lunes, 12 de septiembre de 2016

AUTOSINPASIÓN

Miro tu fotografía del whatsapp como pidiendo auxilio
y me receto tres segundos de ti.
-Soy patetico- pienso.
Entonces te conectas
y por un momento
vuelvo a odiar
Barcelona.

-T e  e c h o  d e  m e n o s-
escribo disfrazado en un "Hola".
Entonces los malditos check me declaran la guerra.

El tiempo es eterno,
la espera violenta,
mi amor infinito.

"Estoy angustiado.
Necesito que te vuelvas nudo otra vez entre mis brazos,
que me mires para saber que existo.
Que prefiero mi nombre en tus labios que en el sonido de todos.
Que el tiempo sin ti me da náuseas,
dolor de cabeza,
resaca el bendito alcohol.
Que necesito ver tus bragas pidiendo tregua,
tus pies pequeños pisoteándome la espalda,
tus manos sosteniendo mi vida.
Que ya no existe mundo si es sin ti.
Que me siento más hombre si me miras con cara de niña traviesa,
más valiente si te sientes frágil,
más frágil si quieres cuidarme.
Que he aprendido a llorar y a reír a la vez.
Que lo vamos a pasar bien,
también vamos a discutir,
por supuesto,
pero ya sabes dónde se hacen las paces.
Sólo dime -v e n-, camuflado en otro -h o l a-".

Todo eso pienso
mientras sigues conectada.

Desapareces del en línea.

Obviamente,

no
dices
nada.

jueves, 8 de septiembre de 2016

Final abierto

"¿Puedo ser el fumigador que esperas esta noche?"
Escribo en la servilleta del bar donde tomo el café.
Fantaseo con la idea de ponerte, sin que te des cuenta, la nota en el bolsillo derecho de tu chaqueta pequeña.
Y que cuando la descubras se te suban los tacones al rostro, que tiembles como si la primavera te furse a morder, que saques el teléfono y contestes que sí, que me llevas esperando desde el sábado y que llego tarde.
Que me metas prisa.
Que te humedezcas los labios deseando jugar.

Se me pone cara de pelotudo y sonrío como si el mejor de mis abriles se asomara entre tu minifalda.

Estoy sentado al lado de la ventana, la ciudad está fría y llueve como si el cielo pensara lo mismo que yo.
El viento es terrible...
Entra cada vez que abren la puerta y sin permiso alborota todo. Tú ya has echado raíz, así que me siento valiente incluso para soportar un huracán.
El que vuela en realidad soy yo.
Hace unos cuantos días que sigo pensando en la camisa del viernes y se me ponen los ojos de sábado.
Tu piel flotaba en la tela como una pluma perdida en el viento y mis ganas bailaban en cada paso de tu ombligo desnudo. Nunca amé tanto una prenda en los dos significados de la palabra.

Dibujo huellas en la servilleta, al lado de la palabra "puedo ser", como marcado un camino hacia el norte, como si caminado hacia el norte encontrara mi centro, como si el centro llevara tu nombre.

Salgo del bar y disfruto mojarme con la lluvia pensando que tus piernas abiertas están en el cielo.

No corro,
camino.

Suelto la servilleta dejando mi destino en manos del viento. Ojalá estés caminado por ahí y lleves puesta la chaqueta pequeña, que por esas cosas del destino tu bolsillo derecho esté descubierto, que mis letras te toquen el hombro y te entre un escalofrío y tú ya lo sepas.
Que tú ya me sepas.
Ojalá que estés abriendo grande la boca (joder... No sé porqué dije eso), que leas la nota y aprietes fuerte los puños, que no lo entiendas pero que sí lo sientas. Que pienses en el hoy cuando fuimos ayeres.
Que saques tu teléfono y escribas:

"Fumígame la casa y sobre la mesa.
Date prisa".