comido el coño.
He regado la planta que me regalaste, la suculenta. Tiene agua para un par de semanas más. Tengo miedo que muera en el vacío de mi ventana, como ahora tengo miedo de ti. Miedo a que me olvides, miedo de perderte joder, de un definitivo final.

No sé si lo sabes,
pero desde que no estás
ha dejado de salir el sol.

domingo, 10 de junio de 2018

Asilo


Dame una noche de asilo...
Eso dice la canción que suena en el reproductor
mientras acaricia con ternura mi bajo vientre.
-Esta canción es para ti- me susurra cerca del pecho,
como si le estuviera confesando un secreto a un viejo amigo.

Llevamos un par de horas recostados en la cama,
algunas veces se queda en silencio,
en otras se envuelve con mi brazo
como si no le quisiera dar tregua a lo helada de esta ciudad.
La habitación es un cúmulo de oportunidades
que terminan cuando cierra la puerta
y me dice que su familia la está esperando para comer.

Es ahí,
o, sobre todo,
que las palabras no quieren tocarme el paladar.

Dale una noche de asilo…
Parece decírmelo Drexler como si dependiera de mí.
No quiero verte vestida ni quiero que me tapen los ojos,
pero se nos hace tarde, lo sé.
Odio tener que resignarme a la sequedad de la distancia,
a la rutina de mis ojos tristes sonriendo al recordarte,
a tener que lamer cada esquina de estas hojas sin ti.

Pero te subes el pantalón lentamente,
el pelo te acaricia la nunca como una cascada
y te abrochas el sujetador encerrando al animal
que me habita en el pecho al verte.

Miro,
con nostalgia e impotencia,
como la vida se esfuma
en la elección de otra persona.

Date una noche de asilo…
Me lo digo en voz baja al dar la media vuelta.
-Soy un jodido accidente- te lo he repetido esta tarde,
la mancha negra en tu declaración de futuro,
la opción mediocre en el café con tus amigas.

Todavía no entiendo
Por qué no quieres verlo así,
verme así.

Tú seguirás durmiendo con otro,
yo seguiré durmiendo conmigo.

Dame una noche de asilo…
Dice por última vez Drexler
y yo apago el reproductor.

martes, 5 de junio de 2018

Miércoles

Hace días que no tropiezo con la casualidad de tu risa
y tengo la sensación de haberme olvidado de algo.
Regreso buscando tus pasos o mis descuidos,
pero todo termina donde comienza el siguiente bordillo,
ahí, donde pillas el bus para ir a tu casa.
Entonces me doy cuenta que no es lo que he olvidado,
sino todo lo que te recuerdo.

Esta ciudad de provincia le declara la guerra a mi olfato de perro
y a todas esas cosas que me hacen daño.

Esa manía tuya de hacer de los miércoles un fin de semana,
del centro un aeropuerto con destino a tu boca,
del pasaje de la catedral un confesionario
donde los te quieros vienen adornados de turistas.
Siento que no me alcanza la vida para vivirla contigo,
así que tendremos que agregar otro día aparte del miércoles
para que la soledad pierda de una puta vez la memoria.

Tu piel morena que opaca a este crudo de ojos,
tu risita de niña traviesa,
mi espalda que no se acostumbra
a la ausencia de tus manos.

Joder,
Todos los días deberían ser miércoles…

La vida no consiste en hacerse preguntas,
sino en conocer las respuestas.
Y en todas mis respuestas estás tú.

Hasta mañana señorita.

domingo, 20 de mayo de 2018

Domingo 20 de mayo.

