Yo sólo te decía que para llevarnos bien tendrías que
despertarme a besos o matarme a arañazos, ¿recuerdas?
Mientras que tú,
me apretabas la mano con fuerza y te asustaba la idea de
escaparnos de esta ciudad de provincia,
y nos mirábamos,
y en cada suspiro soltábamos muestras de amor disfrazadas de
groserías,
y nos reíamos,
Puedo descifrarte con la yema de los dedos y desnudarte con
la brisa de una mirada,
te besaría en cada esquina y en cada farola,
te bebería todos los pensamientos y comería de a pocos los
trozos de carne que me tiras en la cama
como un lobo hambriento de ti.
como un lobo hambriento de ti.
Y de tanto andar en círculos,
un agujero en nuestros pies se formó,
y aprovechamos para guardar en él todo lo que nos juramos
en ese minuto que se convirtió en horas,
porque eso consigues tú,
dominar el tiempo,
mí tiempo.
Y ahí,
escondiendo todos los secretos,
nos fuimos separando ante el tumulto de la gente y la voz de
esa calle intranquila.
Y con un “hasta luego” tan formal,
girando la cabeza para marcar un nuevo camino,
volví a despertar otra vez,
con tu risa escapando de la ducha
y el agua mojándome los pies.
con tu risa escapando de la ducha
y el agua mojándome los pies.
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