sábado, 19 de enero de 2019

Sábado con sabor a domingo

Sábado con sabor a domingo.
No tengo nada que hacer, estoy tirado en mi cama mirando el techo mientras Amelia caza una mosca que se ha metido por la ventana hace un rato. No quiero ver el teléfono, se me hace un vacío en el estómago cada vez que abro el whatsapp o Facebook, tengo miedo de seguir encontrándome con nada. Nada tuyo quiero decir. Menos mal que hoy no tengo laburo, no tengo que pegar tanto viaje para dictar clase, me refugio en la soledad de mi habitación, sumergido en el ruido de mi cabeza.
Es de tarde y a esta ciudad se le da por llover, supongo que desde que no estás la primavera no siembra esperanzas en la puerta, ni siquiera toca el timbre, sólo se desquita conmigo en las fotos que guardo en la memoria del móvil. Amelia está inquieta, dentro de poco le vendrá el celo, eso creo, no le pierde el rastro a la mosca. La pobre vuela intentando encontrar la salida, se estrella repetidas veces contra el cristal de la ventana, yo la observo y la observo...
Llegados a esta altura sólo me quedan dos opciones: abrir la ventana y dejar que sobreviva, o mandarte un mensaje y matarme con todos.

No lo sé.