jueves, 29 de noviembre de 2012

Libertad

Hay días que la libertad se pone su mejor traje de seda y renuncia a las cuatro paredes de mi habitación,
se sienta conmigo en una banqueta del parque,
se hace un peta y compra un litro de cerveza.
Me cuenta como le va la vida,
las tristezas de la mía
y me cubre con sus cabellos del frío.

Hay días que la libertad me coge la mano y me lleva al monte,
a ver sus praderas
y jugamos a contar árboles y a pisar las hojas como secretos.

A veces, la libertad, me riñe como una madre cuando no haces los deberes,
me tira de las orejas y me enreda los brazos como una cadena y me manda a callar a un rincón.
Y lloro,
la voz se me entrecorta y me clavo puñales en el pecho convirtiendo en un colador mi corazón.

Así es la libertad,
una mujer poderosa,
la más puta de la rotonda
y cuando está cariñosa te arropa antes de irte a dormir y te deja un beso de buenas noches.

No sé si darle las gracias o reñirle
porque por lo general me abandona,
y se marcha con las personas bien peinadas,
con sus coches de lunas tintadas
y pueden comprarte con unos billetes donde salen personajes que no conozco,
y quizá nunca conozca,

Pero aún así me deja,
de vez en cuando,
Hacerle el amor por las noches.

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