jueves, 8 de octubre de 2015

Ya estoy de vuelta en España abuelo.
El viaje fue largo y tedioso, pero lo pude soportar gracias a una mujer mexicana que me habló de su vida y me enseñó a tejer con ganchillo en el avión. Se llama Alicia y quiere que sea su yerno, dice que su hija y yo somos almas gemelas.
Aún no entiendo que ha visto en mí para que diga eso.
Pero me alaga.
Por aquí todo anda igual: la gente, los bares, el verano que se resiste.
Mi compañera de piso me ve más risueño, yo también me siento así. Será por el chute de familia y amigos que he tenido estos días.
Si te soy sincero me ha costado un montón volver, quería que algo pase para no subirme de vuelta al avión.
Cuando entras en lo profundo de algo ese algo lo contiene todo.
Pero está bien, hay cosas que tengo que cerrar aquí. Ya sabes, historias, capítulos, blablabla...
Estoy motivado, tengo entre manos una nueva obra de teatro que quiero montar y desde que he pisado tierra no he dejado de escribir. También está mi nuevo libro, creo que te hablé de él. Esto hará que me mantenga fuerte en tierras donde todavía me siento extranjero.

Ha sido bonito verte abuelo. Eres un viejo duro y fuerte. Aunque ya no camines yo te he visto andar, has pasado por encima de mi tristeza rompiendo el laberinto de espejos donde estaba atrapado. Sin decir nada, callado y sereno como te recuerdo.
Ojalá me hubiesen dejado sacarte de ese maldito hospital donde estás preso.
Llevarte a ver las calles y las flores que no hay allí, comprarnos chocolates y sentarnos frente a la playa y seguir escuchando tus historias de cuando eras militar. Con lo que a ti te gusta.
Seguir mirando tu rostro de melancolía recordando a tus compañeros que ya no están entre nosotros.
Me hubiese gustado quedarme un poco más de tiempo y verte mover todos los dedos, sentirme orgulloso de cada logro que haces en tus terapias.
Ayudarte a volver a escribir, que lo estás haciendo muy bien. Mi madre dice que eres un niño con un cuaderno nuevo.

Tú me has enseñado mucho y yo aprendo muy mal.
Todavía me emociona el recuerdo:
Yo empujando tu silla de ruedas
y tú diciendo: Vamos hasta Barcelona.


Qué curioso, al final lo conseguí.

  

No hay comentarios:

Publicar un comentario