viernes, 12 de octubre de 2018

Me siento desplazado intentado, con la estupidez que me caracteriza, sabotear mis propios planes. El dolor no es ajeno, sino mío. Me escondo bajo las sábanas y me repito una y otra vez que todo está bien, incluso sabiendo que el cielo está oscuro allá afuera y que mis lágrimas ya han inundado la mierda que escondo en el suelo.
Mastico la esperanza, pero me muerdo la lengua.
No soy un tipo que va muy lejos, nunca lo fui. Pero a pesar de las pocas fuerzas en las piernas, sigo arrastrándome en medio del abismo. De todos mis descuidos.
La vida sigue escupiéndome en los ojos
y yo no hago nada.

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