Otra carta que corre despacio para esconderse en cualquier dobladillo de una falda y yo sigo sin saber muy bien cómo empezar. Otra vez.
¿Sabes? A veces la soledad me escupe en las esquinas cuando el día se vuelve noche, la resaca desayuno y el café una obligación. Todo generalmente los domingos.
Confieso que echo de menos tener a alguien o sentir que soy importante para alguien con esos detalles tontos que llenan de significado cualquier existencia.
En pocas palabras, echo de menos la compañía.
Me gustaría que el teléfono sonriera un mensaje diciendo “Voy para tu casa, compra cervezas que ando un poco caprichosa”. Me gustaría ver películas con un cuerpo abrazado al mío, vistiendo pantalones holgados con calcetines de distinto color. Que se hagan bolita entre mis brazos, discutir porque me he perdido gran parte de la película por estar buscando otras cosas entre la siesta y sus bragas.
Follar, como dos supervivientes hasta conseguir hacer fuego del árbol caído. Y en otras ocasiones echo de menos quedarme mirando a los ojos a alguien hasta que el sueño nos gane, y al recostarnos, buscar nuevas formas de hacer el amor.
(Ahora suena Damien Rice en el portátil)
Hay días que me es difícil ver más allá de la puerta cerrada de mi habitación…
Me gustaría envejecer con alguien que quiera lo mismo conmigo. Con un gato, un perro y tal vez un niño. Tomar potes de helado hasta engordar. Decidir hacer dieta, aunque estemos condenados al fracaso. Quiero sentir al mundo girar sin esta sensación de vacío que me carcome las mañanas, descubrir nuevos artistas, nuevas canciones. Que se rían de mis tontos y tantos escritos, hacer preguntas de los libros que lee con tanta pasión. Quién sabe, podría preparar hasta cenas moderadamente aceptables en una casa pequeña, con algunas plantas y suelo de madera antiguo, cuadros colgando de la pared, libros que se acumulan en la estantería, una toalla mojada sobre la cama, ropa interior decorando los suelos, el sonido de la noche entrando por la ventana… Todo eso.
Vaya sueños tontos, clichés que te hacen torcer la nariz, pero estoy seguro que en el fondo todos buscamos un poco de eso.
Cada domingo mi casa está más vacía, las canciones son más melancólicas y tengo la sensación que mi espejo sólo habla del tiempo que pasa sin parar. Pero incluso, por más que pase el tiempo y la vida sobre mí, seguiré imaginando ese tipo de cosas.
Voy a poner estos sueños en el cajón de mi imaginación, junto al otro, donde soy un niño panzón corriendo por el jardín.

Maldito Damien Rice.
Peto.

jueves, 17 de mayo de 2018

Lunes 14 de mayo.

Nunca sé muy bien cómo empezar una carta. ¿Debería usar un "hola, todo bien" o "cómo fue tu semana"? En fin, no lo sé. Al carajo, tampoco sabría cómo suena tu voz al responderme.

No he podido dormir muy bien, me he despertado varias veces de madrugada... Echo de menos fumar y eso hace que eche de menos Barcelona. Llevo una vida "sana" ahora, no sé si lo sabes. Un coñazo, no hago más que quejarme, pero mi cuerpo lo agradece. Mis padres también supongo, aunque ahora no podrías decir eso de -si supieran lo que hace su hijo-. Yo lo llamo la crisis de las treintas.

¿Sabes cuando las palabras rebotan dentro de ti con fuerza? Creo que eso me pasa constantemente y necesito garabatear todo buscando refugio. Por eso te escribo esto, porque mi lengua se queda sin punta de tanto desearlo. Y no me refiero al universo que me cabía entre las orejas los días que nos aliábamos con el mundo, sino al hecho circunstancial de escribir, no sé si a ti o a mí, pero escribir.

He ejercitado mi amor propio, trato de cuidar también lo que cubre el envoltorio. Hacer las cosas que me dan placer y alegría, ya sabes. Pero extraño a alguien para hablar sobre el mundo y dar esos viajes que tanto me gustan compartiendo carretera. A veces pienso en los motivos de estar solo, como si la culpa fuera mía o de la vida (sé que no lo es, pero a algo o a alguien tengo que señalar para sentirme menos idiota).

No es que sea un hombre aislado de la sociedad, pero no he encontrado muchas conversaciones reales por ahí. La gente sólo habla de ellos mismos y me sorprende la manera superficial que tienen de hacerlo. Como si fueran el reflejo de otra persona en un espejo, nada más. Echo de menos reflexionar... A veces me da curiosidad o morbo, mirar el mundo como las personas que me rodean, como quien mira por el agujerillo de una puerta, pero lo único que miro son sus ambiciones del futuro lejano. Yo prefiero quedarme aquí, enamorado del hoy. Parece que todos usan los sueños de la misma marca.

Y... yo estoy cansado.

