lunes, 31 de diciembre de 2012

Cinema paraíso.

Cuando se conocieron nunca pensaron que podrían llegar a ser los protagonistas de una historia de amor que parece salida del mejor cuento de Cortazar,
y yo me siento un espectador envuelto en mil emociones,
palomitas en mano
y un corazón que se estremece cuando detienen el tiempo entre mirada y mirada.

El caso es que ella tiene una librería y escribe con un pintalabios en los cristales frases que le gustan de distintos escritores,
es una artista con la L marcada que se ilusiona con facilidad entre el ir y venir de la gente,
con las nubes dibujadas en cartulinas,
con los abrazos,
con pequeños recortes de historias que luego las sueña como suyas.
Es un remolino de piel canela que la puedes notar cuando entra por cualquier puerta, de cualquier bar, a cualquier hora, porque la risa le desborda la boca,
y se enamora,
es lo que más me gusta de ella,
que se enamora.

A él, cuando lo conocí y nos tomamos las primeras cervezas supe que siempre sería mi amigo,
es un tipo elegante sacado de una revista de corte moderno,
a veces con tirantes, otras con traje, pero con un corazón tan grande que casi no le entra en el pecho.
Escribe a escondidas poemas que el tiempo recoge y ha visto la soledad de cerca que lo ha hecho ser mejor persona
y mucho más hombre.
Te cuenta mil historias porque la vida en él no ha pasado en vano,
y cuando me dijo que había conocido a una chica a mí me recordó al estribillo de una canción que dice:
“por ganar su amor le ofrezco hasta mi empleo de tornero, fresador, adorador y matricero”
y luego,
le regaló un corazón de madera que hizo con sus propias manos.

Y así empezaron a escribir su historia:
ella le pone camisetas con frases curiosas,
él envuelve paquetes y le mira a los ojos y no hace falta decirle que esta enamorado.
Han pintado en un paraguas el cielo,
se toman la mano,
son concientes del tiempo y aprovechan cada segundo para regalarse te quieros.

Yo los miro de lejos como espectador,
con un cigarro en la mano y en la otra un deseo en forma de milagro
y parecen sacados de catalogo,
de una comedia romántica,
de una historia que cualquiera sueña con que le toque,

y lo mejor de todo
es que nos la regalan.

domingo, 30 de diciembre de 2012

Re-caída

Tengo ganas de tantas cosas que a veces no soy capaz de asimiliar la sencillez de una lista de espera,
y me pongo a driblar poesía en la puerta de cualquier bar como quien busca una pepita de oro entre el fango de una falda a las 3 de la mañana.

Y me desespero al ver que mis manos aun estan vacías,
que tengo los ojos hundidos de tanto trasnochar pensando que no estoy logrando mis objetivos,
que me pueden más los cigarrillos, las cervezas y los escritos.

Que la mierda me llega al cuello.

Siento que soy un muñeco olvidado en el baúl de los recuerdos,
que ya pasaron mis cinco minutos en el programa de moda,
que mi sonrisa ya no ilumina ninguna calle
y ninguna farola.

Veo como pasan los años y me pregunto: ¿en qué he perdido tanto el tiempo?
me siento tan solo y muchas veces, cuando nadie mira,
limpio las lágrimas de un rostro que ya olvidó lo que es reír.

Quién fuera paloma...

Enséñame a pintar la pared con las dos manos,
a no enamorarme tantas veces y a cada rato,
enséñame a mirar el cielo y no pensar como los caballos.

Dime, tío, dónde está eso que tanto se me esconde,
dónde termina el precipicio y nacen los bosques,
dónde guardó mi madre el remedio para la nostalgia,
dónde puedo comprarme un nuevo corazón
y un nueva mirada.

anda, dime...

lunes, 24 de diciembre de 2012

Perpetuo y socorro.

Estuve hablando con dios y ambos pensamos lo mismo:
deberían existir más mujeres como tú.


