domingo, 11 de agosto de 2013

El después del después de tus ojos.

                 ...y en lugar del amor nos hicimos daño...
                                               Nacho Vegas.

No te vayas... espera un poco,
¿quieres tomarte una cerveza?
No te quitaré mucho tiempo, enserio.
Sé que tengo más defectos que virtudes
y que no me gusta la sinceridad en la puerta de los bares,
pero la ocasión lo necesita.

Necesita de nosotros.

Pon tu mano sobre mi pecho,
¿lo sientes? 
Esto es lo que me impedía acercarme a ti.
Se llenaba de sangre y bombeaba sentimientos que descontrolaban mi estabilidad,
me hacían temblar,
sudar frío
y la fuerza de la flaqueza se hacía gorda y entonces me apartaba con la mirada gacha
lamentando la sonrisa que otro extraerá de tu boca.

No quiero asustarte con todo esto que te digo, sino todo lo contrario.
Quiero darte motivos para despertar por la mañana
y de quitarte la ropa por la noche,
de salir a la calle sin saber exactamente por qué,
mientras cantas una canción cursi y miras fijamente a los árboles.
Quizá todo esto te esté cayendo de golpe y no sepas cómo reaccionar, pero por favor no digas nada ahora,
déjame hablar a mí y colorearte una vida donde siempre será primavera,
y pasaremos los domingos en la cama donde sólo nos levantaremos para ir a la cocina a por más cervezas,
cuando después de un beso de buenos días te entregues a la maravilla que es despertar juntos

...volar juntos...

Tendría que haberte dicho esto hace mucho tiempo y dejar los silencios para más tarde,
pero no pude.
Ya sabes, el corazón.
Pero tienes que saber que nunca será tarde,
que he paralizado el agosto con tus caderas,
que le he hablado al cielo de todos mis intentos de alcanzar tus cabellos de una vez por todas,
que las cervezas están cansadas de escuchar mis lamentos,
que hay veces que me resulto repetitivo en las paredes, en las servilletas de los bares, en todos los escritos del ordenador.
Que las farolas estarán encendidas el tiempo que necesites
y si es necesario bajaré las estrellas para que te alumbren,
que no voy a parar hasta que me quieras como yo te quiero,

que es para mí
y para siempre.

Concédeme un baile y no digas nada,
que quizá el corazón no me aguante.

Corazón.

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