martes, 8 de octubre de 2013

La mujer del tiempo me habló del invierno

Tengo una infección en la piel desde que nadie me acaricia.
Y cuando digo nadie quiero decir tú.

Este invierno será un constante constipado por el frío que ha nacido en el agujero que has dejado en la cama.
Tendré que comprarme unos calcetines de lana gruesos
o hipotecar mi cariño por una buena calefacción.
No hay como el calor del cuerpo en otro cuerpo,
aunque sea sucio y no sea el tuyo,
pero nada que un par de cervezas no engañe los sábados.

Tengo los huesos de cristal y me basta un ligero aire para romperme en mil pedazos,
ni qué decirte del corazón,
voy regalando los trozos que me quedan a minifaldas y tacones desorientados,
ellos me mienten diciéndome guarradas al oído
y por un momento vuelvo a flotar entre nubes de alevosía mientras reconstruyo los tú y yo imaginarios.

Pero es difícil arrancarme tu perfume de la memoria,
es imposible no sentir el sabor de tus labios en la taza del café.

Y me dueles en el iris de los ojos desde que ya no te veo,
y me dueles en las palmas de las manos desde que ya no te toco,
y me dueles en el pecho desde que ya no me quieres.

Todo me sabe a nunca
y nunca me sabe a ti.

Y voy a montar una revolución en las orillas de mis ojeras con pancartas que hablen de tu sonrisa,
y llenaré las plazas de tu ombligo con nuestros hijos perdidos en la ducha buscando los motivos de tus piernas,
y sacaré a relucir los abrazos que guardo en los bolsillos que no te llevaste,
porque son para ti.

Y me basta tu recuerdo para que en mi cuerpo empiece a llover.
Y me basta la distancia para empezar a temblar.

Es invierno y hace frío
y joder,
yo sin calefacción.

1 comentario:

  1. Me ha encantado el relato, muy bien escrito Victor, estas hecho todo un artista, enhorabuena

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