viernes, 26 de julio de 2013

Feliz en tu día.



Las drogas por más duras que parezcan son blandas cuando te imagino bailar descalza en el salón de casa con la comisura de los labios llena de besos que te doy cuando te detienes para tomar un trago. 
Y es que para drogas duras tú y las ganas que me desbordan el pantalón.
Aquella vez que me miraste sin pronunciar palabra, 
deteniendo el tiempo en motas de polvo que siguen el camino de tus ojos, 
supe que siempre serias tú la culpable o el motor de todos los impulsos, 
de todas las caricias ocultas en las manos de este escritor aficionado que llora penitencias de angustia en una hoja de papel por tus abrazos, 
por querer despertarse todas las mañanas con las sabanas alborotadas de tanto quererse de madrugada.

...la luna por más grande y cerca que parezca está a kilómetros de distancia...

Suelo vivir de noche y morir de día, 
escribirme en los brazos deseos para que no se cumplan, 
para romper esa cadena de supersticiones y saber  que no vendrás a mí por un golpe de suerte, 
sino por todas las palabras que tengo guardadas en el pecho que escupo en los bares y le regalo a las minifaldas. 
Que algún día, 
ojala, 
una de ellas sea la tuya.

Cuando pienso en la felicidad sólo me viene el recuerdo del día en que nos conocimos, 
cortabas el pan en pedazos con las manos y le sonreías a las cervezas, 
tus uñas pintadas de rojo, 
los bailes en un bar a oscuras que tú te empeñabas en controlar, 
la mentira que ahora es verdad que un día fuiste mi musa, 
tus lagrimas en el sofá, 
tu silueta dibujada en mi cama… todo eso.

Para dejarte volar he comprendido tu silencio, he apartado el reloj y saber esperar.

No voy a negar que en mi cabeza bailan estrellas fugaces que me retan a pedir deseos, 
que salgo a la calle con la única intención de encontrarte sentada en mi portal, 
que compro comida de más por si un día quieres visitarme, 
que me exalto cuando suena el teléfono, 
que te escribo cosas que quizá nunca leerás, 
que busco entre la gente tus ojos y me inviten volver a besarte.
Una vez una amiga me dijo que lo bueno del mundo es que es redondo y que por más que nos alejemos llegará un momento en que nos volveremos a encontrar. 
Quizá para ese entonces yo tenga más pelos en la cara que en la cabeza y tú camines más despacio en el corazón, 
pero cuando llegue ese día, 
cariño, 
te voy a demostrar con hechos el significado de la palabra amor.

(Y que cumplas muchos más.)

viernes, 19 de julio de 2013

Juicios y petas

La vida te enseña que hay que buscar el oxígeno a pesar de la tormenta.
Llenar las manos de experiencia y plantarte frente a todo pronósticos de caídas.
De tener las alas rotas desarrollas más las piernas y caminas,
manteniedo la mirada gacha pero el mentón siempre arriba.
Te enseña a juntar todas las piedras y formar un camino,
señalar con los cristales rotos la salida,
procurar que cada comienzo sea una lágrima de fortaleza,
que no importan los zapatos más sí las heridas.
Complicarnos el universo,
meternos en problemas para luego reirnos con el tiempo,
hacer de burbujas los problemas.
Que no todo está perdido,
siempre nos quedan las caricias,
una sonrisa a medias,
las personas, las cervezas, alguna que otra droga.
En fin, que mañana es otro día
y yo ya tengo suficiente con mi propia vida.

miércoles, 10 de julio de 2013

Cuarto creciente.

