domingo, 16 de febrero de 2014

Rutina de amapolas.

Llegar a casa como si fuera tu única salida de escape.
Dejarte caer sobre la cama y pensar que toda la mierda que llevas cargando desde hace años hoy pesa.
Y mucho.

Quisiera tener menos años y arreglar algunas cosas que hice mal.
Domesticar la soledad como se doma a las fieras salvajes: con ternura.
Pero la intranquilidad de no saber qué pasará mañana me tiene apretando del pecho, como un boxeador acorralado en las cuerdas del cuadrilátero sin encontrar la maldita toalla, tirarla y poder decir "me rindo".
Siento que mis días de gilipollas están tocando fondo y me perjudica en cualquier decisión que quiero tomar.
Falsifico la felicidad con una sonrisa.

¿Ya os dije que soy gilipollas verdad?

Y es que ahora mismo no sé lo que quiero.
Debería abrir la ventana y dejar que el aire puro entre a mis pulmones, que purifique esta rutina de tabaco que tengo extrangulándome el llanto. Y saltar. Con un sexto piso motivando la cercanía del suelo, sentirme un pájaro mientras caigo recordando lo cobarde que soy.

Que va,
no soy capaz ni de eso.

Allá afuera todos lucen unas manos llevando otras manos, paseando desgracias, fingiendo que todo va bien porque claro, que diría el resto si nos ven llorar en una banqueta del parque.
No, no.
Eso sí que no.
Correrte sobre un trozo de papel higiénico, sobre un calcetín sucio, sobre unas tetas que no te producen placer.
Ponerte un preservativo en la mirada y repetir 'te quieros' como si fuera fácil.
Como si fueras tú.
Lucir el sábado en tu mejor traje, tomarte una cerveza rascando el bolsillo, pedir otra y salir corriendo.

Pringao.
De lamento y condición.

Hacerme pequeño y no encontrarme en ningún sitio, sacudir el armario y darte cuenta que no tienes nada ahorrado y que las deudas te van dejando sin amigos, sin herencias de sueños, sin libertad de expresión. ¿Eso querías no?
¿Ahora qué vienes a reclamar?
Debería nadar en el charco yo solo y no dejar que nadie me acompañe, que para ahogar al resto se inventó el amor.

Abrir la ventana y saltar.
Y sentirme pájaro.
Eso quiero.

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