Anoche,
mientras nos confesábamos y conocíamos en aquella
barra del bar azul,
mientras me presentabas a tu compañera de piso y reías
mis bromas sin gracia,
algo dentro del estomago me hacía dudar si en otra vida
nos habíamos conocido y hoy nos volvíamos a
encontrar.


El baño a cierta hora se convierte en un acierto
y la mirada en el cómplice del asesinato de palabras que
vas a cometer.
Y mira que la música me gusta y  más cuando voy
borracho
y  hago intentos de bailes con los ojos cerrados,
así me abstengo de mirar toda la noche minifaldas,
hasta que claro,
me topé con la tuya.
Medias rajadas,
un piercing en el labio que te lo mordías al hablar,
una serpiente dibujada en la espalda que se escondía tras
tus cabellos

y mis ganas.

La vida es un constante accidente donde mueres o vives
y yo voy por mi quinta resurrección.


Espera que te limpie la vergüenza del cuello.

Entonces la burbuja de la soledad nos envuelve a los
dos,
tirachinas en mano por si alguien se atreve a entrar.

No sabría decirte que fue lo que más me gusto de ti en
ese momento,
o lo que menos me gustó de mí,
pero a mirar se aprende mirándose y nosotros lo
hicimos muy bien.

¿Por qué tardamos tanto si ya está amaneciendo?
Todo tiene solución
y en esta vida,
tú escoges los medios para llegar a ella:
¿me acompañas a casa?
Tengo la cama caliente y un corazón que no deja de
insistir que te lo pregunte.


Cogiste tu abrigo,
yo limpié la saliva del suelo
y caminamos con las granadas y las pistolas bien sujetas
para empezar la primera batalla.


“Esta es mi casa:
el pasillo es frío, no estaremos mucho en él, pero si
quieres cambio el orden de los orgasmos,
al fondo está el baño con dos cepillos de dientes,
esta es la cocina, la mesa es perfecta para comer
¿no crees?
El salón con un sofá, una alfombra, una hamaca…
mejor no sigo.
Esta es mi habitación, algunos escritos en la puerta, las
paredes, las guitarras.
Algún que otro sueño por los suelos y una lata de cerveza
que uso de cenicero con colillas de cigarros y hachís.
Puedes quitarte los zapatos o las medias,
lo que quieras pero ponte cómoda que de los monstruos
ya me encargo yo.”


Y así empezamos lo que nunca dijimos,
el sabor de tus manos,
la piel que sudaba entre mis sábanas
y el calor de un invierno enfermo entre subidas y bajadas
del termómetro.


Ojala que entre tanto principio roto encontremos algún
día el loctite.


Buen viaje bonita,
nos vemos en unos meses
o en otra vida.

jueves, 20 de diciembre de 2012

Si y solo si.

Si me dejas,
te soplaré al oído las trampas que he colocado en mi habitación para que no te escapes,
te hablaré de la ventana por donde se cuela el frío,
te contaré acerca de la manía de tener que darle dos vueltas a la almohada para dejar volar mis sueños.

Si me dejas, sólo si me dejas,
te llevaré en mi bolsillo como amuleto,
te presentaré a los monstruos que viven en el pasillo,
a mi perro y a la cuadrilla de salvajes que tengo como amigos.

Si me dejas y sólo si tú quieres,
volcaré el cielo para que abraces las estrellas,
bailaremos despacio en la cocina mientras preparamos la cena,
dibujaré tus labios en el espejo para bes-arte  siempre que quiera.

Si me dejas y si no es mucho pedir,
te contaré un cuento que nos tenga a nosotros como protagonistas,
planificaré la mañana perfecta:
besos, sexo y caricias,
te esperaré con la cama caliente cuando vengas a la noche después de salir de marcha con tus amigas.

Si me dejas y no te quejas,
veremos películas los domingos escondidos bajo la manta,
te dejaré usar el mando a distancia siempre y cuando me dejes abrazarte por sorpresa,
planificaremos nuestro futuro teniendo en cuenta el presente sin descuidar las arrugas que nos quedan.