Creo que no llegará el día en el que no salga por esta ciudad (que cada día se me hace más pequeña pero gigante a la hora de buscarte), me compre una cerveza, cargue en los hombros el peso de las resacas pasadas y siga vomitando flores y obsenidades en la puerta de cualquier portal esperando que alguna 'Luna' estropee mi camino a la desgracia.
Llevo el móvil siempre con la batería cargada por y para estos momentos, un boli con el que suelo escribir en las paredes de los baños de los bares (lo siento, me declaro culpable) y el recuerdo inoportuno de tu risa dándole palmaditas a la memoria. Sonrío de medio lado al mechero amarillo que tengo entre mis manos; si te soy sincero no sé realmente si es el tuyo, pero me gusta pensar que es así.
Esta mañana me he dado cuenta que todavía quedan destellos de tus cabellos por mi cama y el aire me sabe a ti, como si todo el resumen de tu inmortalidad haya venido a traerme el desayuno y el cobijo de tus abrazos en bollos que te comes un domingo por la mañana acompañado de unos besos de buenos días.
Sentado en este portal mal oliente por el vacío de las personas acostumbradas a mear en cualquier parte, pienso en escribirte a ti más que escribir de ti, pero no me atrevo; y me siento un cobarde que elige la distancia de palabras como su mejor arma, sabiendo que con ellas no podrá ni siquiera rasgarte un poquito la idea de pensar en él cuando menos lo quieras, porque prometí enamorarte cada día de tu vida y bajarte la cremallera sin que te des cuenta, pero la distancia... la puta distancia. Y mi cobardía, claro. No me queda más que la resignación de una mirada perdida y un mensaje que no dejo de leer donde mencionas estrellas, musas y al cielo.  Donde cualquier mueca es muestra del agradecimiento que te tengo por volver a despertar en mí estas ganas de escribir en tu ombligo el juramento de fidelidad a los lunares, volver a sacar este instinto animal de querer beberme tus miedos en una copa de caricias, de sentarme contigo en cualquier esquina y decirte: espera que te beso y escucho.
Los amigos me dicen: ¿otra vez enamorado? Sí, les respondo, con la melancolía de un niño que sabe que no volverá a tener infancia en unos años. Pero es que las personas no entenderán jamás de huracanes si no han visto tu andar, no sabrán de volcanes ardiendo si no te han visto beber de trago los sueños para luego sonreír, no sabrán de terremotos si no han escuchado el estrépito latir de tu corazón, joder, que está buenísima y lo sé.  Porque la he probado.
Ahora entiendo mejor el título de aquel libro y lo digo con el corazón en las manos: "si tú me dices ven lo dejo todo... pero dime ven".
Quizá.
Algún día.

lunes, 1 de julio de 2013

Más allá de las posibilidades.

Despierta mi amor,
abre los ojos que hace una noche preciosa.
El viento me sabe a ti y ya tengo los pulmones llenos de ojalás.
Llevo tatuado en el pecho la marca de tus labios y todavía es muy pronto para dedicarnos recuerdos.

Es una noche preciosa y aún estamos desnudos,
con los nervios de cada nueva cita,
Sin vendas, sin excusas, sin cremalleras...
Las botellas se cansan de esperar vacías un gesto de gentileza,
un sorbo de sabiduría en cada 'te quiero' cuando ponemos las verdades sobre la mesa
y los codos,
y los sueños
y tus piernas.

Abre los ojos y mira con ternura el punto exacto de mis miedos,
el desequilibrio de las partidas cuando te ruego que duermas conmigo y espero sediento tus uñas clavadas en mi universo,
porque no conozco peor guerra que la distancia entre tus dedos y mi barba,
entre tu encanto de niña traviesa cuando ríes a la distancia y no precisamente conmigo,
ni de mí.

Despierta y salgamos a volar,
que se vaya a la mierda el mundo y todo su complejo,
su manía inquisidora de clavarte la rutina como dagas en la memoria,
volemos y olvidemos el cierto abismo de los cafés sin cafetera,
del silencio y su pragmatismo insípido de los te echo de menos imaginarios.

Despierta mi amor,
abre los ojos que hace una noche preciosa
y hoy precisamente,
somos tú y yo.