domingo, 22 de abril de 2018

Ánima

No necesito ayuda, tampoco necesito de suerte.
Lo que realmente necesito es fuerza para luchar
sabiendo que esta vez será todo por mí, y para mí.
Necesito ser imparcial y paciente
para aceptar que esto es sólo otra de las miles
de guerras que ocurren diariamente.
Y en esta guerra nadie es especial,
sólo se gana si se sabe rescatar la lección en una derrota.

Siempre he pensado que la mayor decadencia del ser humano
es transitar por distintos errores y no aprender nada de ellos.

Espero que tú también decidas bien,
siempre hay momentos en el juego
donde resulta imposible cambiar las piezas.
Tampoco te deseo suerte y no te ofreceré ayuda,
porque la mala suerte es sólo un azar dado
a tu manera de hacer que todas las cosas vuelen por los aires.

Somos eternos estrategas en la guerra del día a día,
una guerra interior,
una guerra tan fría que no hay ganadores,
sólo algunos sobrevivientes gravemente heridos
luchando por algún propósito cualquiera.

Después,
quizá sea demasiado tarde
para disparar en una realidad cualquiera.
Después,
quizá sea demasiado tarde
para entender que nadie se queda por mucho tiempo
en ese lugar llamado vacío,
porque una vez que consigues descifrar el vacío
el silencio, la revelación aparece con más fuerza.

El momento de hacer las maletas siempre es aquí y ahora.
Por más que encontremos luz en el camino de carreteras oscuras,
esa luz estará llena de incertidumbres incuestionables.
Sólo necesito valor para seguir mi curso,
porque mi pasado no fue de los mejores,
y mis aciertos dejaron mucho que desear.

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