jueves, 21 de noviembre de 2013

Probar nuevas posturas entre tus brazos como asignatura optativa a la distancia.

Quererte, quererme, querernos,
Quererte en caída libre,
Quererte cuando abras la puerta,
Quererte cuando cierres las ventanas,
Quererte al borde de un abismo,
Quererte por teléfono,
Quererte con palabras,
Quererte en los silencios,
Quererte en horizontal,
Quererte también en
V
E
R
T
I
C
A
L
Quererte en primavera,
Quererte con el frío del invierno,
Quererte como principio de cada mañana,
Quererte como punto final de la noche,
Quererte en mis costumbres,
Quererte a la distancia,
Quererte entre mis piernas,
Quererte con el viento de tu pueblo,
Quererte como revolución literaria,
Quererte, quererme, querernos…

Si pudiera conocer el sabor de tus labios,
o el aroma de tus besos después de un café
o una cerveza si necesitamos hablar en voz muy baja
con el cuerpo temblando de frío o de nervios,
si pudiera sólo un instante adueñarme de la curva de tu sonrisa,
extraerte las manos de los bolsillos para llevarlas a mi pecho,
dibujarte colores en el rostro con mis tontas manías de piropearte con gracia,
jugando a ser un seductor de alcantarilla, de barrio o de barra.
Si por sólo un segundo me señalaras con el dedo y me dijeras “ven aquí”
y con ese gesto absurdo sentir que enciendes la mecha de mi vida,
no tardaría en darme cuenta que estoy dispuesto a caer,
de rodillas o de pie,
en todas esas imperfecciones que te hacen perfecta.

Colarme entre las costuras de tu bufanda
para que siempre que necesites calor me enredes a los paisajes de tu cuello,
crearte islas momentáneas en calles a oscuras,
o llenarnos de lunas con la vergüenza afuera de la habitación.
Ser tu alguien afín,
ese con el que te imaginas un futuro tras los cristales de tu cámara,
que se hacen cómplices con los dedos de las manos,
mirarnos despacio,
como se miran las cosas nuevas por primera vez
y que siempre seamos una primera vez,
y una primera cita.
Y en la nevera colgarnos los suspiros como lista de la compra,
como una dieta que se rompe los domingos.

Que imaginarnos juntos sea un acto cotidiano
y no una resaca que mandas en un mensaje de texto.

Y en las paredes pegar fotografías donde sonriamos como idiotas,
compartir la almohada pensando en los nombres de los niños,
que me digas que me quieres mirándome a la cara
y por todas las estrellas prometo hacerte mía en todos los rincones del universo,
aplaudirte en tus logros,
celebrar juntos los finales de trabajo,
ser tu canción favorita los días que te toque
y bailes al compás de mi saliva,
ponerte la piel de gallina con mis pestañas entre tus piernas,
abrazarte como un amigo,
follarte como un amante,
soñarte como un desquiciado.
Quererte, quererme, querernos…

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