PD: Olvidaste tus ojos en los míos.

jueves, 10 de mayo de 2018

Mi universo es diferente al de los demás. No me gustan las historias a la mitad, soy exigente y amante del infinito. Mis pensamientos son violentos y golpean con fuerza mi interior. Vivo en la eterna nostalgia sin saber de quién o de qué. Me carcome la angustia de esperar por algo incierto. Quiero todo, quiero el mundo, y después de dos minutos ya no quiero nada. Todo se vuelve irónico. La mayor parte del tiempo no sé quién soy o qué hago, me siento como el reflejo de una figura abstracta en los cristales del suelo. Ando perdido, sin norte, sin brújula, sin estrella guía, sin religión, sin cielo. Me refugio en la sombra, en la niebla, siempre con un poco de amargura, debilitado y raramente comprendido. Paso largo rato mirando mis propios ojos buscando una respuesta que me devuelva el sentido. Tal vez soy el sueño de alguien que no consigue despertar, el anhelo de un abrazo o un una birra cuando todo parece estar bien. Aquellos que me ven todos los días apenas saben que el dolor contra mi puerta se estrelló y se quedó viviendo conmigo, como el fuego que destruye todo a su paso.

domingo, 29 de abril de 2018

Otro infierno se asoma.

Tiene un corazón que no le cabe en el pecho
y unos pechos que no me caben en las manos.
Está recostada sobre mis piernas
como si en mi piel encontrara un motivo,
el mar le recorre los hombros,
en las mejillas los columpios de mi infancia,
un lunar juguetón en las laderas de su cuello.

Y yo la miro,
y la miro…

Se le ha antojado pasar el día en casa.
Hemos preparado algo de café,
quedan pocas cosas en la alacena,
así que nos mordemos de rato en rato los sueños
cuando las nubes se nos meten en los ojos.
Lee un libro de Nicanor Parra,
una antología que se titula “Obra gruesa”.
Yo, por mi parte, escribo.
Nada en concreto,
sólo las ideas que me vienen cuando
se dé la vuelta y me apriete un poco más fuerte
por las costillas.

El sol le refleja en el pelo
y tiene la palabra VIENTO tatuada en la nuca
(nunca estuve más de acuerdo con el destino).
No sé mucho de ella y eso está bien,
siempre he creído que el amor no está en lo que se dice,
sino en lo que se calla.
Por momentos bosteza,
y cuando lo hace me busca las manos con sus dedos,
me acaricia el rostro con ternura,
me toca los labios,
me besa de a pocos.

Lleva puesta una de mis camisetas que agarró
del segundo cajón de la cómoda,
no hay nada de ella en mi casa,
pero ella está aquí llenándolo todo.
Me ha hecho entender a la fuerza
la palabra vacío a pesar de todas las cosas que tengo.
Tiene en lugar de acento melodía,
y no quiero volver a escuchar mi nombre
si no es su boca la que me llama.

Veintipocas primaveras
y yo repleto de inviernos...

- ¿Puedo rozar mis pies con los tuyos? Tengo frío.
- Claro, pero espera que me recuesto de lado, ya no quiero seguir escribiendo.

Siempre existirán otras cosas,
otras personas,
otros lugares en el mundo.
El secreto es dejar
que descubra todo eso solo(a),
y aun así,
o sobre todo,
prefiera quedarse contigo.

domingo, 22 de abril de 2018

Ánima

No necesito ayuda, tampoco necesito de suerte.
Lo que realmente necesito es fuerza para luchar
sabiendo que esta vez será todo por mí, y para mí.
Necesito ser imparcial y paciente
para aceptar que esto es sólo otra de las miles
de guerras que ocurren diariamente.
Y en esta guerra nadie es especial,
sólo se gana si se sabe rescatar la lección en una derrota.

Siempre he pensado que la mayor decadencia del ser humano
es transitar por distintos errores y no aprender nada de ellos.

Espero que tú también decidas bien,
siempre hay momentos en el juego
donde resulta imposible cambiar las piezas.
Tampoco te deseo suerte y no te ofreceré ayuda,
porque la mala suerte es sólo un azar dado
a tu manera de hacer que todas las cosas vuelen por los aires.