Si me dejas y si yo puedo,
le daremos juntos significado a la palabra SIEMPRE,
Moriremos de risa cuando estemos hasta el cuello de deudas,
Te voy a querer a pesar de todo y más allá de la muerte,

sólo
si me dejas.

domingo, 16 de diciembre de 2012

Tú y lo que llevas.

Nunca terminaré de decir que te conozco del todo,
ni contaré los cigarros que nos hemos fumando juntos incluyendo las temporadas que creíamos que podíamos dejar de hacerlo.

Siempre has llevado esas gafas modernas,
los labios de rojo,
y una sonrisa acompañada de pequeños saltos sobre el mismo sitio cuando estás contenta.

Lees montañas de libros
y ves mares de películas,
y yo espero nervioso tus criticas de mis escritos porque eres la única persona que conozco,
despiadada y sincera,
que me llena de morbo.

Tú ya me entiendes.

Eres una naranja gigante y jugosa
con una mirada perdida dentro de una escuela de artistas,
no tienes excusa cuando te quedas dormida
y tus resacas son sinónimos de cuidado cuando alguien se te acerca,
que son muchos y tantos y tontos.

No me extraña que te eche de menos.

Fuiste la reina en un desfile de bufones,
la "hipi" en una escuela de cocina,
has sido puta, madre y hermana.
has sido tantas cosas pero sobre todo has sido y eres mi amiga.

Tus ilusiones te llevaron a la gran ciudad,
esa gigantesca Madrid llena de luces y bares que opacan Pamplona y tu pequeño Eibar.
Y sé que lo que peor llevas es la soledad,
y creeme cuando te digo que sería capaz de tomar el primer tren para darte un abrazo y demostrarte que no estás sola.
sabes de sobra que nunca lo has estado,
otra cosa es que te lo creas.

Yo le doy gracias a la vida o a lo que mierda sea por haberte cruzado en mi camino,
y has aguantado con un ardor casi vaginal todas mis comidas de olla,
mis fracasos con las mujeres,
mis tristezas y la mala ostia,
mi impuntualidad,
los días que no quería entrenar y te hacia enfadar tanto que podían pasar días sin que me hables,
mis borracheras,
mis mensajes a las 3 de la mañana,
mis comentarios innecesarios
y un gran etcétera.

Cómo no te voy a querer si eres todo
y mucho más.

Y espero que al pasar el tiempo,
cuando tenga más pelos en la cara que en la cabeza,
cuando se sequen tus lágrimas de tanto regalarlas a la tierra (que ya sabes, son muchas)
cuando la vida nos regale eso que tanto esperamos,
podamos sentarnos,
tomarnos una caña
y mirarnos a la cara como si los años no hayan pasado por nuestras aceras.

miércoles, 12 de diciembre de 2012

Alegato

...y al final nos marchitamos antes de florecer...

Como quien busca tréboles de cuatro hojas,
obsesionado y confundido,
con una cerveza en mano y un pronóstico de partidos
aún no jugados,
bien peinado dentro de lo que cabe,
te esperé.
Llegaste tarde para no romper con la rutina porque tu
risa la puedes usar de justificante
o al menos a mí me vale.


Yo bajé con la cara limpia de tristezas para poder
hacerte feliz.
Con mariposas en el estómago,
con los nervios de un adolescente ante su primer polvo,
como aquella mañana que te escribí para decirte que sí,

que vale.


No fuimos diferentes pero si distantes
y yo siempre lo he preferido al revés.


Aun así, caminamos con la intriga entre las piernas y en cada
paso dejábamos rastros de cenizas intentando mantener
a flote lo que ya no arde.
Lanzando salvavidas en cada palabra,
"prometo no prometerte nada"
y al final te prometí todo.
Te escribí en un papel mis ilusiones y te pedí muchas,
quizás demasiadas oportunidades.


Y dentro del bar causaron un terremoto tus labios,
un tsunami en cada parpadeo de ojos
y yo con una balsita tan miserable,
con unos remos de corazones y unas maletas bien
grandes,
te tomé la mano y quise inútilmente rescatarte.

