domingo, 28 de junio de 2015

De sirenas y otras drogas

- Tenía muchas ganas de conocerte.
- ¿Por qué?
- No sé si por pena de lo ocurrido, o si por admiración de lo contado.
- Por pena seguro.
- No lo sé, pero por si acaso, me voy a atar el pelo.

Me habló de ovnis y lugares perdidos.
Yo escuchaba el mar en sus pupilas.
Luego me cantó en voz muy baja,
tímida,
como pidiéndome perdón sin hacerme primero daño.
Nos confesamos secretos,
nos escondimos un poco del mundo tras los libros que no habíamos leído.

Y nos reímos,
vaya si nos reímos.

Abrimos otra cerveza y poco a poco nos fuimos sintiendo más cómodos.
El sofá un universo donde las ganas se intuían pero ganaba la distancia.

Su piel canela,
sus ojos como el café que te roba el sueño,
los cabellos rubios hasta los hombros.
Todo el pack completo para escritores aficionados.

Entonces sus manos jugaron con mis brazos,
yo me escondí tras la guitarra.
-No me hagas esto- dijo.
Todavía no te estoy haciendo nada...

No hay comentarios:

Publicar un comentario