Somos eternos estrategas en la guerra del día a día,
una guerra interior,
una guerra tan fría que no hay ganadores,
sólo algunos sobrevivientes gravemente heridos
luchando por algún propósito cualquiera.

Después,
quizá sea demasiado tarde
para disparar en una realidad cualquiera.
Después,
quizá sea demasiado tarde
para entender que nadie se queda por mucho tiempo
en ese lugar llamado vacío,
porque una vez que consigues descifrar el vacío
el silencio, la revelación aparece con más fuerza.

El momento de hacer las maletas siempre es aquí y ahora.
Por más que encontremos luz en el camino de carreteras oscuras,
esa luz estará llena de incertidumbres incuestionables.
Sólo necesito valor para seguir mi curso,
porque mi pasado no fue de los mejores,
y mis aciertos dejaron mucho que desear.

miércoles, 18 de abril de 2018

Me prometí que está vez todo sería diferente: nada de acelerarse el corazón cuando te vea, nada de sorprenderme recordándote con cara de idiota, nada de echar de menos tus abrazos, nada de dolor de barriga cuando me vibre el teléfono con tus mensajes...
Vamos, nada de sentimientos.

Entonces,
sonreíste,
y mis promesas
se fueron a la mierda.

domingo, 8 de abril de 2018

Ilusiones

Estaba hecho mierda... pero aguanté cada puto segundo de mi existencia sin ti.
No fue nada fácil por si lo pensabas, no lo fue.
La peor batalla no ha ocurrido contigo, sino sin ti.
Pasé mucho tiempo por los suelo sin nadie que me tienda una mano o una birra, que me diga -o te levantas, o te levanto- y a empujones me ponga nuevamente de pie.
Estaba roto, hecho pedazos, no había nada rescatable de ahí. Tuve que levantarme solo como ya lo he hecho otras tantas veces por culpa de este olfato de perro para las cosas que me hacen daño.
Aguanté noches de insomnio, de no dormir hasta que los ojos duelen, de contar ovejas con números que no cabían en mis manos.
Entendí a la fuerza el significado de la palabra eternidad.
Escuchaba a esos jodidos cantautores que tienen dagas en lugar de letras, leía frases de personas que... en fin. O miraba tus fotos en el intento desesperado de suavizar tu ausencia. Algo tenía que ocurrir, pero todo era en vano. Cada vez que lo hacía el pecho me apretaba como si un puño me entrara a la fuerza, como los cientos de mensajes guardados en el eco de la desesperanza.
A nadie le importaba, a nadie, ni siquiera a mí.
Joder, y pensar que hablábamos con tanta certeza del nosotros, con tanto amor que parecíamos protagonistas de alguna estúpida película romántica.
Todo era perfecto y yo siempre le tuve miedo a las cosas perfectas, todo era hermoso y horrible por igual.
Vivimos en una ilusión, en la utopía de los que están condenados a perder. Y cuando todo se vuelve real, cuando los sueños tocan tierra, existir pasa a ser una palabra sin definición en los diccionarios.
Supongo que no tienes ni idea de cómo me sentí y desperté los días siguientes.
¿Sabes qué era lo patético? Que todas las noches esperaba una llamada tuya, o un puto mensaje diciendo que me echabas de menos, que todo estaba bien. Obviamente nada de eso pasó.
Nadie entiende ese tipo de dolor hasta que lo experimenta.
Y hoy, después de otra caída, puedo decir con absoluta certeza, que nada es perfecto como parece. Al final, todo es una ilusión creada por nosotros mismos en la búsqueda desesperada del amor.

jueves, 5 de abril de 2018

No somos una pareja,
no sellamos un compromiso,
ni nos hemos puesto sobrenombres.
Mira a qué punto hemos llegado,
suena absurdo ¿verdad?
Ninguna palabra nos define ahora.
Nos quedamos en el medio,
somos todo,
aunque no sea nada.
Es la relación más hermosa
que puede existir,
sin etiquetas,
ni títulos,
sólo dos personas unidas
por un sentimiento en común.

