miércoles, 8 de mayo de 2013

La gala de Medina, la flor de Olmedo.


Está lloviendo, lo puedo ver por la ventana. La luz de las farolas, una mujer que corre con un paraguas destartalado por el viento y mis ojos que se cierran como las persianas.
En el calcetín del pie izquierdo tengo un agujero por donde se cuela el frío y se me escapa algún que otro sueño. Busco tus pies por debajo de la manta pero no consigo encontrarlos.
Escucho música, bebo una lata de cerveza y fumo, a la desesperada, una colilla que encontré debajo de la cama. Es tuya, lo sé por la marca de pintalabios  que rodea el filtro.  
Hago con él lo que haría contigo si te tuviera cerca: fumarte hasta la ceniza y quemarme los dedos luchando con la posibilidad de que en cualquier momento se apague.
Leo a Lope de Vega, “El caballero de Olmedo” y me pongo a pensar si alguna vez yo seré el protagonista de algo, lo que sea, dejar de ser un secundario o el amigo regordete del prota y pasar de una vez a la acción.
Alonso está enamorado de Inés, todo es perfecto hasta que lo asesinan (perdón por si no has leído el libro). Vaya mierda –pienso- Me veo tan reflejado en él que siento que ya casi estoy muerto; y cuando miro a mí alrededor veo todas las cosas que yacen muertas en la casa: el bonsai, una guitarra vieja, la fotografía que dejaste olvidada, un boli sin tinta, un poema que escribí en la puerta que está casi borrado, la cerveza, la colilla, un blog de notas donde sólo escribí “necesito cambiar” y la cama fría. De tu lado, claro. Ella sí que lleva mucho tiempo muerta.
Tengo miedo ¿sabes? Cuando me quedo solo en casa repito muy bajito “treinta y tres” para asegurarme que aún sigo vivo, porque a la vuelta de la esquina aguarda ese asesino de recuerdos que espera atacarnos cuando nos demos la vuelta.
Pero algún día, tu y yo, amor, y es inevitable, moriremos. Y seremos carcoma de un momento perfecto, pasaremos a ser la lejanía de un punto fijo, el verso inconcluso de un poeta, enemigos de los abrazos y silencios en las venas. Lloraremos mutuos acuerdos, pondremos cerrojos en las puertas, le cortaremos las alas a las mariposas y veremos amaneceres con la ropa puesta. Y hablaremos del futuro pensando solamente en el pasado, seremos mierda en los zapatos, adrenalina regada por el suelo, la ultima calada de un puro, el punto ciego de un espejo, el adiós de los aeropuertos, las legañas de las musas, el hueco vacío de la estantería, el intento de suicidio de un profeta, el llanto de un niño, una cremallera rota, un paraguas de los chinos, una espera sin respuesta, un “ya vengo” que no vino.  
Y yo que pensaba que olvidarte sería soplar y hacer botellas, y de alguna manera lo fue, sólo que yo me quedé atrapada en ella.

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