domingo, 11 de febrero de 2018

Cuando cierro los ojos después de estar contigo, tengo la misma sensación en el cuerpo que sentía cuando era pequeño y me iba al parque con mi hermano y mi primo a jugar en los viejos columpios del pozo de agua. Corríamos a sentarnos en los bancos de madera y pasábamos largas horas balanceándonos. Yo me sentía tan fuerte y seguro, que movía los pies con fuerza para volar más alto, con el vértigo haciéndome cosquillas en la barriga, con esa libertad que tienen los niños, con el sol rebotando en mi sonrisa.
Tú consigues que reviva esa sensación diariamente.

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