viernes, 23 de octubre de 2020

Desayuno

Estoy haciendo café. Muevo despacio el azúcar que acabo de poner esperando que se disuelva del todo. Me gusta que la mezcla sea exacta, que me deje los labios con sabor a una mañana de domingo en Barcelona, por ejemplo. Puedo oler el té de tu taza mientras untas mantequilla en el pan que todavía está caliente. La tv suena de fondo pero ninguno la ve, tus ojos están en el pan y los míos están en ti. 
Tienes puesta la pijama rosa y un moño en el pelo que deja ver tu cuello largo y blanco que me recuerda a las olas del Pacífico. 
Todavía tengo partes de tus sueños atrapados en el cuerpo, la mirada de "¿qué estás esperando tontito?", el olor a cerveza que tanto me gusta y en los dedos tabaco de liar que ya no soportas. 

El noticiero de fondo rompe la marcha tranquila de la mañana.

-Cariño, voy a la ducha- dices y me clavas un beso. Te levantas, llevas tu taza al fregadero y tarareas una canción que todavía no me has mostrado. 
Me quedo recogiendo la mesa, junto las migas que quedan en el tapete y me pongo a lavar. De rato en rato miro por la ventana la calle.

No lo sabes, pero puede que ese desayuno sea el momento más feliz del día.