miércoles, 14 de octubre de 2015

¿A dónde vamos?

Siempre es a ti a quien le hablo con esta manera tan tonta de escribir que tengo.
Será porque me sigues poniendo los ojos de color estúpido
cuando te pienso paseando por el salón de casa con esas braguitas diminutas
que usabas cuando querías que te preste más atención a ti que al jodido ordenador.
Yo sumergido en escritos que matan mientras la vida pasaba por delante de mis ojos. 
Y además, ¡en braguitas!
Hay que ser tonto...
¿Se nota cómo se me desborda la boca cuando pienso en morderte la nuca?
Me imagino que estarás pensando que ya no te recuerdo.
Que después de tanto tiempo ya habrá aparecido por mi puerta otra,
cualquier otra,
que quiera posar desnuda sobre todos mis papeles en blanco.
Pero te recuerdo
y todavía algunas noches me cuesta dormir.
¿Cómo olvidar esa manera de mirar que tienes?
Jugando a ser la niña inocente que agacha la cabeza después de hacer algo malo.
Y esa forma suave de tocar tan tuya,
como si fueras un pianista en medio de un concierto.
tocabas con fragilidad y con fuerza la almohada cuando sentías que te tiraba los pelos.
O tus manos bordeaban mis rastas.
Y como te mueves y te arqueas,
como luchas por encajar,
entre los hombros y por las piernas.
Y tus labios.
Me encantaban tus labios.
Gruesos y frágiles.
Como un mar agitado,
como un grito de guerra.
¿Cómo olvidar la manera que tienes de desvestirte?
Tan excitante como verte hacer lo contrario.
Sí, todavía rondas por aquí,
y los clinex de la mesilla de noche me lo recuerdan.
En fin, hoy hace frío.
El tiempo bien ¿no?

No hay comentarios:

Publicar un comentario