lunes, 26 de marzo de 2018

Soluciones

Tiene un culo precioso. De verdad, es imposible no mirarla. Se ha quedado dormida en el sofá mirando la película que me prometió ver hasta el final. Siempre pasa lo mismo. Luego se despertará de un salto y me dirá de ir a la cama. Yo la llevaré en brazos como esos recién casados en la Luna de miel y le quitaré poco a poco la ropa. Menos las bragas y los calcetines, claro, ella tiene frío en los pies hasta en el verano. No sé, cuando hago esas cosas me siento bien, me siento útil. Luego me pedirá que la abrace por la espalda hasta que le vuelva a dar sueño. Odio dormir así, con todos esos mechones de pelo incordiando la postura, entrando por mi nariz. Pero adoro el olor que tiene en la nuca, y más cuando se pega a mí, tan tierna.
Joder, no sé cómo solucionar eso...

viernes, 23 de marzo de 2018

Ven y quiereme

Sólo ven y dime que me vas a querer de todas las formas posibles. Que me esperas con los brazos abiertos dispuesta a recibir el impacto que significa caer de mi abismo hacia ti.
Que me vas a querer con todos mis celos absurdos, mis momentos (no tan raros) de impaciencia, mi desconfianza a las cicatrices y esos ratos amargos de inseguridad.
Que me querrás con mis dramas y mi melancolía caribeña, mis tantos y tontos errores, mi estúpida arrogancia, mis bromas sin gracia, o mis días de no-romanticismo.
Que puedes querer y aceptar todos mis tipos de provocación, mi cariño desmedido a otras personas, mis cambios inoportunos de humor.
Que me puedes querer con esta cabeza confusa que tengo, mi memoria irritante, mi sinceridad sin filtro.
Que me querrás las noches que quiera hablar mucho de amor y los días que no quiera hacerlo también.
Quererme y aceptar. Todo. No por mí, ni por ti, sino por nosotros.
Porque yo estoy dispuesto a hacerlo.

lunes, 19 de marzo de 2018

Sí.

1
Dijo que sí.
Me quedo paralizado unos segundos sin saber muy bien qué hacer. Espero a que la pantalla del teléfono se oscurezca, me quito la ropa y voy a darme una ducha.

2
Paso un buen rato en remojo.
Después, busco otra vez el teléfono para leer bien el mensaje ya que todavía no asimilo del todo lo que he leído.

3
Sí... Dijo que sí.
Sin rodeos, sin adornos, sin dar más explicaciones. Un simple, corto y seco... Sí.

4
Cierro el puto whatsapp.
Voy a la cocina, recuerdo que me queda media botella de ron del día que vino Jose a visitarme. Tengo la intuición que será una noche larga.

5
Abro el último cajón de la mesilla.
Todo está desordenado, sobretodo mi vida. Encuentro un atado de puchos y todavía le quedan cigarrillos. Entre los escombros, una película de Polanski se asoma "Un dios salvaje".

6
Enciendo el portátil y preparo la película.
Llevo el cigarrillo a mi boca y giro la rueda del mechero. No uso vaso, bebo directamente del pico de la botella. Doy tragos largos.

7
No le presto mucha atención a Polanski.
Todo pierde el sentido, y en mi cabeza tu jodido "sí" dando golpes como en un partido de tenis. Ni siquiera la media botella de ron me hace olvidar lo pésimo del día.

8
- ¿Estás saliendo con otra persona?
- Sí.

jueves, 15 de marzo de 2018

Reconstrucción.

Cuando ella se fue
llegué a pensar que eso
del amor no era para mí.
Al comienzo fue difícil
y con el tiempo… en fin.
Con el tiempo me fui adaptando,
supongo,
intentando recuperar el amor
que perdí en el acto patético
de buscarle las cosquillas.
Ya no entraba en su perfil,
no recordaba su olor
después de la ducha,
borré todo rastro
de su risa de mi memoria.
El verano pasaba de largo
y las faldas coqueteaban
con mis ojos saltones.
Comencé a cuidar de mí.
Empezando por el pecho,
el lado izquierdo sobretodo.
Bares por aquí,
borracheras por allá.
Toqué otras pieles,
besé otros labios,
lamí otras piernas.
Algunas veces,
su nombre se asomaba
por la punta de mi lengua,
pero el alcohol se encargaba
de llevarla al fondo del retrete.
Todo estaba bien.
Al principio fue difícil,
lo confieso.
Y aquel que haya pasado
por lo mismo
sabe muy bien
de lo que estoy hablando.
Ahora ando tranquilo,
tengo unos cuantos libros nuevos
en la mesilla de noche,
más tiempo libre en los bolsillos
para hacer lo que me dé la gana,
y un corazón que sonríe en cada beso
cuando las ganas me presionan
la barriga.
Alguien cuida de mí,
amor propio se llama.

