miércoles, 4 de marzo de 2020

mes 8 antes de la paternidad.

Existe una bomba de tiempo entre su barriga y mi corazón. Un pedazo de oasis, un paraíso escondido que me invita a tomar el sol los días que a está ciudad se le da por crear el apocalipsis. Cuando observo lo cerca que estás, siento que el poco aire puro que me habita en los pulmones, tengo que guardarlo para regalarte, si se puede, algo más de vida.
Mamá sigue sensible, papá algo más paciente y Amelia algo estresada por los cambios que hacemos en la habitación y donde ella, pobre, no puede participar. Al menos hasta tu llegada a este mundo.
No sé dónde meter tanta ropa que ya tienes... nos han dicho que te durará por lo menos un mes, que crecerás rápido. Que hay que comprarte una cama más grande porque "cómo va a dormir el pobre con nosotros", que esa cunita es muy pequeña, que hay que comprarte otro coche, que en verano te dará calor, ah! Y una sillita para el auto, que hay que tener más de un biberón, que hay que empezar a almacenar pañales, que hay que ver si no tomas pecho y nos tenemos que hipotecar en fórmula, que hay que, que hay que, que hay que...
Yo, hijo querido, he comprado otra moto para darnos unos paseos más largos. He regalado gran parte de mi armario por si hay que andar descalzos y desnudos por la casa, he regado las plantas para que crezcan sanas y fuertes como tú, he peinado a Amelia para que puedas acariciarla, y ya tenemos bastantes cuadernos en blanco para que pintes con mamá... A lo demás cariño mío, es mejor hacer de oídos calabaza.

Pd: No le des patadas tan fuertes a mamá o no habrá cuentos está noche.

No hay comentarios:

Publicar un comentario