domingo, 28 de agosto de 2016

No es otra nota de amor

A veces me quitas la vida.
Así,
como quien bosteza sin estirarse por la mañana
y no se preocupa si queda café en la despensa.
Como la brisa que te despeina al salir del metro
y hace que te sujetes la falda,
o como las veces que no usas tacones,
o los días que decides no pintarte los labios
y fumas ese cigarro tan fuerte que te hace toser.

A veces me quitas la vida.
Cuando me mandas un beso a la distancia
y eliges no leer los mensajes que te mando.
Cuando tus manos ya no taladran mi nostalgia,
ni palabreas mis frases de grande jugando a ser niño.
Así,
tan fría como el hielo que muere de a pocos en esta copa de whisky
que ni sé porqué bebo.
Como el cigarrillo que fumo,
apurado,
quemándome los dedos de la mano que se acuerda de ti.

A veces me quitas la vida.
Y me ignoras con esos aires de purpurina que te dan las ciudades grandes,
y me repites fehaciente que tienes claro lo que quieres sin mí.
Degradándome en la pirámide de las prioridades a elemento secundario.
Tan tuya siempre,
con ese miedo arraigado de no querer fallar
y decides guardar silencio antes de pisotear los cristales de mi infierno interior.

A veces me quitas la vida.
Cuando el amor se te escapa en paisajes que no llevan mi piel,
y te vistes moderna deseando que alguien más te quite la ropa.
-Ya no me queda memoria para tanta cicatriz-.
Señalo al azar cualquier rincón y en todos aparece tu nombre
mirando con pena mi culpabilidad.
No eres tú,
siempre fui yo.
Lo tenemos claro y en claro delirio te digo que tienes razón,
siempre fui dramático, nostálgico, soñador...

"El hombre que no tiene nada sólo le queda soñar".

A veces me quitas la vida.
Qué ironía.
Tú que siempre me la diste
hoy me dejas morir.

miércoles, 17 de agosto de 2016

La ciudad de la furia

Está sentada al borde de la silla, no le llegan los pies al suelo. Mira en la pantalla las fotos de una chica joven mientras se limpia, disimuladamente, las pequeñas gotas que resbalan por sus mejillas. “mi niña” se repite en voz baja.

Está triste, lo sé.
Yo también lo estoy.

Ellos se cocinan arroz para cenar y dicen que todos somos seres del bosque. De la tierra. Duende, chamán, hada y vampiros charlan en una cocina de cómo un policía mata a otro policía por el control del barrio. O del arte como metáfora de un sueño a distancia. “Chamo, ¿tú crees que nosotros estaremos bien en Barcelona?”

Quieren seguir escapando.
Yo también.

“El celular me lo tenía que meter entre las tetas, no sabes lo feliz que me hace caminar con el teléfono en las manos”. Sueñan con mudarse, estar en una casa donde no tengan que pedir permiso para prepararse el desayuno, bajar desnudas por las escaleras si les apetece. Practicar el amor después de revolcarse sin tener que taparse la boca.

Echan de menos ser ellas.
Yo a veces no recuerdo quién soy.

Se pone camisas y siempre huele bien. Trabaja en un call center vendiendo seguros “Ya sabes cómo se está poniendo el país, pero en realidad no tienen idea de lo que es la violencia. Aprovecho esa ventaja, porque yo sí sé lo que es, yo he visto como le disparaban a uno en la cabeza, te juro marico, casi me meo de miedo”. Me habla de su familia, de su gente, de la memoria y la lucha constante con el olvido.

Tiene miedo de volver.
Lo entiendo tan bien...

Desde el fondo un Iraní grita “ESOOOO” y se va haciendo ruido con sus suecos de madera.

martes, 9 de agosto de 2016

Buenos Aires siempre me recordó a Barcelona, pero más sucia.
A mí la verdad me importa poco o nada, no pierdo el tiempo mirando la mierda del suelo, el cielo es mucho mejor.

Tristan me habla de Suiza, pero le gusta más Brasil. Es bailarín de break dance y mientras me cuenta de su vida en Zurich y la compara vilmente con lo que vivió el poco tiempo que estuvo en Sãu Paulo mueve los brazos como retando al viento a duelo al puro estilo EMINEM. El viernes se regresa a Europa y está triste como un hámster enjaulado (no sé si los hámster se ponen tristes, pero estar en una jaulita llenándose el buche de frutos secos y corriendo en círculos... Me pone triste a mí, me veo reflejado años atrás).

Matías le pone agua al mate y se queja de su laburo -¡qué bien que te fuiste pelotudo!- me dice -Argentina ha cambiado mucho desde que la dejaste ¿eh? Pasando por los gobiernos de mierda que hemos tenido. Si yo te contara café...- y chupa el mate como si se fuera a solucionar la situación con ese sorbo. -Sí, me fue bien- le respondo con nostalgia. Matías es uno de los mejores actores que he conocido, siempre vivaz, cómico, melodramático como él solo, comprometido... No había más brillo en sus ojos. Era otro.
Lo vuelve a hacer, les dije que es buen actor ¿no?

Vivi y Andrea se han escapado de Venezuela. Son novias desde hace dos años y sin dudarlo (y obviamente por la situación) mandaron a la mierda al sodomita, viejo roto, de Nicolás Maduro para ellas poder florecer. Sobreviven vendiendo seguros en un call center. Siempre están sonriendo. Son almas puras.

Riquiño me enseña a preparar una buena feijoada mientras Luma me habla del vegetarianismo y que los huevos es como la menstruación de las gallinas (curioso y cierto). Ambos son brasileños y me llaman "viquiño" yo les digo que en Galicia biquiño es beso, ellos ríen y hacen bromas en portugués que no entiendo, pero sonrío cortésmente mientras leo la receta que me ha escrito con buena fe Riquiño.

Lucas sueña con ser periodista político. Él nació en Entre Ríos y por muchos años se dedicó a ayudar a su padre en un call center de cobranzas. -A mí me gustaba investigar a la gente che, saber dónde se esconden y llamarles para cobrar, y, alguien tiene que hacer el trabajo sucio- Mide 1.95, en sus ratos libres juega baloncesto y bebe tónica tras tónica... -La hija de puta de Kirchner mandó a matar al hijo de puta que la iba a denunciar un día antes ¡Un día antes! A todos los de arriba se les cae la pija con esa sicaria- Yo pongo cara de interés -cuéntame más- le digo y a él le suena la barriga.

Hoy empecé el taller de máscara balinesa, estoy como un niño en un jardín de amapolas.
Salí a correr.
Shakespeare hacia que el tiempo mate a sus protagonistas.
Beckett hacías que sus protagonistas mataran el tiempo.
¿Qué vas a hacer vos?

Buenos Aires.
Día 3.