domingo, 18 de diciembre de 2016
Me gustas porque me haces sonreír después de un día duro en el trabajo.
O porque cuando preparo la cena me dices al oído "eres el mejor cocinero del mundo", colocas los platos en la mesa y enciendes las velas con olores que compramos en la avenida lavalle.
Y porque tienes esos libros tan raros de autores con nombres impronunciables, y me hablas y hablas y hablas, y yo no sé cómo buscarte las manos.
Me besas en la mejilla y pones la pava para el mate "¿quieres galletas?" me dices, y yo que últimamente hablo poco te hago un gesto con la cabeza. Me ignoras, vas a traer las galletas de todas formas porque eres tú la que las quiere.
Y ver cómo te alejas es lo más cerca que he estado a la muerte.
O cuando me ves desarreglado y fumador y aún así te gusta mi sonrisa.
Eres tan hermosamente imperfecta. Un desastre, vamos, que ha llegado a ordenarme la vida.
Desde que caminas conmigo, escribo más, no digo que mejor o bien, simplemente escribo más.
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