domingo, 3 de noviembre de 2013

Discúlpame P. Neruda.

Podría escribir los versos más tristes esta noche...

pero no me salen.

Lo siento Neruda,
pero es que tú no sabes lo de esa manera suya de meterse la tristeza en el bolsillo y sonreír a pesar de las tormentas,

y me bloquea.

Intentar escribir versos tristes sería un sacrilegio ante tanta belleza cercana al orgasmo,
es como intentar no llorar al cortar una cebolla,
hay que ser desalmado para no sentir remordimiento ante tan cruel asesinato.

Y tengo que decirte que a mí no sólo me gusta cuando calla,
sino también cuando ríe,
y cuando lee,
y cuando baila,
y cuando se muerde el labio,
y cuando se despeina,
y cuando duerme...
¡Tú no la has visto cuando duerme!
Es como si toda la cama se llenara de sueños
y yo que siempre he tenido sólo uno me diera a elegir entre tantos otros para seguir enredado a su aroma,

con su piel como amuleto,
con sus ojos como brújula.

Y obviamente estaré callado en cada beso,
es mejor no arruinar los momentos con palabras absurdas,
que para ponernos cursidramáticos ya tenemos los bares
y los papeles en blanco.

Y ya me sé eso de los cerezos que se abren a su paso,
que yo también quiero hacer lo mismo con sus piernas;
que la he visto llegar con la lujuria en los labios
y los 20 poemas de amor como señales en sus caderas.

Y para canción desesperada sus gemidos rebotando en las paredes de mi cuarto
hasta que la vecina nos calla con su escoba.

Tú lo escribiste
como yo no:

"Para mi corazón basta su pecho,
para su libertad bastan mis alas"

¿y si volamos?

Quizá otra noche escriba los versos más tristes,
o la aprese en mis redes de música,
o yo que sé...

pero hoy no Neruda.
Hoy no.

PD: Y sí,
       podrán cortar todas las flores
         pero no olvides que ella
           siempre será la primavera.

Con cariño,
Victor.

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