domingo, 11 de marzo de 2018

Sonrisa tonta

Siempre fue el amor quien me encontró cuando yo estaba distraído, cuando no esperaba nada: de camino al bar, en la fila del supermercado o en la tienda de la esquina de casa. Fue él quien llegó pisando despacio, con cuidado de no romper los cristales de mi espejo interior. Fue él quien empujó la puerta de mi vida y se coló sin decir palabra. Un día desperté, estaba en pijama, o sea, en calzoncillos y con un solo calcetín (los inviernos duermo con un solo calcetín, por temas de equilibrio o estupidez) y él estaba ahí, sonriendo en mi pecho. El amor quiero decir.
No sirve de nada prepararte para cuando llegue, no sirve de nada hacer el ejercicio diario de las cualidades que tienes para impresionar al mundo que te rodea. El muy cabron, conocerá perfectamente tus virtudes y los defectos que ocultas sin necesidad de publicidad y te aceptará tal cual eres. Puede ser cualquier día y en cualquier momento: con ropa cotidiana, con el pelo alborotado, dentro de una librería o paseando por la calle perdiendo constantemente el autobús, los trenes o la noción de ti mismo.  El problema, pienso yo, es que ya no confiamos en la sorpresa y el misterio. Estamos acostumbrados a tener todo planeado. Y el amor, créeme, está dispuesto a arruinar todos los planes que has hecho antes de que él llegue. Sí, así funciona.
Podemos saber cuándo nos atacará la duda, cuándo lloverá o saldrá el sol, pero creo que nadie sabe cuándo llegará el puto amor, la hora o el lugar. Nadie sabe, sólo sucederá, y esa tonta idea me hace sonreír. Incluso con la vergüenza de llevar brackets a mi edad.

sábado, 3 de marzo de 2018

Hoy

No esperes la felicidad como se espera por una pizza o el próximo verano. No te rindas al fracaso de ser quien se queda inmóvil en una esquina esperando el timbre de la puerta o el vibrar del teléfono. No seas quien depende, quien se resigna. De verdad, no hagamos eso con nuestra preciosa y efímera existencia. Somos mucho más que lágrimas y bajones de ánimo. Somos también la risa y la sorpresa de saber que el mundo no se acaba con el amor de alguien que se fue, o el efecto de una buena droga. Somos parte del mundo, un poco de la droga, parte de un todo, ligados directamente a esa rutina universal que nos obliga a inventar salidas y atajos por el impulso cínico de la supervivencia.

Dicho esto, ¿qué planes tienes hoy?

sábado, 24 de febrero de 2018

El amor es saber cuándo ceder, estoy seguro. Es intercambiar fiestas por sofá, es comunicarse con sólo una mirada, es practicar sexo en lo literal de la palabra, es aprender el uno del otro. El amor es vivir en plural teniendo en cuenta la singularidad y la independencia de la pareja, es dejar los celos y predicar la confianza, es saber preparar café para dos. Es discutir por el color de las paredes, es montar un mueble sin leer las instrucciones, es terminar con la ropa y el corazón por los suelos. El amor es pedir, no mandar. Es mirar juntos el episodio de aquella serie, es cubrirse con la manta hasta la barbilla, es soñar en infinito. El amor es ver la misma película un millón de veces y seguir riéndose en las mismas partes, es un brazo adormecido de tanto cariño, es detectar la tristeza con un solo movimiento, es tomar un vino en la terraza. El amor es abrir una puerta atascada con mucho cuidado y no lo de forzar hasta romperla.

Si no eres capaz de lidiar con eso, no eres capaz de lidiar conmigo. El amor exige intimidad. Y estar conmigo también.

martes, 20 de febrero de 2018

Hoy eres la cicatriz que me recuerda
que el amor no correspondido
no es amor desperdiciado,
se llama amor a uno mismo.
Y que no todo fin
es el fin del mundo.
Es hermoso vivir,
incluso sintigo.

lunes, 19 de febrero de 2018

Vamos a ver...

