miércoles, 13 de septiembre de 2017

La Luna en el río.

Deberíamos irnos mientras todo es bonito. Mientras aún somos felices y dejar en la memoria aquello que nos ilumina. No siempre debemos irnos en los malos momentos. No deberíamos esperar las lágrimas, la desesperación, la soledad. Deberíamos aprender a decidir adiós a las cosas perfectas, o que creemos perfectas, porque cuando menos lo esperas el sol se oculta y llega la tormenta, y no nos queda de otra, sólo observar la lluvia sintiendo una sed terrible. Esperando que todo regrese a la calma,  y la calma la asociamos al nombre de una persona. Pero el teléfono ya no suena, la puerta no se abre, nadie llega. Deberíamos aprender a abandonar algunas cosas sin olvidar el lado bueno de todo. Así estaríamos enteros, pero no, insistimos en quedarnos. Aún no hemos aprendido a despedirnos de los paraísos, pero no olvidemos una cosa: la Luna reflejada en el río no es Luna sino agua.

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