domingo, 28 de octubre de 2018

Hace dos copas que no hablo de ti
y parece que el viento me haya arrancado la lengua.
La gente me mira extrañada,
como si me faltase una parte del cuerpo en donde iba tu nombre.
La sombra de tu ausencia es lo único que queda de mí.
Y tu recuerdo,
claro,
que cada puto segundo aparece para recordarme
por qué estoy bebiendo ahora.

No ocurre nada interesante en esta fiesta,
salvo la chica de pechos grandes que me sonríe
cuando se da cuenta que la miro como un viejo mira el diazepam,
pero no haré nada.
No quiero enfrentarme a la tristeza de buscar tus ojos en el rostro de otra persona.
La luna y yo estamos peleados,
ya no me cuenta nada de ti,
te oculta en la parte que no se deja ver.
Yo la he llamado puta unas cuantas veces.

Voy por más cervezas.

Miro desde la terraza la calle,
gente paseando,
el tren que pasa cada hora,
algún que otro perro callejero…
No sé a quién quiero engañar: te busco.
Fantaseo con la idea que aparezcas debajo
y me sonrías con esa mirada que me follaba cualquier intento de aferrarme a ti.

Tan tuya,
tan de primavera.

Mi niño interno quiere el tobogán de tus cabellos negros que planchabas cada mañana,
los ojos cafés que decoraban tu rostro moreno.

La chica de pechos grandes me ha preguntado mi nombre,
dice que ha leído cosas mías.
Tiene una camiseta blanca que trasluce un sujetador de flores.
La he visto muy poco a los ojos.
Yo asiento con la cabeza cada frase que sale de su boca,
no la escucho tampoco.
Me siento una mierda de persona.
Me presenta a sus dos amigas que insisten en ir a bailar.

-No bailo- les digo con cara de pocos amigos,
pero me arrepiento y lo suavizo con un: –necesito beber más-.
Sonríen como si les hubiese contado un chiste
y yo me siento forzado queriendo encajar.
Ella, la chica de pechos grandes,
me ha susurrado al oído que en su departamento tiene una botella de vino,
que podemos ir después de todo.
No sé qué carajo es “después de todo”
desde que no estás todo es después de ti.

Miro la hora y son las tres de la mañana,
no las once y once.
Ya no creo en la magia ni en los milagros,
la vida se ha encargado de eso.

Enciendo un cigarrillo,
no sé cuánto tiempo más puedo aguantar en este lugar
lleno de gente que compite por el verso más elocuente,
por quién tiene la polla más grande
o la billetera más ancha.
Cantan canciones de amor abrazados,
despliegan sus pasos de baile por el intento inútil de aparearse.

Salgo muy despacio del lugar, tomo un taxi
-¿A dónde lo llevo señor?
-A casa.

Bona nit,
o lo que mierda sea.

lunes, 22 de octubre de 2018

Búscame

Por favor,
sólo búscame.

En los versos de las canciones que guardas en tu teléfono,
En las gotas del agua de la ducha fría de tu baño, 
en la cocina donde preparas la comida con prisas porque se te hace tarde,
o debajo de la manta cuando te quedas dormida en el sofá.
Búscame en los pasillos de tu universidad,
en los apuntes de tu cuaderno o en los dibujos esos raros que haces.
Búscame en la banca del centro donde nos conocimos,
o desde Sachaca hasta Cerro colorado.

Por favor,
Búscame.

Cuando tengas insomnio,
junto a los demonios que han llegado para no dejarte dormir.
Búscame en las películas románticas que miras con tu hermano,
en las gotitas del té que te preparas,
o en las hojas de esta primavera que florecen
y has olvidado regar.

Búscame cuando despiertes,
en el lado vacío que nos carcome el pecho y la cama,
en cada rincón de tu entrepierna donde ya no te buscan mis dedos,
o en la foto que decora la nostalgia de un adiós que no vimos llegar.
Búscame cuando estés en tus peores días,
y en los mejores también ¡qué coño!,
Búscame cuando te rías, cuando llores, cuando bosteces,
búscame incluso cuando te hayas cansado de buscar.

Sólo
y simplemente:
búscame.
Que yo estaré aquí,
esperando.

viernes, 12 de octubre de 2018

Me siento desplazado intentado, con la estupidez que me caracteriza, sabotear mis propios planes. El dolor no es ajeno, sino mío. Me escondo bajo las sábanas y me repito una y otra vez que todo está bien, incluso sabiendo que el cielo está oscuro allá afuera y que mis lágrimas ya han inundado la mierda que escondo en el suelo.
Mastico la esperanza, pero me muerdo la lengua.
No soy un tipo que va muy lejos, nunca lo fui. Pero a pesar de las pocas fuerzas en las piernas, sigo arrastrándome en medio del abismo. De todos mis descuidos.
La vida sigue escupiéndome en los ojos
y yo no hago nada.