Voy a intentar ser lo más claro posible después de escuchar unas cuantas de tus estupideces.

Primero, tienes que entender que suenas bastante idiota cuando dices eso de "se está haciendo la difícil" o "le gustan los hombres de tal tipo". Cada mujer es un universo, pero aquí y en la china un no siempre será un no, todo después de eso es acoso.

Sólo basta verte con esa pose que vendes de machito elegante, de dandy barato de discoteca, que incluso soltaste un comentario de "ese trago es de mujeres". No te estás enterando de nada.

Mira, me has pillado de humor así que te voy a echar una mano:

A las mujeres les gusta divertirse, igual que a ti ¿te sorprende? Les gusta salir con sus amigas sin ser acosadas por capullos como tú. Les gusta vestir con la ropa que les dá la gana sin sentirse observadas, y ya sabes a qué tipo de miradas me refiero. Les gusta publicar fotos con amigos sin que tu cerebro de corto entendimiento, piense que es un garche de paso. Les gusta ser libres.

Pero vaya si tuve que aguantar tus comentarios...

Tío, tú no las admiras, las violentas. Con ese discurso machista que soltaste de "a las mujeres no le gustan los hombres blandos" ¿tu padre te enseñó eso? Lo peor es que estás confundido al pensar que actitud es lo mismo que forzar la barra.

Les gusta la seguridad. Les gusta no tomar precauciones o sentir nervios porque un hombre se les acerca o camina detrás de ellas en la misma dirección. O eso de preocuparse porque su amiga se ha ido sola a casa. Les gusta abrazar sabiendo que no hay segundas intenciones o que pueden pasar al lado de un grupo de hombres sin ser acosadas moralmente con lo que tú llamaste "piropear".

Ni tú ni yo sabemos lo que es ser una mujer, pero a diferencia de ti yo sí sé como tratar a una, me lo enseñó mi madre, sabes lo que es ¿no? Esa es la verdadera razón por la que estás soltero, no por esa mierda que soltaste de "no me gusta estar atado a nadie" sino porque nadie quiere cerca a un tipo como tú.

En fin...

domingo, 11 de febrero de 2018

Cuando cierro los ojos después de estar contigo, tengo la misma sensación en el cuerpo que sentía cuando era pequeño y me iba al parque con mi hermano y mi primo a jugar en los viejos columpios del pozo de agua. Corríamos a sentarnos en los bancos de madera y pasábamos largas horas balanceándonos. Yo me sentía tan fuerte y seguro, que movía los pies con fuerza para volar más alto, con el vértigo haciéndome cosquillas en la barriga, con esa libertad que tienen los niños, con el sol rebotando en mi sonrisa.
Tú consigues que reviva esa sensación diariamente.

martes, 30 de enero de 2018

Lo que hay en ti

Sé que sueles mirar a otras chicas en Instagram y pensar “¿por qué no soy tan guapa como ellas?”. O eso de molestarte un poco con la vida porque seguro a ti no te quedaría tan bien ese bikini o no te atreverías con un pantalón tan apretado. Y te deprimes.
Me gustaría que te levantes y que te veas en el espejo durante cinco minutos, pero que realmente te veas ¿sabes? Y que al verte entiendas (como yo la primera vez que te vi), que nadie más en este jodido mundo tiene ese universo que te habita en los ojos. Me gustaría que te agarres el cabello con las manos y notes su textura, que se deslice suavemente por tus dedos, que sientas lo mágico que es amar algo que es solamente tuyo. Que dejaras de lado por un día ese tutorial de maquillaje que aprendiste en YouTube y notaras que la falta de simetría de tu rostro es exactamente lo que te hace ser única y maravillosa. Que entiendas, que aceptar las diferencias nos hace vivir en igualdad. Me gustaría que después del baño dejaras la toalla en el suelo y te quedaras delante del espejo mirando tu cuerpo y te abraces notando lo perfecto de sentirse bien con uno mismo, que en realidad importa un carajo lo que piense el resto. Que aceptes, que eres hermosa por la naturalidad que transmites y que de la misma manera que no puedes ser igual a nadie, nadie va a ser igual a ti. Me gustaría, por último, que sonrías más. Porque me atrevería a decir sin titubear, que entre las muchas cualidades que tienes, esa para mí es la más interesante.

