“El
día que te vea nos va a faltar mundo para correr” pienso mientras
apuro el cigarro, salgo del coche y aprieto el botón de la alarma.
Son
las tres de la tarde.
Abro
la puerta de casa y meto las llaves en el bolsillo.
-Hola-
Me dicen todos, yo muevo la cabeza y me siento en la mesa. Están
hablando de un programa que han visto en la tele. Al parecer fulanita
ya no está con el español y éste le manda mensajes a través de la
pantalla. No puedo conseguir, por más que intento, seguir el hilo de
la conversación, así que me pongo algo de comida en el plato y saco
el móvil para ver las fotos que me enviaste el otro día que
hablamos.
Estás
preciosa, digo en susurro.
-¿Tu
novia es española?- Me interrumpe una voz aguda volviéndome de
golpe a la mesa.
-Sí-
respondo, -Aunque es catalana en realidad- continúo. Todos ignoran
el resto de la información.
-¿Y
cómo es?- vuelve a preguntar la voz aguda.
Me
quedé mirando un punto fijo.
-¿Has
visto alguna vez el atardecer en la montaña o cómo sale el sol
detrás del mar?-
-Sí-
Me responde convencida.
-Pues
imagínate ambas cosas a la vez y no tendrás ni un aproximado- Seguí
comiendo y regresé la mirada a las fotos.
-Dime
más- insiste la voz aguda, y yo sentí la necesidad de mojar mis
labios en tu boca:
-Imagínate
un sueño en el campo, una brisa como una caricia suave que recorre
tu rostro, un árbol de hojas verdes y fuerte raíz. Imagínate una
mañana con olor a café, unas tostadas en el sofá, una terraza en
un cuarto piso en Barcelona. Imagínate unos labios gruesos, unos
cabellos rubios de cascada, unos ojos azules como el mar. Imagínate
que te cogen dócil por el cuello unas manos firmes, que muerdes unas
costillas de terciopelo, que metes la lengua en una bolsa de nubes de
azúcar. Imagínate un cuadro de Klimt, la melodía previa en la
cabeza de Beethoven, un lápiz entre los dedos de Beckett. Imagínate
la inspiración en todos los artistas. Imagínate el recuerdo de tus
días felices hecho humano. Tu presente, tu pasado y tu futuro
jugando a la soga en el patio del recreo. Imagínate poder cometer un
pecado, ver un milagro crecer en el vientre, trepar una entrepierna
como si fuese una montaña y que sientas que allí siempre quisiste
estar. Imagínate que te pasen la lengua por los dientes, que
escuches unos gemidos y sientas la música, que se te infle el pecho
¿entiendes? No de aire, si no de paz-
La voz
aguda se quedó en silencio, yo le miré fijamente unos segundos.
-Suma
todas esas cosas y no tendrás ni un aproximado- concluí
y
regresé la mirada a las fotos.