miércoles, 23 de noviembre de 2016

Casi 32

Hoy, cuando la gente me pregunte cuántos cumplo, les diré que cumplo poco, que por lo general mi memoria y los años no se llevan bien. Que quizá para algunas chicas cumplí 25 y para otras el doble. Que para mi familia seguro me quedé en los 10 años y para algunos conocidos en los 23. ...es que cumplir años y promesas se me da fatal... Ha sido un año de cambios. Y en lo que va, ya me he enamorado como cuatro veces. Que ahora puedo decir que vivo humildemente feliz en abrazos de personas que miran sin juzgar, sin prejuicios. Que he llorado escuchando sus anécdotas, que yo también he escapado con ellos de su país, que me siento un poco (y perdonen mi confianza) parte de sus vidas. (Venezuela y yo tenemos algo pendiente) Que vuelvo a pillarle las ganas al teatro gracias a Marcelo y al grupo humano con los que he compartido las máscaras que agarramos con tanto cuidado y respeto. Que puedo decir, y sin raspones de garganta, que sois magia. Que lo que hicimos fue magia. Gracias, de corazón, por eso. Ahora, para colmo de bien, cuando ya no necesitaba a nadie, llegó una ella bailando tango con sus pies sobre mi espalda. Y le agradecí que me regalara tiempo. Sobre todo eso, su tiempo. Argentina es más Argentina gracias a ella. Y a pesar de mis constantes tropezones echo de menos España, Barcelona y Pamplona. Pero seguro que saben estar sin mí. En las manos me bailan los suspiros que ya no escribo, porque tengo miedo de volver a sentir el vértigo en el estómago. Ruego al cielo que deje de tocarme la cabeza con la lluvia, porque me hace sentir frágil, y la poesía siempre será poesía según los ojos con los que mires al mundo. No hace falta escribir para que lo entiendan. Ojalá que cumplir años sea lo mismo que cumplir promesas, porque se me haría más fácil marchar sin despedirme. Porque odio las despedidas y cada vez siento más cerca la hora de partir.