Dame una noche de asilo...
Eso dice la canción que suena en el
reproductor
mientras acaricia con ternura mi bajo vientre.
-Esta canción es para ti- me susurra cerca del
pecho,
como si le estuviera confesando un secreto a un
viejo amigo.
Llevamos un par de horas recostados en la
cama,
algunas veces se queda en silencio,
en otras se envuelve con mi brazo
como si no le quisiera dar tregua a lo helada
de esta ciudad.
La habitación es un cúmulo de oportunidades
que terminan cuando cierra la puerta
y me dice que su familia la está esperando
para comer.
Es ahí,
o, sobre todo,
que las palabras no quieren tocarme el
paladar.
Dale una noche de asilo…
Parece decírmelo Drexler como si dependiera de
mí.
No quiero verte vestida ni quiero que me tapen
los ojos,
pero se nos hace tarde, lo sé.
Odio tener que resignarme a la sequedad de la
distancia,
a la rutina de mis ojos tristes sonriendo al
recordarte,
a tener que lamer cada esquina de estas hojas
sin ti.
Pero te subes el pantalón lentamente,
el pelo te acaricia la nunca como una cascada
y te abrochas el sujetador encerrando al
animal
que me habita en el pecho al verte.
Miro,
con nostalgia e impotencia,
como la vida se esfuma
en la elección de otra persona.
Date una noche de asilo…
Me lo digo en voz baja al dar la media vuelta.
-Soy un jodido accidente- te lo he repetido
esta tarde,
la mancha negra en tu declaración de futuro,
la opción mediocre en el café con tus amigas.
Todavía no entiendo
Por qué no quieres verlo así,
verme así.
Tú seguirás durmiendo con otro,
yo seguiré durmiendo conmigo.
Dame una noche de asilo…
Dice por última vez Drexler
y yo apago el reproductor.
https://www.youtube.com/watch?v=RbmS3tQJ7Os
ResponderEliminar