jueves, 29 de agosto de 2019

La gente dice

Me dijeron que olvidar a alguien era como dejar de fumar, que la abstinencia desaparece con el paso del tiempo.
Me dijeron, también, que sería difícil los primeros días, pero que luego me sentiría bien por atravesar ese obstáculo. Que tal vez aumentaría mi autoestima, que quizá me daría cuenta que la vida no se resume a personas. Todos dicen, todos, pero todo en realidad ha sido tropezones.
La nostalgia es adictiva y el sentimiento una puñalada en los lugares donde antes no dolía.
Es difícil entender lo que enciende el fuego en las zonas oscuras y ese pensamiento recurrente me quita el sueño.
Todo ha terminado en humo y la nostalgia mi cáncer, como el tabaco barato que me monto sin filtro.
Algunos dicen que es cuestión de acostumbrarse.
No sé si es posible bloquear la voluntad que habita en la mente, si es posible cerrar algunas puertas inexistentes del pecho. Un eje me arrastra con fuerza por los recuerdos, la puta ansiedad nicotina.
Al final los vicios son los mismos y todos nos matan poco a poco. Un día después del otro. Olvidar va más allá de la indiferencia y no existen ventanas en esa habitación. Odiaba la idea de estar tratando de probar que era capaz de olvidar mientras inhalaba la molestia de no haber sido diferente.
Tal vez sea cuestión de hábitos saludables, no lo sé. Buscamos razones en medio de cientos de motivos que nos intoxican diariamente.
Me dijeron que olvidar era como dejar de fumar, a veces dejo de fumar, pero el daño ya está hecho y el tiempo sólo viene a recordarme eso.

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