Fuimos corriendo a buscarlas pero era casi imposible juntar
cada parte de un puñado de cenizas desparramadas,
y desde ese momento todo nos pareció imposible.
Se nos cayeron los ojos con el recuerdo que nos formamos
montados en los caballos blancos de un tío vivo,
mirando el paisaje de montañas que nos regalaba la muralla
de la que pensamos arrojarnos.
Y yo siempre he sido de volar,
pero ahora soy más de mantenerme vivo,
remando como si las pocas ganas que tuviera de morir le van
ganando a tus ojos,
y volviendo a la espesa realidad de mi cuarto,
me trago de a pocos la luz que queda en mis pensamientos
sobre ti,
y palpitan mis dedos con el simple echo de recordar un rose
de tu cuerpo,
y los adioses me chorrean por la frente y consumo a caladas
el tiempo que te tuve en mis brazos,
como si todo estuviera atrapado en un desierto de arena y de
nada,
y me trago películas enteras de analogías de una vida
pasada.
Y… no puedo escribir más…
En resumen, como una película de esas que me he tragado:
“Yo, Victor Zegarra, conmovido por la pasión que me domina,
he decidido comenzar un diario íntimo al estilo de mis ilustres predecesoras: Ana
Frank, Mafalda y la pequeña Lulú. Comencemos: 15 de septiembre del 2012. Hoy no
me llamó. Hoy tampoco. 10 días que no me llama. Octubre 1, hace casi un mes
comencé este diario para aclarar mis sentimientos por X (se me caen los labios
si pronuncio tu nombre). Al no dignarse a llamarme en todo este tiempo tengo en
claro que X, mis sentimientos y este diario, se pueden ir a la reputísima madre
que los reparió".
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