sábado, 11 de enero de 2014

Tres metros sobre el suelo.

Tengo ingenuidad de sobra para todos los dobles sentidos
que escondes bajo la falda.

Ponme a prueba.

Pero por favor,
no sigas pasando de largo.

La noche gira
y yo te sigo buscando en bares equivocados,
esperando que alguien se acerque
y me arranque la soledad a base de penúltimas rondas,
donde el amor cuesta tres cervezas de más
en lugar de un verso en el oído.

Busco la manera de sentirme querido
aunque sea por culpa de un polvo mal echado,
para luego despertar por la mañana
o la tarde,
sintiéndome más idiota.
Y seguir con la rutina de todos los días,

ya sabes,
echarte de menos y toda esa mierda.

La noche gira
y yo tengo ganas de gritar en las montañas tu nombre,
y que aparezca la silueta de tu eco
para decirme que me esperas a tres minifaldas
de tus piernas en pleno invierno,
y que cada uno de mis pelos en punta
se reemplacen por las erecciones que te debo
desde que no dormimos juntos.
Que la noche me traiga jadeos y gritos falsos
como los de la peor actriz de un grupo de teatro amateur,

pero que me follen,
bien o mal,
pero que me lo hagan.

El amor,
quiero decir.

La noche gira
y yo llevo en mi mano tres deseos que pondré en fila
en cualquier baño de un bar de mala muerte,
y sueño con que un día abra esa maldita puerta
y te vea frente a mí y me repita una y otra vez:
ya no tengo necesidad de volver a enamorarme de nadie.

Pero por favor,
no sigas pasando de largo.

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