viernes, 22 de diciembre de 2017

Can't take my eyes off you.

La conocí en la universidad.
Eso puede sonar romántico si te viene a la cabeza la escena en la que Heath Ledger canta "Can't take my eyes off you" en la película “10 cosas que odio de ti”, pero la universidad en realidad era un coñazo: levantarse temprano, dormir poco, comer peor, toparse con gente que tiene más ego que cerebro (bueno, para esto no hace falta ir a la universidad). En fin.
Allí estaba ella, estudiando. No lo olvidaré: entré a la biblioteca, me quité los audífonos y me senté en la primera mesa que estaba vacía. Al levantar la mirada me topé con esa pila de libros y esos ojos negros, tan grandes y coquetos que me miraron fijamente, luego ella agachó la cabeza para seguir buceando entre sus apuntes. Yo me puse nervioso y seguí a lo mío. Debo confesar que para ambos no fue amor a primera vista. Ni siquiera sabíamos que era el amor. Yo hasta ahora no lo sé.
Primero pasamos algunas noches enviándonos mensajes, intercambiando canciones, recomendándonos libros o películas. Luego quedábamos para tomar café y si era fin de semana cervezas (cosa que a ambos nos gustaba). Como nos llevábamos tan bien y las hormonas nos empezaban a revolotear decidimos salir ya como algo más.
Nos pasamos muchas tardes viendo Cheers, nos encantaba. Creo que nos vimos todos los capítulos, o bueno, la mitad de ellos, la otra mitad dábamos vueltas en el sofá. Me pasó la receta del pastel de zanahoria que le salía tan bien (me arrepiento de nunca haber preparado uno). Quemé algunas ollas de arroz por estar hablando por teléfono con ella, nos aconsejábamos excusas para faltar a clase, escribimos juntos textos pegajosos, nos presentamos a nuestros amigos, viajábamos en autobús después de clase compartiendo los audífonos. De las diez canciones que más me gustaban en ese entonces, siete conocí por ella, las otras tres me recordaban a ella. Aprendí lo que es el feminismo y también lo que es cisgénero, la regla de los tercios, mansplaining y otras palabras que en este momento Word está destacando en rojo porque Word no tuvo la suerte de conocerla.
Pero como todo lo bueno siempre se acaba, nuestra relación también terminó. Recuerdo que no fue nada fácil, lloré muchísimo, más que la vez en que mi hermano y mi primo me asustaron con que iba a ir a la cárcel porque le rompí la cabeza a otro niño con una piedra y yo me escondí debajo de la cama.
Hay días que la recuerdo y a la cabeza me viene la pregunta ¿dónde estará? Seguro que es feliz, haciendo lo que a ella le gusta. Si al menos nos hubieran tomado más fotos juntos…
Esta semana, después de un buen tiempo, me he topado con un escrito que le dediqué donde le digo lo mucho que me gusta. Pensé que me iba a comer una hostia de tristeza, y lo que me dio fue una sensación de anestesia muy profunda por haber vivido una gran historia junto a ella.

Por si te topas con este escrito:
Forever young cariño,
forever young…

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