jueves, 19 de julio de 2018

Día 1 después de ti.

Te voy a contar un cuento:
Un maestro muy sabio caminaba por el bosque con su discípulo cuando se encontraron con una vieja casa de madera. Era una casa de aspecto muy miserable, decadente donde vivía una familia muy pobre, andaban descalzos, vestían con ropa sucia y gastada. El maestro le preguntó al padre de familia cómo hacían para sobrevivir en aquellas condiciones, y el hombre le dijo: "Nosotros tenemos una vaquita. Una vaca que nos da leche y con el poco dinero que ganamos, con esta leche, sobrevivimos".  Cuando el maestro y el alumno se fueron, el maestro le ordenó a su discípulo: “Busca la vaca, llévala al precipicio y empújala por el barranco". El alumno sin saber si hacía bien, algo confundido ya que la vaquita era el único medio de subsistencia de aquella humilde familia, fue a buscar a la vaca y la lanza por el precipicio. Unos años después, aquel joven discípulo regresó a la casa para pedirle perdón a la familia culpabilizado por lo que había hecho, y vio que aquella casa ya no era una choza. Estaba hecha de ladrillos, la familia vestía ropa de buena calidad, y el jardín estaba cuidado con muchas plantas y flores. El padre de familia le explicó al joven: "Nosotros teníamos una vaca que se cayó a un precipicio. Como vivíamos de ella nos vimos con la necesidad de hacer otras cosas, y poco a poco fuimos despertando, y fuimos descubriendo habilidades que no sabíamos que teníamos. Gracias a eso, ahora vivimos más cómodamente que antes".

Todos tenemos una vaquita que nos da la falsa sensación de seguridad, nos hace creer que necesitamos de esa vaquita para vivir. Nos hace dependientes de la rutina. Y la rutina, como sabrás cariño, es otra forma de morir. Todo nuestro mundo se reduce a lo que la vaquita nos proporciona…

Tú no necesitas de esa vaca,
tú eres feliz corriendo libre con los toros.

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