jueves, 10 de septiembre de 2015

Ojalá.

Ojalá que cuando escuches mi nombre te duela.
Que, cuando conozcas a otro Victor, no sepas qué hacer y salgas corriendo con el mar en los ojos.
Y te tiemblen las piernas.
Que no puedas estar de pie y tengas que sostenerte de cualquier pared y vomites de nervios.
De angustia.
Que me eches de menos,
que notes lo dura que se te hace la vida sin mí.
Que todo te parezca extraño y vacío.
Que se te caigan los sueños y el futuro.
Que te invadan las ganas de llamarme y dudes.
Dudes tanto y de tal manera que no sepas si fui real o un sueño en tu vida.

Ojalá que me confundas con todos los hombres y compares mis caricias.
Que te aburra follar con otros.
Que te de pereza.
Y si te acuestas con otro lo mires a los ojos y veas mi rostro.
Que lo llames con mi nombre en tu memoria.
Y que te siga doliendo mi ausencia.
Mi nombre.
Que sientas que no soy yo el que te coge por los pelos.
Que no soy yo el del espejo.
Que vuelvas a correr.
Que te escapes y todo te sepa a mí.
Que te des cuenta que ya no estoy.
Y que te lamentes de todo lo que no tuvimos.

Ojalá que me odies como nunca amaste a nadie.
Porque entonces entenderás todo los que pasa dentro de mí.

Ojalá.

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