martes, 23 de enero de 2018

Me he vuelto a deprimir por una despedida prematura y estoy realmente cansado de tener esta sensación de comenzar todo de nuevo, de apretar por enésima vez el botón de reset. Parece que el mundo siempre se muestra más grande que mis planes... Sólo falta que venga alguien a decirme que la vida nos da lecciones, mientras mi "yo" ingenuo se esfuerza al máximo en aceptar esa idea. Está bien, supongamos que es una lección, una fase, una mezcla de pretéritos que intenta hacerme un ser humano perfecto. Pero, ¿qué pasa con este sin sabor que me queda? Decir adiós y empezar todo de nuevo sin nada en las manos a veces no me gusta. Pero tengo que parecer una persona feliz, porque eso es lo que necesita la sociedad para que me vea como un reflejo de su propia carencia ¿no? Incluso sabiendo que dejé ir a la persona que realmente escarbaba mi felicidad.
No me importa si ven mi debilidad, mi falta de voluntad, de comenzar todo de nuevo. Aunque sea por alguien que cerró la puerta y ni siquiera miró hacia atrás.
Después de decir adiós, me acosté en la cama mientras pensaba -No pueden saber que no hay nuevos comienzos, no quiero ser el culpable de la histeria colectiva-.
No pueden existir comienzos nuevos mientras la memoria siga volviendo al mismo lugar de siempre.

lunes, 15 de enero de 2018

Dar

No tengo lindos ojos,
ni un físico ideal
o una sonrisa perfecta.
No soy poeta
de verdad,
no los soy,
escojo fatal las palabras.
Siempre tropezaré antes de alcanzarte,
con frecuencia desisto de las cosas
y no me doy segundas oportunidades.
Tengo miedo,
tengo un corazón fracturado
tengo tendencia a la imaginación.

Lo sé,
no soy la mejor opción.

Pero te ofrezco lo imperfecto
el amor más humano.
Y, sobretodo me ofrezco entero
honestamente suyo.

viernes, 5 de enero de 2018

El espejo refleja la vanidad mientras me busco dentro de mis propios ojos oscuros. No me hallo. Acepto de mala gana un mundo que no me completa. Donde la gente se está muriendo (por dentro y por fuera) y nadie hace nada. Porque la gente siempre tiene algo mejor que hacer, o no tienen tiempo. Porque si estás mal ellos están peor, porque incluso en la miseria se prefiere la victoria.

Amores que me exigen más de lo que yo mismo exijo de mí. Una complicidad forjada en los bordes fríos de una carencia pasajera. Miento al decir lo que siento por práctica, así camuflo lo que me molesta mientras otros sonríen, tal vez ese sea mi mejor don. Mi único don.

Soy los pedazos que quedan de mí.
De lo que fui.
De lo que nunca pude ser.

La muerte, supongo, es el alivio de los que esperan el final de un libro sin fin. Rechazo mi tristeza, porque los motivos siempre son más pequeños que mi dolor.
No hablo todo, hablo la mitad, pero nadie se da cuenta. No entiendo cuando la gente me dice que se sienten vacíos, y siguen andando ¡como si no hubiesen dicho nada! Lo que está vacío no pesa, pero un cuerpo vacío... es casi imposible de cargar.

martes, 2 de enero de 2018

Beso

Cuando
despierto,
siempre tengo
esta sensación
de querer
besarte.

Como si mi día,
o lo bueno que
podría llegar a ser,
dependiera
de tus labios.

Así que
por favor,
ven pronto
y bésame.

Como si fuéramos
adolescentes,
como si no
importara
que nos vieran.

Bésame
durante horas
y de todas
las formas,
del amanecer
hasta la
madrugada
si lo prefieres.

Bésame
cantando
o sonriendo,
de cabeza
o caminando,
hasta que
nos quedemos
sin saliva.

Bésame
como en una
película,
como un idioma
Inventado.

Bésame
aquí
bésame
ahora.

Joder,
si me estuvieras
besado
no estaría
escribiendo,
y ya sabemos
de sobra
que así
comienzan
los días malos.

Te espero.