martes, 3 de diciembre de 2013

Grita un poco más fuerte que aún no te oigo.

Abro tu perfil y veo que has cambiado la foto inicial.
Le doy click con miedo a tu fotografía para ver como pasa de largo tu sonrisa en cada una de ellas.
En cada click millones de insectos recorren mi estómago,
como una montaña rusa donde sólo estás tú sentada divirtiéndote al otro lado del cristal,
sin ningún ápice de sentimiento de tu parte,
porque los míos ya van por la segunda vuelta.
Te veo en lugares donde nunca estuvimos juntos,
con personas a las que nunca conocí,
con demasiadas posturas de gesto que no he visto en mi cama.
Y te echo de menos joder,
echo de menos cada mueca de un te quiero por la mañana,
te echo de menos cuando estoy a tres escalones de la puerta y no estás tú para abrirme y te enredes con las piernas a mi cintura y me digas 'te he echado de menos' como lo digo yo cada puto segundo cuando le doy click al jodido ratón.
Y me agota tanta distancia,
tengo ganas de pillar el coche y plantarme estés donde estés y decirte: vámonos, que ya está bien de hacernos daño...
pero no puedo,
no tengo el valor suficiente,
sigo siendo el cobarde que conociste.
Cuando entro por aquella tienda donde solíamos comprar cervezas para el después de hundirnos en nuestras costillas,
la dependienta me da recuerdos para ti,
como si yo no tuviera suficiente con los míos.
Debería ser delito preguntar por otra persona cuando te ven solo por la calle.
Ya es de noche y sigo dándole click al ratón,
te veo feliz,
poniendo frases que escuchas de poetas arrogantes que tratan al amor en tercera persona,
viendo tu risita de niña traviesa en una fiesta rodeada de pajerillos musculados,
y mientras tanto yo aquí,
en esta cama vacía,
sediento,
esperando los besos que me debes,
esos que quizá nunca llegarán.
A la cabeza me viene el recuerdo de cuando dormida te dabas media vuelta y te adueñabas del edredón y me dejabas destapado con un frío absurdo,
mirándote como se miran los paisajes de un país desconocido,
deseando escabullirme entre tus sueños y darte calor con el rose de mis dedos en tus piernas,
y que seamos fuego
y que seamos aire
y que la lluvia brote como un manantial desde tu coño a mis orejas;
pero no lo hacía,
sólo te miraba,
intentando encontrar el por qué todo había cambiado,
por qué tus ojos ya no brillaban como antes,
por qué ya no se enredaban tus dedos con los míos.
Y busqué respuestas y me llené de preguntas,
y quizá mi error fue buscar por fuera lo que no supe encontrar dentro de ti.
Recuerdo que cuando te ibas te dije: Ojalá no vuelvas.
Y ahora que lo pienso en realidad no te has ido,
sigues estando a un click de mi cabeza,
pero no es lo mismo,
no es lo mismo joder...
Y llegados a este punto de la noche
me doy cuenta de la verdad:
la soledad no es estar solo,
es estar sin ti.

1 comentario:

  1. Es lo mas increible que he leido nunca......me ha dejado de piedra. Nos creemos unicos y es increible como alguien que no nos conoce puede describir perfectamente un sentimiento, una relacion...

    ResponderEliminar