Las drogas por más duras que parezcan son blandas cuando te imagino
bailar descalza en el salón de casa con la comisura de los labios llena de
besos que te doy cuando te detienes para tomar un trago.
Y es que para drogas duras
tú y las ganas que me desbordan el pantalón.
Aquella vez que me miraste sin pronunciar palabra,
deteniendo el tiempo en motas de polvo que siguen el camino de tus ojos,
supe
que siempre serias tú la culpable o el motor de todos los impulsos,
de todas
las caricias ocultas en las manos de este escritor aficionado que llora
penitencias de angustia en una hoja de papel por tus abrazos,
por querer
despertarse todas las mañanas con las sabanas alborotadas de tanto quererse de
madrugada.
...la luna por más grande y cerca que parezca está a kilómetros
de distancia...
Suelo vivir de noche y morir de día,
escribirme en los
brazos deseos para que no se cumplan,
para romper esa cadena de supersticiones
y saber que no vendrás a mí por un golpe
de suerte,
sino por todas las palabras que tengo guardadas en el pecho que
escupo en los bares y le regalo a las minifaldas.
Que algún día,
ojala,
una de
ellas sea la tuya.
Cuando pienso en la felicidad sólo me viene el recuerdo del
día en que nos conocimos,
cortabas el pan en pedazos con las manos y le sonreías
a las cervezas,
tus uñas pintadas de rojo,
los bailes en un bar a oscuras que
tú te empeñabas en controlar,
la mentira que ahora es verdad que un día fuiste mi
musa,
tus lagrimas en el sofá,
tu silueta dibujada en mi cama… todo eso.
Para dejarte volar he comprendido tu silencio, he apartado
el reloj y saber esperar.
No voy a negar que en mi cabeza bailan estrellas fugaces que
me retan a pedir deseos,
que salgo a la calle con la única intención de encontrarte
sentada en mi portal,
que compro comida de más por si un día quieres visitarme,
que me exalto cuando suena el teléfono,
que te escribo cosas que quizá nunca leerás,
que busco entre la gente tus ojos y me inviten volver a besarte.
Una vez una amiga me dijo que lo bueno del mundo es que es
redondo y que por más que nos alejemos llegará un momento en que nos volveremos
a encontrar.
Quizá para ese entonces yo tenga más pelos en la cara que en la
cabeza y tú camines más despacio en el corazón,
pero cuando llegue ese día,
cariño,
te voy a demostrar con hechos el significado de la palabra amor.
(Y que cumplas muchos más.)
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