domingo, 22 de julio de 2018

Chico puente.

Hay un agujero en mi lista de contactos
desde que decidí eliminar tu número del teléfono
para no caer en la tentación.
Como siempre.
No te borre por no querer saber más de ti,
sino por todo lo contrario:
para no llenarte de mensajes repitiendo una y otra vez
las ansias que tengo de verte.
Y leer,
como un niño abriendo una bolsa de regalos,
que tú quieres lo mismo.
Suena ilógico ¿verdad?
Pero la angustia en el pecho de saber que tú estás con otro
mientras hablamos de nuestros planes a corto plazo,
me carcome la idea de caer en todos tus abismos
si hace falta.
Me he pasado el día entero subiendo y bajando esa lista,
por si en algún arranque de locura o borrachera
te puse otro nombre (o un suspiro)
y aparezcas otra vez para devolverme aquella sonrisa tonta
que se fue junto contigo del teléfono.
O quizá,
esperaba (no hablaré de la inconciencia)
un mensaje tuyo.
No he tenido suerte.
Cada vibración sin importancia
me recordaba que por primera vez en mi vida
quiero hacer las cosas bien
después de tantas malas decisiones.
Estoy cansado de ser el segundo,
el suplente de turno cuando las cosas no van bien,
el chico puente de mujeres con problemas conyugales.
Me entristece porque siento que me fallo a mí.
Supongo, que eso es lo que Arequipa me puede ofrecer.
Luego pasa lo de siempre:
la cama vacía,
la ducha helada,
el frío entrando por los pies,
los putos domigos...
Bueno,
como decía,
miraba aquella lista tan falta de ti,
de tu nombre como una gotita de “valeriana” en el café,
de tus ocurrencias que me hacían sentir adolescente.
De tu -ya sabes mi respuesta-
De mi -quiero escucharlo de tu voz-
Tan deprimente
como un niño sin un balón en la calle,
tan patético
como escuchar el discurso de un político,
tan confuso
como un verano sin sol.
He mirado la foto de perfil de todos mis contactos,
se ven tan felices...
En la mía salgo frunciendo el ceño.
En fin,
La decisión está dentro de ti
y en el silencio también hallaré la respuesta.
Tal vez tengas razón y sí,
debería cambiar mi nombre por ansiedad.
Y tú por amor.

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