miércoles, 8 de enero de 2014

Llévame lejos (La teoría de volar)

El amor en tiempos tan difíciles como estos nos puede llevar a pensar que es algo irreal. Una vez oí que el verdadero amor, o el amor eterno, es cuando no existe amor. Aunque suene a contradicción tiene una lógica: el amor ciego, ese que nos impide ver siempre los lados oscuros de todo ser humano, ese amor que nos condena a un mundo de lamentos y desconfianzas, suele no durar. Pero en cambio ese enamoramiento inocente que nunca llega a ser un chivo expiatorio de nuestros deseos, que se va construyendo con pequeños momentos que encontramos en el camino puede que dure mucho más que los intentos desesperados en busca del amor.

Acto I

Yo: Y entonces la vi. Sus ojos me dicen “vamos, acércate” pero su cuerpo me dice “como te acerques te vas a enterar” qué mar de dudas. Joder… buen momento para mearme. ¿Y si aprovecho para pasar por su lado? ¿Y si me rozo un poco? No, eso no. Pero daría lo que fuera por oler su pelo, debe oler a flores recién cortadas del jardín. Bueno, ahí vamos. Toma aire y tranquilízate. Me pediré otra copa. No puedo dejar de mirarla y ella también me mira, lo sé. Bueno, sólo tengo que ir al baño y ya está ¿no? Que difícil es... Vamos, bebamos de un trago toda la copa. Ahora me estoy meando más, mierda, se acerca, esta viniendo hacia mí, no puede ser ¿qué hago? ¿Me tropiezo con ella y le tiro la copa por encima? Trasluciría su inocencia, su pureza. Debe tener la piel suave como el terciopelo. La tengo al frente de mí ¡no siento las piernas! No sé si son las ganas de mear o la increíble luz que emana que hace que me derrita como la mantequilla al sol. ¿No me estaré meando encima? No, menos mal. Tiene que comprar tabaco, que linda es. Nuestra casa olerá a humo todo el día, pero no me importa, me compraré una máscara de gas. A lo mejor no fuma mucho... Cálmate que ya está regresando, no le voy a mirar. Me haré el distraído. Pasó de largo. Ahora es mi turno, iré al baño y no la miraré, pasaré riendo para que vea que soy un chico bien que no se agobia por nada y que tiene una vida plena y llena de felicidad, eso es, tiene que darse cuenta que conmigo le espera una vida feliz. Allí vamos. Sigue caminando. ¡Mueve los brazos! Natural. Cuanta gente hay en el baño. ¡Vamos, muévanse! Que lento mea la gente. Esta canción me gusta. Eso, uno más. ¿Dónde está ella? No la veo, ¿qué hago? ¿Voy a buscarla o espero entrar al baño? Joder, no me lo pongas más difícil por favor. Al diablo con el baño, ¡voy en tu rescate! ¿Dónde estás? ¡Apártense! Dónde estás… voy a salir del bar, pero esto, ¿qué es?

Acto II 

Ella: ¡Ayúdame!
Yo: ¿Dónde estás? ¿Por qué no veo nada? ¿Dónde está todo el mundo?
Ella: Ayúdame por favor… 
Yo: ¡Aguanta un poco más! 
Ella: ¿Te he contado que me gusta la comida francesa?
Yo: ¿Es una broma?
Ella: ¿Por qué me respondes con otra pregunta?
Yo: Tú estás haciendo lo mismo, espera, ¿dónde estoy?
Ella: Y eso es…  ¡otra pregunta!
Yo: Está bien, a mí la comida francesa me es indiferente. Quiero ver tu rostro.
Ella: ¿Y a ti qué te gusta comer?
Yo: Todo, me gusta todo. Ahora ¿me muestras tu rostro?
Ella: ¿Siempre me vas a tratar así?
Yo: No, lo siento, pero es que estoy algo confundido.
Ella: Y yo estoy asustada.

Acto III

Ella: ¿Azul o verde?
Yo: Verde.
Ella: ¿Perros o gatos?
Yo: Perros.
Ella: ¿Por qué no te acercaste cuando estábamos en el bar?
Yo: No lo sé, creo que pensaba mucho.
Ella: ¿Ahora no piensas?
Yo: Creo que no, sólo digo lo primero que me viene.
Ella: Si las flores pudieran hablar… solamente te gusta lo que ves, tengo un pasado que tal vez no te gustará. Yo: ¿Por qué dices eso? Me gustaste desde que te vi, lo siento dentro, el estómago no miente.
Ella: Igual es hambre. Cuando pase el tiempo y empieces a descubrir cosas de mí, te enfadarás, te agobiarás y la desconfianza de los hechos pasados te comerá la cabeza.
Yo: ¿Por qué estás tan segura de que va a pasar eso?
Ella: Tienes una mirada tierna.
Yo: Te quiero, te quiero para mí.
Ella: Te quiero. Que palabra tan egoísta.

Acto IV

Ella: Y allí estaba él. Con la mirada desorbitada. Lo odio cuando hace esas cosas, sólo me mira y me odia. ¿Cómo puede pensar todo eso de mí? Va tan ciego que ni siquiera me reconoce. Estará pensando lo mismo de siempre. ¿Me engañará? No, no tengo que pensar eso. Si se diera cuenta que siempre estoy con él, estoy en sus más profundos pensamientos. ¿Qué hace? ¿Se ha pedido otra copa? Pero si no puede mantenerse en pie. Voy a pasar por su lado, a lo mejor me ve. Allí vamos, joder, no me reconoce. Ahora no me mira. Se está acercando, me quiere, lo sé, ¿a dónde va? Al baño, claro, con todo lo que ha bebido. Hay mucha gente. Me tengo que ir amor, no me encuentro bien. Te espero en casa.

No hay comentarios:

Publicar un comentario