domingo, 16 de diciembre de 2012

Tú y lo que llevas.

Nunca terminaré de decir que te conozco del todo,
ni contaré los cigarros que nos hemos fumando juntos incluyendo las temporadas que creíamos que podíamos dejar de hacerlo.

Siempre has llevado esas gafas modernas,
los labios de rojo,
y una sonrisa acompañada de pequeños saltos sobre el mismo sitio cuando estás contenta.

Lees montañas de libros
y ves mares de películas,
y yo espero nervioso tus criticas de mis escritos porque eres la única persona que conozco,
despiadada y sincera,
que me llena de morbo.

Tú ya me entiendes.

Eres una naranja gigante y jugosa
con una mirada perdida dentro de una escuela de artistas,
no tienes excusa cuando te quedas dormida
y tus resacas son sinónimos de cuidado cuando alguien se te acerca,
que son muchos y tantos y tontos.

No me extraña que te eche de menos.

Fuiste la reina en un desfile de bufones,
la "hipi" en una escuela de cocina,
has sido puta, madre y hermana.
has sido tantas cosas pero sobre todo has sido y eres mi amiga.

Tus ilusiones te llevaron a la gran ciudad,
esa gigantesca Madrid llena de luces y bares que opacan Pamplona y tu pequeño Eibar.
Y sé que lo que peor llevas es la soledad,
y creeme cuando te digo que sería capaz de tomar el primer tren para darte un abrazo y demostrarte que no estás sola.
sabes de sobra que nunca lo has estado,
otra cosa es que te lo creas.

Yo le doy gracias a la vida o a lo que mierda sea por haberte cruzado en mi camino,
y has aguantado con un ardor casi vaginal todas mis comidas de olla,
mis fracasos con las mujeres,
mis tristezas y la mala ostia,
mi impuntualidad,
los días que no quería entrenar y te hacia enfadar tanto que podían pasar días sin que me hables,
mis borracheras,
mis mensajes a las 3 de la mañana,
mis comentarios innecesarios
y un gran etcétera.

Cómo no te voy a querer si eres todo
y mucho más.

Y espero que al pasar el tiempo,
cuando tenga más pelos en la cara que en la cabeza,
cuando se sequen tus lágrimas de tanto regalarlas a la tierra (que ya sabes, son muchas)
cuando la vida nos regale eso que tanto esperamos,
podamos sentarnos,
tomarnos una caña
y mirarnos a la cara como si los años no hayan pasado por nuestras aceras.

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