Me repetía los ingredientes para que me los fuera memorizando y me
explicaba detenidamente como tenia que picar el ajo y la cebolla para darle
sabor al guiso.
Siempre me estuvo preparando para la
partida.
Porque,
Porque,
aunque las madres no lo quieran,
los hijos terminan creciendo,
cogiendo las maletas y yéndose de casa.
Yo le prestaba atención mientras ella hacia malabares
con las cucharas y los condimentos.
Si,
Si,
a
mí me gustaba observarla cocinar.
Me
gustaba porque siempre que lo hacia cantaba,
y
cuando se olvidaba la letra de alguna canción silbaba,
luego sonreía y me decía:
luego sonreía y me decía:
“es
muy importante que cuando cocines cantes, la comida tendrá mejor sabor”.
Y
cogía una cuchara
la
introducía en la olla,
soplaba
delicadamente para después probarla con la ternura que solo una madre puede
tener.
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