Y casi sin venir a cuento,
me dijiste que a ti las flechas no te hacen daño
y con la crueldad de tu pasado y las dudas del presente
como cómplices de tu futuro,
colocaste los ladrillos de un muro imaginario.


Y a pesar de todo y confiando en nada,
decidimos tomar como última aventura el aeropuerto de
mi casa.


Y me dejaste solo,

con un paquete de tabaco y un ‘te busqué’ en los labios,
tomando el primer avión con destino a la derrota.
Y desde tierra me gritaste:
Adiós Victor, sabes de sobra que yo no soy de volar,
buen viaje.


Y sé que no tengo las manos grandes,
ni la espalda ancha,
ni la sonrisa perfecta.
Sé que soy sincero con las personas que me importan y
al resto simplemente no las cuento en mis historias,
sé que el traje de novio me queda grande
y que los pelos de los animales te dan alergia,
pero creo que no te diste cuenta que debajo de mis
sábanas sólo entran las personas.

Así que me voy con un buen sabor de boca,
sabiendo que lo que te dije,
lo dije desde adentro.

Quizá yo me lo pierdo o quizá tú no lo vales.

Quién sabe.


Y como epitafio de nuestra historia:
recuerda que fuiste musa
y ese cargo no se lo dan a cualquiera.

martes, 4 de diciembre de 2012

Tu interrogante en mi exclamación

Hola,
perdóname por escribirte pero me confundí de número.
Tienes unos ojos preciosos ¿te lo había dicho?
Le hacen juego a tus gafas,
ambos reflejan mi sonrisa cuando te miro.


¿Compartimos un cigarro o el corazón?
Tengo piedras de partes de mecheros que he ido
coleccionando en mi bolsillo esperando a que llegues.
Conozco un bar cerca ¿me acompañas?
Podemos tomarnos unas cervezas mientras me cuentas
tus planes,

conmigo,
claro.


He dibujado un camino de vuelta para no perdernos de
regreso a mi casa,
o a la tuya,
me da igual.
Tengo en mi habitación unos escritos que te pueden
gustar
y otras hojas en blanco para colorear en ella nuestro
futuro.


Perdón,
me he perdido en tus caderas,
¿por dónde íbamos?
 

Es igual,
siempre tendremos algo que contarnos,
tal vez en silencio
o quizá gritándonos.
Ya sé que el invierno te gusta a pesar de que te hace
temblar,
espero algún día yo también poder hacerlo.

Que sepas que no quiero meterme de lleno en tu vida,
ni jugarme a la ruleta con tus dudas,
no quiero ser un tatuajes más en tu brazo,
ni quiero analizarte en medio de tus lágrimas.
Sólo quiero escucharte y que me escuches,
saber que se puede saltar sin trampolín al cielo de verte
dormir y esperar con los ojos abiertos a que te despiertes,
pero sólo dos noches porque luego querrás dormir sola.

¿Me dibujas tus labios en el pecho?
Sé que no te maquillas pero...
¿me dejas dibujarle colores a tus mejillas?
Con tantos idiomas que controlas ya sabrás decirme que
me quieres en alguno de ellos.

¿Bailamos?

Perdón por escribirte pero me confundí de número,

¿entonces qué?
¿Te vienes al bar conmigo?

lunes, 3 de diciembre de 2012

Sola

¿Sabes lo qué es que el corazón te de un flechazo a la razón y veas todo super claro y te entren ganas de reír?
¿No?
Pues yo creo que me ha pasado.

Joder, y es que estabas ahí sentada escuchando mis penumbras,
sonriéndome cuando nuestra mirada sin querer se cruzaba.
Sola,
como una isla en medio de un mar
o como una montaña llena de flores en medio de la sequedad del desierto.

Ahora sólo tengo que ser paciente y esperar a que el verano bañe de soles este invierno,
a que la vida (y mi teléfono) hagan lo suyo.
A que tus gafas se coloquen,
solas,
en la mesilla de mi habitación.